Cultura

El Mundial reabre las heridas de las guerras de los Balcanes

Durante el Mundial, jugadores de las selecciones de Croacia, Serbia, Suiza y Canadá han protagonizado polémicas políticas relacionadas con los conflictos balcánicos

El viernes pasado, el jugador croata del Real Madrid Luka Modrić se alzaba a Trending Topic en Twitter después de derrotar en los cuartos de final del Mundial a la selección brasileña. Sus cariñosos gestos y palabras con el brasileño Rodrygo Goes, compañero en el Madrid, ganaban un aplauso global como ejemplo de la elegancia y magnanimidad en la victoria. Unos minutos más tarde, aparecía en redes un vídeo de la plantilla croata junto al cuerpo técnico celebrando la victoria en un hotel. El vídeo subido a Instagram por el seleccionador Zlatko Dalić muestra una larga mesa en la que todos los jugadores cantan emocionados una canción patriótica.

Sin embargo, pronto hubo denuncias en redes sobre “Lijepa Li Si”, la canción que entonaba la plantilla. El tema es una canción patriótica y nostálgica que menciona diferentes partes del país y está compuesta por el cantante nacionalista Marko Perković ‘Thompson’, acusado de defender a los ustacha, el movimiento ultraderechista croata colaboracionista del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. En algunas de sus canciones, Thompson hace claras referencias a este movimiento que entre 1941 y 1945 estableció un régimen de terror con persecuciones étnicas y con Ante Pavelić al frente del país.

Los jugadores croatas ya habían sido duramente criticados en el Mundial de Rusia de 2018 por utilizar las canciones de Thompson en sus celebraciones, especialmente, cuando después de la victoria ante Argentina el defensa central Dejan Lovren grabó un vídeo cantando “Bojna Cavoglave”, un tema que arranca con el lema “Za dom spremni!” ("Por la patria, ¡listos!"), el lema utilizado como saludo por los ustacha.

Las polémicas croatas también saltaron a las gradas durante uno de los primeros partidos del actual Mundial. La FIFA impuso una multa de 50.000 euros a la Federación dálmata por los insultos de un grupo de seguidores al portero de la selección canadiense de origen serbio, Milan Borjan. En el año 1995 Borjan y su familia tuvieron que huir de su lugar de origen hacia Belgrado después de un avance croata y, cinco años más tarde, la familia acabó emigrando a Canadá. En el partido que enfrentó a la selección norteamericana y a la croata, un grupo de aficionados gritó: “Borjan es un ustacha”.  

Los jugadores de la exitosa generación croata que ya llegó hasta la final en el Mundial de 2018 fueron niños de la guerra a mediados de los noventa con trágicas historias familiares como las del abuelo de Modric, que fue asesinado en 1991 por los chetniks, un grupo de guerrilleros nacionalistas serbios, cuando el futuro Balón de Oro tenía seis años. Las biografías de la plantilla, que esta tarde disputará la final de consolación contra Marruecos, están atravesadas por la muerte y el desplazamiento forzoso. Como en el caso de cada república nacida de la desintegración de Yugoslavia existen dolorosos y complicados pasados en los que criminales de guerra también visten el uniforme de héroes de la patria.

Suiza-Serbia

Las cicatrices de las  guerras de los Balcanes igualmente han llegado a selecciones tan alejadas tradicionalmente de la polémica como la neutral Suiza. Uno de los encuentros más calientes de los últimos años ha sido el, en apariencia nada hostil, Suiza-Serbia, por el origen albanokosovar de Granit Xhaka y Xherdan Shaqiri, dos de los jugadores helvéticos. La familia de Xhaka huyó a Suiza para escapar de la guerra de Yugoslavia, y Shaqiri nació en Kosovo de padres albaneses. Los dos jugadores suizos suelen centrar el foco de atención en estos encuentros, especialmente, desde que en junio de 2018 marcaran los goles de la remontada (1-2) en un partido disputado en Serbia y en el que celebraron sendos goles cruzando las manos, recreando el águila bicéfala de la bandera albanesa. 

Uno de los encuentros más calientes de los últimos años ha sido el, en apariencia nada hostil, Suiza-Serbia

Kosovo era una provincia serbia que consiguió la independencia en 2008, con el apoyo de Estados Unidos y la mayoría de los países de la Unión Europea, pero todavía no reconocida por Serbia. Cerca del 90% de los habitantes de Kosovo son de etnia albanesa y muchos de los kosovares desean la unión de Kosovo y Albania, para crear la Gran Albania, algo a lo que se opone fervientemente Serbia y otros países como Rusia. 

El sorteo del Mundial volvió a emparejar a Suiza y Serbia en la fase de grupos con una nueva victoria para los suizos que además significó la eliminación de los serbios. Todavía en el césped, Xhaka que durante el partido tuvo fuertes enfrentamientos con jugadores serbios, celebró la victoria suiza colocándose la camiseta de Jashari, otro de los jugadores suizos de origen albano-kosovar. La celebración, más que un homenaje a su compañero, fue interpretada como un recuerdo a Adem Jashari, fundador del Ejercito de Liberación de Kosovo, una milicia independentista albanokosovar que combatió durante los noventa por la independencia de Kosovo y que murió en 1998 en un enfrentamiento contra los serbios. 

Esta disputa por Kosovo fue el origen de otra de las multas impuestas por FIFA durante el torneo. En este caso la sanción para la Federación serbia ascendió hasta 20.720 euros, después de que se publicaran fotos del vestuario serbio con un mapa de Kosovo con los colores y símbolos de la bandera de Serbia y el lema “Sin rendición”. Un claro alegato contrario a la independencia kosovar en la que Serbia pretende volver a enviar fuerza militar. Este viernes, el ministro de Defensa serbio, Milos Vucevic, anunció que ha pedido oficialmente a la OTAN la autorización para el despliegue de soldados y policías serbios en su antigua región, tras el repunte de tensión en la zona.

Vestuario serbio con un mapa de Kosovo con los colores y símbolos de la bandera de Serbia.

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