Algo así, desde luego, no puede concebir el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. El año pasado dicha instancia se puso del lado del Ayuntamiento de la capital catalana para refrendar la decisión del consistorio de prohibir el ir desnudo por la ciudad (o sólo con bañador lejos de la playa). Pero la desnudez no sólo puede verse bajo ese prisma sancionador.
Véase, por ejemplo, el que un año después de aquella decisión judicial catalana, a unos 1.400 kilómetros de Barcelona, en Múnich (sureste alemán), las autoridades locales hayan regulado dónde se puede tomar el sol desnudo en plena metrópolis bávara. La tercera ciudad más grande de Alemania solucionó así el vacío que quedó en 2013 después de que vencieran las leyes que prohibían la desnudez pública.
En Múnich se establecieron media docena de zonas urbanas para desnudarse.
Ahora bien, no sería alemana esta decisión si no se pone por escrito un marco en el que ejercer esta actividad ociosa que consiste en quitarse la ropa. Concretamente, en Múnich, se establecieron antes del verano media docena de zonas urbanas en las que ir con todo al aire no altera el orden público, siempre y cuando sea con fines como tomar el sol.
Decisiones como esa están destinadas a satisfacer a los amantes de la Freikörperkultur, “la cultura del cuerpo desnudo”, expresión que se conoce bajo las siglas germanas FKK y que equivale al nudismo en España. Este fenómeno, en su expresión moderna, tiene sus orígenes en el siglo XIX. En 1893 apareció en Essen (oeste alemán) el primer club de amantes germanos de la desnudez. Se formó como una comunidad de actividades deportivas centrada en aprovechar lo beneficioso que puede resultar para la salud el contacto pleno con la naturaleza.
Freikörperkultur en Múnich y Berlín
Hoy día, en ciudades como Berlín, para ir al contacto con la naturaleza hay que acudir a algunos de sus lagos o parques. En la capital alemana, de hecho, no es raro ver gente desnuda, incluso en familia, en el célebre Großer Tiergarten, parque de unas 210 hectáreas conocido popularmente como Tiergarten. Más alejados del centro de la capital, pero sin salir de Berlín, se cuentan hasta una decena de lagos con zonas reservadas para practicar nudismo. Por ejemplo, ahí están los lagos de Grunewaldsee (suroeste), Halensee (oeste), Flughafensee (noroeste), Langer See (sureste) o Müggelsee (este). Algunos de ellos están algo alejados del ruido de la capital, pero no es imposible compaginar en verano ocio nudista en Berlín con vida laboral urbana de traje y maletín.
Ocurre lo mismo en Múnich. Cinco de las seis zonas establecidas donde se puede ir con todo al aire están alejadas del centro. Sólo hay una en el casco antiguo, la zona acotada detrás de la pinacoteca Hause der Kunst. En realidad, en Baviera, al igual que en resto de la otrora Alemania Occidental, la actitud de la población hacia el nudismo ha ido haciéndose más conservadora con el paso de los años. Según Thomas Anlauf del Süddeutsche Zeitung, diario progresista afincado en la capital bávara, “el fenómeno de masas que fue la escena nudista de Múnich parece pertenecer ahora al pasado”, pues en “la ciudad cada vez hay menos seguidores del naturismo”.
Por su parte, en la zona del país que antes fue la República Democrática de Alemania (RDA), las mentalidades aún presentan algunos dejes del gusto que se tenía en el régimen comunista por disfrutar de un mayor contacto con la naturaleza. Aunque el movimiento nudista, como tal, se prohibió a mediados de los años cincuenta, los habitantes de la Alemania Oriental no carecían de cultura naturista, especialmente gracias a los parajes del mar Báltico.
Compartir la desnudez en saunas
En invierno, estar acompañado, y desnudo, con conocidos o extraños, es algo que se puede experimentar en las saunas mixtas germanas. Este hábito que no tiene por qué estar asociado a determinada orientación sexual, como sí parece que ocurre con el colectivo gay en España. Evidentemente, con las temperaturas invernales, Alemania deja de plantear la opción de tomar el sol sin ropa. De media, en enero, se vive a cinco grados bajo cero.
Sin embargo, en verano, difícilmente se puede encontrar en suelo teutón un lugar tan atractivo como Barcelona u otros sitios de España para hacer lo que se ha venido a llamar ‘turismo de borrachera’. Este otro fenómeno también está detrás de lo que hicieron aquellos italianos cuando trataron de ir al supermercado desnudos. En Alemania, que no es la panacea para ese tipo de viajeros, tampoco se les habría tolerado en el casco antiguo de cualquier ciudad. Pero en determinados parques, si el calor aprieta, seguro que no habría sido un problema el que no llevaran ropa.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación