Acaso como el amor o la muerte, la corrupción goza de la universalidad de las cosas inevitables. La degradación moral es tan común a los hombres y mujeres como la corrupción del cuerpo una vez arrancado de la vida . Desde el Macbeth de Shakespeare hasta el Dorian Gray de Wilde; de Luces de Bohemia -la gran obra española sobre la descomposición de una sociedad en la que no se salva nadie, según Juan Bonilla- de Valle Inclán hasta el Pérez Galdós de los Episodios Nacionales o El abuelo.
De Luces de Bohemia -la gran obra española sobre la descomposición, según Juan Bonilla- hasta el Pérez Galdós de los Episodios Nacionales o El abuelo...
Todo en la literatura es una historia que tiende a la pudrición, pero estas novelas, las que dan ocasión a este texto, tienen una resonancia todavía más próxima en el tiempo y la forma. Mientras en estos días se suceden los concejales que prestan declaración ante la justicia sobre la Operación Taula, convendría hojear dos libros: Crematorio y En la orilla, las dos últimas novelas del escritor valenciano Rafael Chirbes, historias que ilustran el mapa de una sociedad cuyo naufragio, además de inevitable, parece contagioso.
Habría que comenzar diciendo que la palabra carroña está en la primera frase de En la orilla (Anagrama, 2013) y en la última de Crematorio (Anagrama, 2011). Ambas forman un arco, el comienzo y final de un mismo proceso de pudrición moral. Y es justamente eso lo que las convierte en un díptico: el de un país que camina hacia su hundimiento.
En las páginas de Crematorio, Chirbes traza el retrato de Bertomeu, un constructor que ha ganado mucho dinero en los últimos años gracias a las prácticas de corrupción en la Costa Levantina. Es una historia ambientada en la especulación y el pelotazo. En la orilla en cambio, Chirbes cuenta La historia de Esteban, un hombre que se ha visto obligado a cerrar una carpintería que vivió del esplendor de la construcción, y que se descubre de pronto vacío y despojado. Ha dejado en el paro a 5 personas y su padre, enfermo en fase terminal, se apaga mientras él intenta sobrellevar la ruina que toca a su puerta con la insistencia de una derrota.
Si Crematorio era el pelotazo y la burbuja inmobiliaria, En la orilla se precipita en el largo y resacoso invierno que sigue a aquella fiesta
Si Crematorio era el pelotazo y la burbuja inmobiliaria pilotados por un arquitecto valenciano que cambió ideales por la corrupción política, En la orilla se precipita en el largo y resacoso invierno que sigue a aquella fiesta, el pantano al que van a hundirse los muebles y despojos de aquella celebración que acabaría en algún momento. Desde ahí, Chirbes hace emerger, como vapores, las voces del vertedero: el coro marginal de atropellados por una realidad económica y social que estuvo ahí, agazapada, en el fondo de un pantano que nadie parecía -o quiso- ver.
La historia de los vencidos; las inconsistencias del edificio político de la transición; la corrupción; la prostitución; el desencanto y el cinismo son algunos de los temas fundamentales en la obra de Rafael Chirbes. La España de los últimos 70 años contada sin buenos ni malos sino en la elección razonable del claroscuro. Su primera novela, Mimoun (1988) inició una serie sobre la sociedad española que abarca desde la posguerra hasta la transición, y que se completa con La buena letra (1992), La larga marcha(1996), La caída de Madrid (2000) y Los viejos amigos (2003).
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