Y aunque se acaba de anunciar que Mike Oldfield publicará a finales de enero 2014 un nuevo trabajo, aquel viejo disco saldrá en cada crónica o noticia. Así que queda claro que ésta no será una excepción. Su nuevo disco lleva por título Man on the rocks y supone sus primeras composiciones nuevas desde el Music of the spheres que publicara en 2008. Para su grabación ha contado con músicos como Leland Sklar, bajista de sesión que ha colaborado con lo más granado de la historia del rock; John Robinson, batería que ha acompañado a Clapton, Quincy Jones o Michael Jackson; el teclista Matt Rollings, habitual de Lyle Lovett; el guitarrista Michael Thompson y Luke Spiller a las voces, del grupo The Struts. Y todos ellos bajo la producción de Stephen Lipson (Pet Shop Boys, Annie Lenox, Grace Jones, Jeff Beck).
Estamos por tanto hablando de nombres bien conocidos en los ambientes de los músicos de estudio, y de una producción de campanillas, como no podía esperarse otra cosa de un tipo como Mike Oldfield. ¿Por qué entonces tanta referencia a un disco de hace 40 años como Tubular bells? Pues por la importancia que tuvo no solo en la carrera musical del autor, sino en la propia industria musical y en el devenir de la música y sus diferentes ramificaciones estilísticas.
Un disco para el nacimiento de Virgin Records
Con 14 años, Oldfield ya había montado su primera banda junto a su hermana Sally, y con 17 ya formaba parte de The Whole World, el grupo de acompañamiento de Kevin Ayers. Casi nada. Tubular Bells era una única pieza dividida en dos partes, que no encontraba acomodo en discográfica alguna una vez estaba grabada. Por ello, su amigo Richard Branson, que había coincidido con Oldfield en su propio estudio, decidió montar una compañía de discos para publicar la obra. Así nació Virgin Records. Y así nació también el emporio de Branson, que dura hasta nuestros días, aunque ha crecido por derroteros distintos a la industria musical. Un claro ejemplo del pelotazo que podía suponer un disco en aquellos años de mediados de los 70.
Pero el sonido casi sinfónico de Tubular Bells, además de recibir un espaldarazo tras su uso en la película El Exorcista, fue también precursor de lo que vino después con la música new age y los estilos minimalistas.
Evidentemente, la carrera de Mike Oldfield es mucho más (el próximo hará el disco número 25), y pasó también a flirtear con el pop. Ejemplo de esto es el número uno que alcanzó en 1983 con la canción Moonlight Shadow incluida en su disco Crisis e interpretada con la voz de Maggie Reilly. Pero el espacio es reducido para glosarla completa, y la sombra de Tubular Bells (del que el propio Oldfield ha hecho continuaciones y revisiones) demasiado intensa.
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