Seis meses o un siglo después, según se mire, el museo del Prado presenta Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931), una exposición que tendría que haberse inaugurado el 31 de marzo. Pero el estallido de la pandemia, el estado de alarma y el confinamiento lo impidieron. La que estaba llamada a convertirse en la exposición de la primavera ha esperado hasta el otoño para proponer una revisión del papel que ha sido asignado a las mujeres en el arte español del siglo XIX. Podrá verse hasta el 14 de marzo de 2021.
Comisariada por Carlos G. Navarro, experto en pintura del XIX, la muestra tiene como objetivo reflexionar sobre el papel de la mujer y los diferentes roles que desempeñó en el sistema artístico español desde el reinado de Isabel II hasta el de su nieto Alfonso XIII, explorando de forma transversal distintos aspectos de este sistema artístico. Estructurada en 17 secciones, la muestra recorre una selección de más de 130 obras, procedentes en su mayoría de la colección del Museo Nacional del Prado, pero también de las colecciones reales de Patrimonio Nacional y de otras colecciones públicas y privadas.
"Esta exposición forma parte de una línea de trabajo encaminada a dar visibilidad a la mujer en el mundo del arte. Va un paso por adelante con respecto a Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana o la dedicada a Clara Peeters. Esta es más ambiciosa, la más grande que hemos dedicado a este tema, ya que ocupa las salas A y B del edificio de los Jerónimos, pero también es la más ambiciosa desde el punto de vista conceptual", ha asegurado este lunes en rueda de prensa Miguel Falomir, director de la pinacoteca madrileña.
La primera exposición que organiza el Museo Nacional del Prado tras su reapertura, Invitadas, ha sido patrocinada por Axa y propone una reflexión sobre el modo en el que los poderes establecidos defendieron y propagaron el papel de la mujer en la sociedad. En este tiempo el Museo del Prado se convirtió en "elemento central de la compra y exhibición de arte contemporáneo y desempeñó un papel sustancial en la construcción de la idea de escuela española moderna", de la que las mujeres fueron apartadas o ubicadas en posiciones marginales.
Invitadas, copistas y bodegonistas
El título de la exposición procura resumir un espíritu crítico que apunte de qué forma la mujer ha tenido en las Bellas Artes sólo en tanto copistas, ayudantes, modelos o bodegonistas. "Es obligación de los museos hacer una revisión del canon y ofrecer nueva perspectiva a las generaciones venideras. El museo del Prado ya lo ha hecho no sólo mujeres, también en asuntos alusivos al género como han sido, por ejemplo, los recorridos LGBI. Existe un propósito de revisión de los cánones desde una institución tan destacada", ha aclarado el comisario Carlos G. Navarro sobre los criterios empleados para diseñar la muestra.
"Una invitada no decide dónde se sienta, su papel tiene una codificación. Está asignado por alguien más. A las mujeres españolas del XIX que acuden al sistema artístico les pasa lo mismo: muchas de ellas ni siquiera tuvieron acceso al rango educativo, y cuando lo tuvieron ni siquiera podían optar a las mismas asignaturas que los hombres. Hubo una subcategorización de la mujer en el ámbito de lo público relacionado con las Bellas Artes y el papel del Estado como coleccionista, con unos presupuestos ideológicos, aportan claves", amplió el comisario de esta muestra.
¿Pide perdón el Museo del Prado? ¿Mea culpa? No tan rápido. El propio director de la institución Miguel Falomir insiste en que se trata de una revisión del papel de las artistas en arte del siglo XIX. No es una autoflagelación, sino un ejercicio de reevaluación y rescate. De hecho, de las más de 130 obras expuestas, 40 han sido restauradas expresamente para esta exposición. "¿Qué otro museo español o europeo ha hecho esto? Me atrevo a decir que ninguno. Sobre la delimitación del XIX, pues… si quieres tratar un tema con profundidad tienes que ser selectivo en cuanto a las coordenadas cronológicas de estudio", explicó Falomir durante la conferencia de prensa de este lunes.
Tanto el comisario como los portavoces del museo, la exposición Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España es "un análisis crítico del papel de la mujer en el mundo del arte", no es una exposición colectiva de artistas "ni una antología de arquetipos de la mujer española". A lo largo de todo el XIX, la mujer aparece como un sujeto pasivo, un objeto de narración y, en tanto artistas, es decir como sujeto activo e interviniente esa, son relegadas a géneros que se consideran menores como el bodegón o al copismo (la propia Isabel II se dedicó a ello). "Esa es la razón del título. Lo que se propone en Invitadas no es una opinión del museo del Prado, sino lo que el siglo XIX nos ha dejado en las colecciones del museo como representación de las mujeres como sujeto artístico y artistas".
Viaje al centro de la misoginia del XIX
En total, 133 obras están organizadas a lo largo de 17 secciones que ilustran cómo es percibida la mujer, desde su papel como objeto de representación: desde su representación periférica hasta el retrato de reinas apeadas de su autoridad y su condición de poder, de esta última categoría el ejemplo más claro es el de Juana la Loca, supuestamente trastornada por amor y por tanto no apta para reinar. A partir de ese arquetipo romántico (a la fuerza) de la hija de Fernando El Católico, la muestra avanza hasta otros asuntos que pasan por la mujer como alegoría de vicios (pereza, soberbia, etc) hasta las connotaciones del desnudo como modalidad de humillación o paternalismo. Destaca especialmente dentro de ese enorme universo de obras, Desnudo de mujer, de Jiménez Aranda, que muestra a una modelo, sin ropa, llorando antes de posar para una clase.
"Es un viaje que hace el propio museo del Prado al epicentro de la misoginia del siglo XIX y lo hace a través de las obras que guarda en sus almacenes tras ser adquiridas por el Estado", completa Carlos G. Navarro, quien ha subrayado el importante papel de la reina Isabel II como valedora y mecenas de muchas mujeres artistas, por ejemplo, Rosario Weiss, que pasó de alumna de Goya a maestra de dibujo de la reina Isabel II. El ejemplo de Isabel II va más allá y decide asumir un papel activo como coleccionista de obras hechas por mujeres.
El Prado y lo femenino
Ya en 2016, la pinacoteca abrió una línea de investigación y trabajo con El arte de Clara Peeters, la primera muestra íntegramente dedicada a una mujer y donde se expuso la obra de esta pintora flamenca especializada en bodegones y una de las pocas mujeres artistas activas en Europa durante la primera mitad del siglo XVII. A Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos mujeres le sigue Invitadas, una exposición que abordará el papel de la mujer en el sistema español de arte en el siglo XIX y primeros años del XX.
De las casi ocho mil obras que integran la colección del Prado, 52 pertenecen a mujeres y de ese grupo hay expuestas doce. “Eso quiere decir que son magníficos cuadros. Lo que está expuesto es porque tiene un relato y una enorme calidad. Sería un engaño por parte de las mujeres tratar de sacar de los almacenes cualquier cosa por el hecho de que sea mujer. La historia es como es y no la podemos cambiar. Quizá esto habría que pedirlo más a un museo contemporáneo que a un museo de la antigüedad como el nuestro. Si hay cuatro obras de Clara Peeters expuestas es porque es buenísima y porque está la par de los bodegonistas flamencos de las coleccione del museo del Prado”, explicó en su momento a Vozpopuli Leticia Ruiz, jefa de Departamento de Pintura Española del Renacimiento y del Área de Marcos del Museo Nacional del Prado
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