Esta semana se cumplirá un mes de la muerte de la iraní Mahsa Amini después de haber sido detenida y torturada por miembros de la policía de la Moral, por no llevar correctamente colocado el pañuelo, hiyab. Esta muerte levantó una ola de protestas y disturbios contra el gobierno iraní en la que miles de mujeres se han despojado el hiyab y han cortado mechones de su cabello. Hasta las más jóvenes estudiantes de instituto se rebelaron contra el pañuelo, increpando a sus profesores y autoridades del régimen.
El velo obligatorio y la oscuridad indumentaria iraní llegó hace menos de medio siglo con la revolución islámica de 1979, que supuso un retroceso en los derechos de las mujeres. El sha Mohamed Reza, un déspota corrupto que reprimía duramente a la población a través del temible SAVAK, servicio de inteligencia y policía secreta, había incluido en las últimas décadas de su reinado medidas modernizadoras que ampliaron los derechos de las mujeres iraníes.
Los vídeos de Irán de la década de 1960 y 1970 contrastan con la oscuridad que siguió a la revolución islámica. Imágenes de mujeres luciendo vestidos, minifaldas, bañándose en bikini en playas y piscinas, y revistas de mujeres como Zan Rooz, en las que se podía ver a modelos en bikini con poses sensuales.
Durante los años cincuenta, las mujeres habían tenido presencia política, especialmente como miembros partidos izquierdistas y nacionalistas. En el marco de la Revolución Blanca de 1963, el sha amplió los derechos de las mujeres, otorgándoles el derecho al voto y poder ser elegidas para el parlamento, ese mismo año fueron elegidas seis parlamentarias y dos senadoras.
La ‘Ley de Protección de la Familia’' también fue en ese sentido: se elevó la edad de matrimonio de 13 a 15 años, (en 1975, se elevaría hasta los 18 años) se pusieron más trabas a la práctica de la poligamia; se acabó con la práctica tradicional islámica del divorcio por el que el hombre podía repudiar a la mujer, y se les obligó a acudir a los tribunales; además de dejar de conceder automáticamente el derecho de custodia a los hombres después de la separación, habilitando la posibilidad de ir a juicio. Y durante los sesenta, más mujeres accedieron a la educación y comenzaron a trabajar fuera del ámbito doméstico.
No obstante, las mujeres seguían estando un escalón por detrás de los hombres. Los hombres no eran castigados si asesinaban a su mujer, tras haberla descubierto en contacto con otro hombre, y seguían necesitando una autorización de los maridos para viajar fuera del país.
El, todavía poco conocido, Ayatolá Jomeini interpretó estas reformas como una distracción del sha, achacándole que no se preocupaba de los problemas reales y alertando de que estas medidas conducirían a la corrupción y la prostitución. La obsesión con el sexo, típica de los fanatismos religiosos, hacía que clérigos valoraran cada nueva adquisición de derechos femeninos como un paso más hacia la prostitución. Jomeini acusó al sha de venderse a intereses extranjeros que corromperían la sociedad iraní y que convertirían a las mujeres en muñecas consumistas.
Revolución islámica
Las mujeres fueron una parte activa de las heterogéneas movilizaciones que derrocaron al sha, alzaron al poder a Jomeini en 1979 e instauraron la república islámica. La ley de Protección de la Familia fue eliminada con una contrarreforma islámica que recuperaba la poligamia, el matrimonio infantil con una edad mínima de 9 años, devolvía la custodia a los padres, y recuperaba el divorcio libre para hombres pero no para mujeres.
A pesar de que el gobierno frenó la imposición del hiyab, tras las protestas en su contra del 8 de marzo de 1979, pronto fue recuperado. Cuarenta años después de la llegada al poder de Jomeini, Irán sigue siendo una teocracia que reprime a las mujeres obligándolas a llevar el velo desde la pubertad. Como se ha visto en decenas de vídeos, miembros de la Policía de la Moral vigilan y acosan a las iraníes que incumplen la norma, no portan el hiyab de forma correcta, o llevan algún elemento considerado indecoroso como un exceso de maquillaje, pantalones demasiado cortos o ropa demasiado colorida. Las reprenden públicamente, agreden con palos y las rocían con gas pimienta o las detienen en furgones. Muchas de ellas han sido torturadas y asesinadas. Al menos 154 personas han muerto en Irán a manos de las fuerzas de seguridad desde el inicio de las protestas, según informó la ONG Iran Human Rights el pasado 4 de octubre.
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