Cuanto tenía 14 años, Paul Auster se encontraba en un campamento de verano cuando presenció cómo un rayo fulminaba a un niño de su edad que se encontraba a su lado. Fue un acontecimiento que marcó decisivamente al futuro autor superventas que encandiló a crítica y público con tramas atravesadas por el azar, aunque a él le gustaba considerar dichos sucesos como "lo inesperado". Aquel rayo “cambió absolutamente mi vida” señaló décadas después, confesando que era un acontecimiento en el que pensaba cada uno de sus días. Este miércoles, el escritor de obras como la Trilogía de Nueva York, 'Sunset Park', 'Invisible' o 'El libro de las ilusiones' ha fallecido a los 77 años a causa de un cáncer de pulmón.
Durante la gira promocional de su última novela, Baumgartner, el escritor estadounidense Paul Auster advertía de que era altamente probable que nos encontráramos ante su última novela: “Siento que mi salud es tan precaria que esto podría ser lo último que escriba”.
Nacido en el seno de una familia judía de ascendencia austríaca en 1947 en Newark (Nueva Jersey), Auster haría más tarde de Brooklyn su casa y el escenario de sus novelas, especialmente en las décadas de 1980 y 1990. Auster comenzó a escribir a los ocho años siempre cargado con un lápiz en uno de sus bolsillos: "Si tienes un lápiz en el bolsillo, es muy probable que algún día te sientas tentado a empezar a usarlo".
"No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia", señaló en el año 2006 en el discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias.
No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo
"No me gusta la crítica literaria académica"
El neoyorquino se ganó la complicidad de crítica y público desarrollando laberintos literarios en los que mezclaba realidad, ficción, autoreferencias, en tramas atravesadas por ese mismo azar que electrocutó a un niño mientras salvaba al futuro novelista. "No me gusta la crítica literaria académica. Me duerme. Es lo más aburrido del mundo mundial. Tener que… No sé, leerme el argumento de un catedrático que está ahí hablando de un detalle minúsculo sobre la obra de un gran autor… Bueno… De vez en cuando, un crítico resulta que sí, que es brillante, pero la mayoría son soporíferos", señaló en una entrevista para este medio.
Considerado como uno de los novelistas más influyentes de su generación, Auster describió el proceso creativo como una operación a corazón abierto: "Tienes que llegar a un estado en el cual desapareces, te dejas a ti mismo atrás, y eres un médium a través del cual está sucediendo. Tienes que abrirte tanto a ti mismo que puedas entrar en las mentes y almas de otras personas".
Su escritura, a nivel de ficción, se basa en la narrativa. "Yo cuento historias, no hay mucho diálogo o no hay mucha descripción tampoco en mis textos. Lo hago un poco a la antigua usanza. Mi inspiración son los cuentos de hadas y el folclore, la tradición y también las novelas en la manera en que yo pienso y ejecuto mis historias".
Escritor comprometido
Auster siempre fue un escritor comprometido con las libertades y rechazó visitar algunas dictaduras como China. Durante los últimos años, combatió frontalmente contra el populismo de Donald Trump a quien consideró como una "amenaza para el mundo, un maniático y un psicópata". La llegada del republicano a la Casa Blanca desconcertó al novelista: "He leído mil análisis sobre el tema y me sigue asombrando que 60 millones de personas le votasen y que un 52% fueran mujeres", señalaba en 2017, todavía procesando lo que para él significaba un retroceso.
"La llegada de inmigrantes a EEUU siempre ha sido vigorizante, pero existe una división entre una mitad del país, que siempre ha defendido el cuidarse los unos a los otros, y otra mitad que opina que cada uno debe ir a lo suyo", señalaba Auster en referencia a declaraciones racistas del presidente.
Tragedia familiar
Hace justo dos años, el apellido Auster copaba los titulares de todo el mundo por varias noticias con tintes de tragedia griega. Daniel Auster, el hijo del novelista, que se encontraba en libertad bajo fianza acusado de un presunto homicidio involuntario por la muerte de su hija, murió de una sobredosis. En aquel momento, Auster se enfrentaba a cargos de homicidio involuntario por la muerte de su hija de 10 meses, Ruby
Auster había estado cuidando a su hija Ruby, de 10 meses, la tarde del 1 de noviembre cuando los equipos de emergencia respondieron a una llamada realizada al 911 desde su residencia en Brooklyn y encontraron a la bebé inconsciente.
La pequeña fue trasladada de urgencia al hospital Metodista de Nueva York donde se certificó su fallecimiento y una autopsia concluyó que Ruby murió de una sobredosis de fentanilo y heroína, aunque no pudo determinarse cómo ingirió las drogas.
Premio Princesa de Asturias
Uno de los fijos en las quinielas del Nobel de Literatura, Auster fue premiado con el Premio Príncipe de Asturias en 2006 "por la renovación literaria que ha llevado a cabo al unir lo mejor de las tradiciones norteamericana y europea, innovar el relato cinematográfico e incorporar a la literatura algunas de sus aportaciones. Con su exploración de nuevos ámbitos de la realidad, ha conseguido Auster atraer a jóvenes lectores, al dar un testimonio estéticamente muy valioso de los problemas individuales y colectivos de nuestro tiempo", según recogió el acta del jurado.
El novelista también ha recibido distintos reconocimientos como el Premio Morton Dauwen Zabel de la Academia Americana de las Artes y las Letras (1990), de la que es miembro, el Médicis de Francia a la mejor novela de un autor extranjero (1993) por Leviatán y el Independent Spirit Award al mejor guión original por Smoke (1995). Con Tombuctú logró el Premio Literario Arzobispo Juan de San Clemente de Santiago de Compostela (2000). En 2003 obtuvo el Premio al mejor libro del año del Gremio de Libreros de Madrid por El libro de las ilusiones. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia (1992), fue nombrado Oficial en 1998 y Comandante en 2005 y doctor honoris causa por la Universidad Nacional del General San Martín (2014).
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