Cultura

¿Cómo han muerto los reyes de España? Del ataque de un oso a la picadura de un mosquito

Decenas de conjugas palaciegas en los reinos hispanos medievales y las secuelas de la endémica gota

Espabila, Favila, que viene el oso”, varias generaciones fueron apremiadas a despejarse o a estar en alerta ante un peligro con esta frase que rememoraba la trágica muerte del hijo de Pelayo. Según la crónica Rotense, escrita casi 200 años después del fallecimiento, el hijo de Pelayo y su esposa Gaudiosa, que fue el monarca del reino de Asturias entre 737 y 739, murió en una cacería al enfrentarse con un oso. El rey asturiano no ocupa más de una línea en los libros de Historia, sin embargo, la muerte de uno de los más célebres, el emperador Carlos V, también llegó por un animal. En este caso, un pequeño mosquito le transmitió el paludismo (malaria) y junto a su mala salud le llevaron al otro mundo cuando estaba recluido en su retiro de Yuste.

Las muertes, matrimonios y nacimientos de unas cuantas familias europeas a lo largo de varios siglos fueron uno de los elementos primordiales para dar forma a las actuales estados europeos. Los decesos de los reyes de los distintos reinos hispanos son un buen indicador de la estabilidad de sus reinados. Asesinatos, envenenamientos y conjuras palaciegas se sucedieron en épocas medievales con la península dividida entre los distintos reinos. Manuel García Parody catedrático jubilado de Geografía e Historia hace un repaso de los fallecimientos reales en Muertes regias. Cómo murieron los reyes de España (Almuzara).

Un recuento sobre las muertes regias revela la conflictividad de la Alta Edad Media peninsular, 17 de los 33 reyes godos fueron asesinados. Los diferentes reinos cristianos posteriores tampoco fueron mucho más pacíficos y algunas de las causas de las muertes podrían servir de inspiración para la próxima película de Quentin Tarantino. A Alfonso Froilaz, el Jorobado, un breve monarca del reino de León, le sacaron los ojos y después le asesinaron por orden de Ramiro II de León. La sucesión en el califato de Córdoba tampoco fue más tranquila, “una orgía de asesinatos” como destaca el autor, en la que tras Hisham II se sucedieron nueve califas, de los que la mayoría fueron asesinados por disputas internas.

También encontramos varias sospechas de envenenamientos e infortunios como el del rey niño Enrique I de Castilla, hijo de Alfonso VIII y Leonor de Platagenet. El joven había accedido al trono con 10 años, pero tres años después una teja cayó sobre su cabeza provocándole la muerte. Otro trágic deceso fue la del rey Felipe I el Hermoso, esposo de la reina Juana, padres a su vez del futuro emperador Carlos. Con la unión dinástica consolidada y la conquista de todos los territorios en manos musulmanas, tan solo restaba el reino de Navarra para completar los actuales territorios peninsulares españoles. El joven rey de 28 años disputó un partido de pelota en Burgos el 16 de septiembre de 1506. Tras el encuentro, tomó un vaso de agua helada que le provocó escalofríos y una indisposición. Uno de los médicos que le atendió escribió: “estábase con la calentura y con un sentimiento en el costado y escupía sangre. Y se le hinchó la campanilla que decíamos úvula, tanto que apenas podía hablar”. El rey fue empeorando hasta que el día 25 falleció, con una neumonía o el contagio de la peste como las causas más probables de la muerte según los médicos. 

'Muerte de Alfonso XII', por Juan Antonio Benlliure y Gil

Gota, la enfermedad de los reyes

Con la unificación de los reinos, las muertes de los monarcas se volvieron más tranquilas, sin miedo a que un pariente les apuñalara, la mayoría de ellos respiraron por última vez en sus camas.  Pero las enfermedades del momento y los malos hábitos alimenticios siguieron acelerando en muchas ocasiones la sucesión del trono. La gota, también conocida como enfermedad de los reyes, resultó ser casi endémica en la corte española. Carlos V, su hijo Felipe II o el rey felón, Fernando VII, y su padre Carlos IV sufrieron los padecimientos de la dolorosa acumulación de ácido úrico. En el caso de Felipe III, de nuevo, una enfermedad contagiosa, la erisipela, volvió a cobrarse la vida del monarca. Igual que la viruela se llevó al rey más corto de la historia de España, Luis I de Borbón.

Gravemente enfermos como Carlos II, con problemas mentales o psicológicos como Felipe V, el primer Borbón, o uno de sus hijos, el también rey Fernando VI. O la trágica marcha de Alfonso XII, que murió de tuberculosis con 27 años, con su mujer María Cristina de Habsburgo-Lorena, embarazada del futuro Alfonso XIII. El monarca que perdió el trono con el advenimiento de la Segunda República, protagonizó la última muerte real de la historia de España en 1941. En el segundo año de la dictadura de Franco el antiguo rey, abuelo de Juan Carlos I, falleció en el Gran Hotel de Roma de una afección cardiaca.

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