La cineasta Nely Reguera acudió a un campo de refugiados en Grecia en 2016 y tras aquella experiencia le surgieron varias preguntas. ¿Qué mueve a una persona a ser solidario, viajar lejos de su país y aislarse? ¿Sabemos ayudar? La directora consiguió obtener algunas posibles respuestas en su nueva película, La voluntaria, un filme protagonizado por Carmen Machi en el que reflexiona sobre las buenas intenciones, el egoísmo y la búsqueda de la felicidad cuando la jubilación y la edad apartan a los mayores.
Si bien en su celebrado debut como directora ('María y los demás', 2016) radiografiaba el conflicto interior de una casamentera de 35 años y la relación que mantiene con su familia, en su segunda película pone el foco en una mujer jubilada que busca a toda costa -y quizás con los peores modos- sentirse útil en un mundo que deja de lado la veteranía y la experiencia. Mientras que la primera estaba narrada en un tono ligero con momentos para la sonrisa, en esta ocasión ha optado por el drama.
Marisa (Machi) es una médica jubilada que busca en un campo de refugiados una razón para sentirse útil y un nieto al que cuidar y querer. En palabras de Reguera, se trata de alguien que se encuentra en un momento de crisis vital. "Su trabajo ocupaba demasiado espacio, no tiene la relación con sus hijos que le gustaría y siente frustración por no tener nietos. La casa se la cae encima, tiene demasiadas horas libre y se hace evidente su soledad y sus frustraciones, por lo que se va de voluntaria a un campo de refugiados", señala en una entrevista a Vozpópuli.
"Me apetecía reflexionar acerca de cómo muchas veces, más allá de las buenas intenciones que pueda haber en el acto, también se está buscando llenar carencias personales que no tienen nada que ver con las personas a las que están intentando ayudar, sino con uno mismo", apunta la directora. La sensación de superioridad occidental y el paternalismo son, pues, dos de los temas sobre los que pivota esta historia, que reparte sopapos con mucho temple.
Reguera pensó en aquellas "prioridades" que uno olvida cuando está metido en "la vorágine constante de trabajo y consumo" y en cómo contrastaban con la "generosidad y la amabilidad" de quienes no tenían nada
Tras regresar de aquel campo de refugiados, donde convivió con personas que habían llegado a Grecia, "varados" después de huir de la guerra, en tiendas de campaña, con comida "mala" y una situación "incierta", pensó en aquellas "prioridades" que uno olvida cuando está metido en "la vorágine constante de trabajo y consumo" y en cómo contrastaban con la "generosidad y la amabilidad" de quienes no tenían nada. "¿En qué sociedad enferma estamos?Tuve la sensación de que nos hemos olvidado de amar en el sentido más amplio de la palabra", ha señalado la directora.
Nely Reguera y las frustraciones vitales
'La voluntaria', que se presentó en la pasada edición del Festival de Málaga, se iba a llamar 'El nieto' y quizás ese título daba demasiadas pistas acerca de otro de los asuntos que trata en la cinta. Al margen de la experiencia del voluntariado y de las confusiones que puede tener uno en el momento de encontrar motivos para ayudar tan lejos de casa, este es un retrato de abuelos que no tienen nietos o, lo que es lo mismo, la frustración que uno siente al querer algo y ser incapaz de conseguirlo porque, simplemente, no está en sus manos.
"Había una idea inicial sobre la película que era hablar de una mujer que quiere ser abuela, pero sus hijos no quieren niños. ¿Por qué tienen que decidir sus hijos por ella? Aquello nos dio la idea para una comedia y derivó en Marisa, que tiene que asumir como propia la decisión de sus hijos", explica Reguera. Para muchos, esto es una "carencia", tal y como le ocurre a la protagonista, que "siempre ha imaginado la foto de la gran familia con sus hijos y nietos".