Jaime Urrutia, quien fuera cantante, guitarrista y principal compositor de la banda madrileña Gabinete Caligari ha sido uno de los últimos en llegar y lo ha hecho con la mejor compañía. Canciones para enmarcar, publicado por Larousse, supone un recorrido por una serie de canciones que marcaron de una u otra manera lo que hoy en día es el propio Urrutia y lo que ha sido su carrera como artista.
Son 56 canciones que abarcan todo tipo de géneros y que ofrecen no sólo un mural de lo que pueden ser las raíces de un músico, sino que de alguna forma se convierte igualmente en un glosario de los muchos orígenes que alimentaron a toda una generación, la que despertó a la eclosión musical que vino con la llegada de la democracia a España y se sustanció en la llamada ‘Movida’ de principios de los 80.
Evidentemente, hay clásicos eternos del rock más atemporal, desde los Rolling Stones a los Beatles pasando por los Kinks, Elvis Presley o, cómo no, Bob Dylan. Hay coetáneos de Urrutia, tanto extranjeros (Ramones, The Clash o The Police) como nacionales, tratados con especial cariño por haber compartido con ellos más de una aventura conjunta. Así, Dinarama + Alaska, Radio Futura, Parálisis Permanente o Loquillo conviven en historias comunes, vividas y cantadas conjuntamente, con recuerdos a artistas inolvidables, como aquel Poch, alma de la banda Derribos Arias, que coincidió con el propio Jaime Urrutia en Los Ejecutivos Agresivos, y al que define como “el tipo más bueno, entrañable, libre y genial que he conocido jamás en el mundo de la música.” Pero estas canciones conviven también con otras que son parte de la historia musical no solo española, con nombres como Marisol, Antonio Molina o María Dolores Pradera, sino europea, con las voces de Adriano Celentano o Serge Gainsbourg a la cabeza.
Gabinete Caligari, icono del pop español
De hecho, tan amplio abanico musical no deja de ser reflejo de la evolución creativa de Jaime Urrutia, al frente de Gabibete Caligari y en solitario. Un proceso creativo que nació aferrado a la oscuridad que marcaba el after-punk de principios de los años 80 pero que evolucionó hacia un rock que sin abandonar su origen latino, que lo mismo se paseó entre tarantelas que chachachás, bebía directamente de las fuentes americanas y ofreció canciones que son iconos absolutos del pop español, como Camino Soria o Cuatro Rosas, entre el costumbrismo y la reflexión sobre la idiosincrasia nacional.
No obstante, su propia búsqueda musical y emocional puede centrarse en lo que él mismo desarrolla al analizar el Azzurro de Paolo Conte que interpretara Adriano Celentano. Que no es otra cosa que la grabación de la canción en la que no dejan de pasar cosas, en la que el oyente es continuamente interpelado por melodías, instrumentos o letras convirtiendo la escucha en toda una aventura y al oyente en protagonista de una película. Es decir, la búsqueda de la canción perfecta. Casi nada.
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