Todavía estremece tocar cada uno de los bloques que segregaron a una generación entera de berlineses. Tres metros y medio de hormigón armado entre los que asoma su esqueleto de hierro. Moles de toneladas cuyo gris natural reflejaban el alma de las millones de personas que atrapó y separó de sus familias. El muro de Berlín representó la materialización de un conflicto geopolítico global que separaba capitalismo de comunismo. La OTAN contra el Pacto de Varsovia, o lo que es lo mismo, Estados Unidos frente a la URSS.
La Fundación Canal de Isabel II acaba de instalar 20 metros de esta muralla del siglo XX, “El Muro de Berlín. Un Mundo Dividido” es una exposición de la compañía española Musealia en colaboración con la Fundación Muro de Berlín, que arranca con la explosión de Hiroshima que aceleró la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial pero que muchos entendieron como el primero de los movimientos de Estados Unidos en la presumible guerra contra el comunismo.
Se iniciaba también la carrera por poseer la bomba más poderosa, en cuidadas infografías que acompañan al visitante durante toda la exposición, vemos el sinsentido de dicha competición. Un esquizofrénico ránking que durante los años cincuenta produjo miles de misiles y bombas nucleares para arrasar varias veces el globo.
La exposición no es solo una muestra de los efectos del muro, sino un recorrido por toda una época con más de 300 objetos, desde cinceles para derribar el muro a los primeros ordenadores Mac. Uno de los artilugios que se hará un hueco en la galería fotográfica de cualquier visitante será la imponente sección de un túnel con el que estadounidenses y británicos espiaron la comunicación de los soviéticos. Sin embargo, antes de que el túnel de espionaje empezase a funcionar en mayo de 1955, un agente doble británico de alto rango, George Blake, informó al KGB de la operación. Pero la inteligencia soviética consideraba tan valioso a Blake que, para no ponerlo en peligro, no informó a las fuerzas militares soviéticas en Alemania de que sus líneas habían sido interceptadas y permitió las escuchas durante 11 meses.
Berlín, desafío a los soviéticos
La década de los cincuenta siguió tensando las relaciones entre los dos bloques y Berlín Occidental suponía un tumor para la Alemania Oriental Comunista: un enclave democrático y capitalista en plena RDA, un desafío permanente a la soberanía de Alemania del Este, y Moscú tomó la decisión de aislar a este elemento peligroso.
A primera hora de la mañana del 13 de agosto de 1961, las fuerzas de Alemania del Este erigieron barreras alrededor de Berlin Occidental, separándolo del sector oriental de la ciudad y de los territorios circundantes de la RDA. Miles de agentes de policía de Alemania del Este, apoyados por miembros de la milicia del Partido Comunista, destrozaron el pavimento e instalaron alambradas de espino. Se cerró la mayoría de los pasos fronterizos y se interrumpió el tráfico de los trenes de cercanías y del metro. El motivo de la construcción no fue otro que los cientos de miles de ciudadanos alemanes que cada año huían de la parte Oriental. A diferencia de otros muros actuales, el de Berlín fue construido para impedir la salida y no la entrada.
Después del alambre, llegaron los bloques de la calle Bernauer Strasse primer lugar en el que se erigió la muralla. Le seguirán casi 30 años de una sociedad dividida, con millones de historias como las del matrimonio que no pudo celebrarse por residir en distintos lados del muro, o historias de fugas como las de Michael Synowzik que con 13 años escapó junto a su padre por las alcantarillas de la capital. Se calcula que se cavaron unos 75 túneles, la mayoría desde el oeste hacia el este, ya que se trataba de proyectos difíciles de ocultar. Los realizaron principalmente jóvenes para llevar a sus familiares y amistades a Berlin Occidental. Una docena de los túneles construidos necesitaron una media de seis meses cada uno para completarse.
Se calcula que en 1989, unos 40.000 ciudadanos de Alemania Oriental habían conseguido evadir las fortificaciones fronterizas, 5.000 solo en Berlin. Otros 75.000 fugitivos fueron arrestados y condenados a penas de cárcel y 140 personas murieron a manos de los soldados fronterizos o sufrieron accidentes mortales en el Muro entre 1961 y 1989.
El muro siempre ha sido objeto de propaganda, de la “cárcel” que representaba el comunismo a “la barrera de contención antifascista” con el que lo justificaba el mundo soviético. Durante el acto de presentación, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha utilizado el muro para arremeter contra sus rivales políticos: "Tener justo aquí estos días una exposición que detalla de esta forma las consecuencias del comunismo y del socialismo llega en el momento más oportuno, para que las personas se den cuenta de que la deriva en la que se encuentra, de la manipulación a la que nos someten". La política cuyo principal lema en una de sus campañas fue "Comunismo o libertad", siguió alertando: "Salvo China o Cuba el mundo parecía vacunado al comunismo, pero una vez olvidada la historia, los enemigos de la libertad volvieron".
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