Cultura

La muerte del candidato “estrella pop”

La tormenta electoral ha dejado un mensaje: las celebridades no movilizan (como mucho al enemigo)

Ninguna apuesta por candidatos estrella ha tenido final feliz en las últimas elecciones. Pablo Casado copió a Vox incluyendo toreros en la listas, sin conseguir ningún beneficio tangible. El PSOE madrileño apostó por Pepu Hernández, pero no lograron ni igualarse a sí mismos, ya que obtuvo en la mitad de votos que Ángel Gabilondo en la ciudad de Madrid y también fue superado por José Borrell, que obtuvo el 126% de su apoyo en la capital. Más Madrid no cosechó un mal resultado, pero hay acuerdo en que hacer campaña con Los Javis y Pedro Almodóvar proyectó una imagen de pijerío urbanita que no fue bien recibida en los barrios del sur, el campo de batalla donde se dejaron la victoria. Quizá el mayor logro fue el escaño por Huelva que obtuvo Juan José Cortés, el padre de Mari Luz, que se convierte en el primer diputado cuyo historial se ha forjado en los programas de sucesos. Pero eso es no es exctamante ser una celebridad. ¿Conclusión provisional? Los candidatos con perfil de estrella pop ya no levantan pasiones, ni ayudan a ganar elecciones.

Matteo Salvini derrotó sin paliativos a sus socios de gobierno, el movimiento Cinco Estrellas, fundado por la celebridad televisiva Beppe Grillo

El gran ganador de las elecciones europeas fue Matteo Salvini, un político de carrera (toda su vida laboral en el partido) que ha hecho pasar a La Lega del 4% de apoyos al 34,3% en los cuatro años que lleva al frente de la formación. Su imagen es totalmente anti-celebridad, con looks parecidos a los de la mayoría de sus votantes y banderas tricolor bien visibles siempre que tiene ocasión. Derrotó sin paliativos a sus socios de gobierno, el movimiento Cinco Estrellas, fundado por una celebridad televisiva, el cómico Beppe Grillo. Todavía se sigue confiando en estrellas pop como voto de castigo, por ejemplo el cómico Volodímir Zelenski triunfó en las últimas elecciones en Ucrania y  anunció que escogería a su portavoz por medio de un cásting televisivo público. Otra cosa es que no sea buena idea apostar por la resistencia de estas estrategias a medio plazo.

Estrellas de derecha intimidadas

Algunos pueden pensar que Donald Trump es un ejemplo de estrella pop, debido a su etapa protagonizando ‘reality shows’ sobre el mundo de la empresa. Es una interpretación forzada: primero porque ya era conocido como magnate inmobiliario y segundo porque ha participado en espacios que -gusten más o menos- están relacionados con la divulgación de estrategias de éxito empresarial. De hecho, la campaña de Trump se caracterizó por la casi unanimidad del 'star system' de Estados Unidos a la hora de posicionarse contra el candidato republicano. Desde Madonna a Meryl Streep, pasando por el chef José Andrés, seguramente haya sido el presidente que ha recibido ataques más extensos y coordinados. También los más estériles.

Resulta sádico imaginar qué hubiese occrrido en el caso de aceptar Miguel Bosé la oferta de José Luis Rodríguez Zapatero de ocupar el ministerio de Cultura

Recordemos que en Hollywood las estrellas de derecha viven tan intimidadas de perder trabajo por sus posturas políticas que se han agrupado en la sociedad casi secreta "Friends of Abe" (una referencia al presidente republicano Abraham Lincoln), que apenas tiene actividad pública. Solo unas par de grandes nombres, Robert de Niro y Nicole Kidman, objetaron a la furia anti-Trump, pero sin mucho éxito. Los mayores apoyos del actual presidente fueron nombres menores de la música como Ted Nugent y Kid Rock, además del desnortado rapero Kanye West, pasto continuo de bromas sobre su cordura.

La hipotesis Bosé

El fugaz paso del televisivo Máxim Huerta por el ministerio de Cultura fue otro síntoma de esta tendencia. Hoy resulta sádico el ejercicio de imaginar qué hubiese ocurrido en el caso de aceptar Miguel Bosé la oferta de José Luis Rodríguez Zapatero de ocupar ese mismo ministerio. Solo en los últimos meses, el cantante ha defendido la homeopatía, ha acusado a Michele Bachelet desde un escenario por su posición en Venezuela y ha huido a México por sus problemas fiscales. También ha protagonizado un sonoro divorcio, repartiendo a sus hijos a ambos lado del Atlántico y luego los ha expuesto a un 'photocall' luciendo su famosa falda-pantalón. Imaginarle como ministro de Zapatero podría ser el guión de una serie de humor surreal.

Este periodo de comicios también ha certificado la muerte del manifiesto, pandillitas de famosos (casi siempre de izquierda) que se reunen para apoyar a una causa o candidato. ¿Importa al electorado las reflexiones políticas de Miguel Ríos, Ana Belén y Joaquín Sabina? ¿Cambió relamente algún voto el apoyo de Bernie Sanders a Ada Colau? ¿Qué pensarán al ver los resultados los 177 economistas que apoyaron públicamente a Unidas Podemos? Lo sensato, seguramente, hubiera sido terminar con estas cosas la noche de 2015 en que Luis García Montero -sospechoso habitual de los manifiestos de izquierda,- no consiguió un solo escaño para IU a la comunidad de Madrid, bajando de quince a cero.

https://twitter.com/LI3PeO/status/1133986678228574209?ref_src=twsrc%5Etfw

Pocos días después de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, tuvo lugar un fenómeno viral que resulta revelador. Varias cuentas de Twitter con seguimiento masivo compartían un articulo sobre los conflictos de Javier Bardem con Hacienda. El enlace circuló de manera frenética, hasta que algunos señalaron que era una noticia de 2017. ¿Cómo había emergido, de repente, con esa fuerza? El origen era un tuit de su hermano, Carlos Bardem criticando las declaraciones del torero Fran Rivera sobre la incapacidad de los hombres para contener sus impulsos a la hora de compartir vídeos de contenido sexual explícito. ¿Traducción? Ya no usamos a las celebridades como modelos de conducta, sino como munición para atizar a los rivales durante las discusiones políticas en redes.

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