El Paseo del Arte. Se llama así al eje del Paseo del Prado que agrupa tres de los museos más importantes de la ciudad: El Prado, con más de 8.000 obras de distintos periodos desde la Edad Media hasta el siglo XIX, entre la que destacan Las Meninas, de Velázquez, y Los fusilamientos del 03 de mayo de Goya; el Thyssen, cuya colección alberga desde los primitivos italianos hasta el Constructivismo Ruso, con excelentes apartados en el Impresionismo y el Expresionismo alemán, y finalmente, el Museo Reina Sofía, dedicado al arte moderno y contemporáneo y en cuyas salas de encuentra El Guernica, de Pablo Picasso.
La caña bien tirada y el vermouth de grifo. Si algo tiene Madrid son bares. Una caña, bien tirada en un vaso corto, es el complemento ideal para el fin de un paseo, o el descanso entre un lugar y otro. Pero si de vermouth se trata, el asunto se hace más complejo. Tiene que ser de grifo. ¿Qué bares realmente lo sirven? Pues sin duda, bodegas La Ricla. Ubicada en la calle de los mesones, en el número 6 de Cuchilleros, bajando por el Mercado de San Miguel. También La Ardosa, en la calle colón de Malasaña; Casa Labra, en Sol, la mítica taberna de ‘los socialistas’ –ahí se fundó el PSOE- y, por supuesto, la Botillería de Maxi, en el número 4 de la Cava Alta.
El Rastro. Es el plan de los domingos. Se trata del mercado más antiguo de la ciudad. Ubicado en el entorno de la Ribera de Curtidores, desde la Plaza de Cascorro hasta Puerta de Toledo. Es posible conseguir desde antigüedades, artesanías, ropa de primera y segunda mano, bisutería o cualquier recuerdo típico de Madrid. En el Rastro también hay calles temáticas, como la de San Cayetano, conocida como la de los Pintores, plagada de óleos, acuarelas o reproducciones de grandes obras de arte. Y al terminar, eso sí: las cañas y las tapas en La Latina.
El Retiro. Es el emblema de la ciudad. Este parque, de 118 hectáreas, tiene su origen entre los años 1630 y 1640, como un regalo para el Rey Felipe II. Su valor natural y artístico se expresa en preciosas fuentes –una de las más conocidas, la del Ángel caído-, el estanque con el monumento a Alfonso XII, el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal. Su entrada principal está ubicada en la Plaza de la Independencia, en la calle Alcalá. Además de este parque, existen también El Real Jardín Botánico, El Capricho o los jardines de Sabatini.
El Palacio Real. Carlos III fue el primer monarca que vivió de manera continua en este edificio. Con una extensión de 135.000 m² y 418 habitaciones, alberga un valioso patrimonio histórico-artístico, desde los Stradivarius Palatinos hasta colecciones muy relevantes de otras disciplinas artísticas como pintura, escultura y tapicería. Es utilizado fundamentalmente para ceremonias de Estado, ya que los actuales Reyes no habitan en él, sino en el Palacio de la Zarzuela. Es conocido también como Palacio de Oriente.
El bocadillo de Calamares en la Plaza Mayor. Es un clásico madrileño. Pan crujiente y calamares reblandecidos en aceite han hecho, siempre, las delicias de muchos. ¿El lugar? La Plaza Mayor, donde pueden conseguirse algunos de los lugares emblemáticos donde se preparan estos tentempiés. En el número dos de la Plaza Mayor está la Cervecería Plaza Mayor; también en la Plaza Mayor, bajo los soportales, en el número 22, está la Cafetería Magerit. Esta cafetería destaca por los bocadillos –especialmente de calamares- y tapas típicas de la gastronomía madrileña como son los pinchos de tortilla o la oreja a la plancha.
Café Chinitas, pero también... Muy cerca del Palacio Real está este tablao flamenco, situado en los bajos de un viejo y bello palacio del siglo XVII, en el número 7 de la Calle de Torija, casi enfrente del edificio del Senado. Diseñado por el gran pintor Manuel Mampaso, el conocido decorador Pinto Coelho y el arquitecto Luis Carruncho, el local es de los preferidos, especialmente por quienes visitan la ciudad. Como ése están también Casa Patas, en la calle Cañizares, y El Corral de la Morería, en el número 17 de la calle que toma su nombre. Es considerado como la Catedral del Arte Flamenco en España.
Churros, chocolate y barquillos. La Chocolatería San Ginés es una de las más famosas de Madrid. Está ubicada en el pasadizo de San Ginés (en pleno centro de la ciudad: muy cerca de la Puerta del Sol). Se trata de uno de los sitios más populares para tomar chocolate con churros, ya desde que se fundó en el año 1894. Hoy en día es un lugar turístico donde se reúnen visitantes y lugareños a degustar un desayuno, una merienda y hasta un chocolate después de una noche de fiesta. ¿Otro sello madrileño? Los barquillos y, por supuesto, los barquilleros. Muchos de ellos están en los alrededor de la Plaza de Oriente y también en El Rastro.
El Barrio de las Letras. Debe su nombre a la intensa actividad literaria desarrollada a lo largo de los siglos XVI y XVII. En esta zona fijaron su residencia algunos de los literatos más destacados del Siglo de Oro español, como Lope de Vega, Quevedo o Góngora, y en ella estuvieron situados los teatros de la Cruz y del Príncipe, dos de los corrales de comedias más importantes de aquella época. En el número 87 de la calle de Atocha, una de las vías que limitan el barrio, se encontraba la imprenta de Juan de la Cuesta, donde se hizo la edición príncipe de la primera parte de Don Quijote (1604).
El Cocido… ¡madrileño! Es contundente, sin duda. Pero hay que hacer estómago. Una olla inmensa de tres vuelcos, con su sopa, garbanzos, verdura y carnes tradicionales: morcilla, chorizo, tocino ibérico, codillo de jamón, carne, pollo, patata nueva, zanahoria, repollo, garbanzos… ¿Los lugares emblemáticos? El primero, sin duda, Lardhy; le siguen, con una pronunciada distancia de precio, La Taberna de Daniela (hay cuatro, una de ellas en Chucilleros) y en La Barcaza Marinera, en esta última se declaran especialistas en cocido madrileño, todos los días tienen cocido madrileño completo y en su propaganda afirman que si te comes todo lo que ponen no pagas.
La cuesta de Moyano. Junto al Jardín Botánico, comunicando la Glorieta de Carlos V y el parque de El Retiro, se encuentra esta vía peatonal conocida como Cuesta de Moyano, en donde se agrupa una fila de casetas de libreros de viejo. Abierta todos los días de la semana, tiene su origen en 1925. En los últimos años, la Calle de Claudio Moyano ha pasado por un proceso de remodelación que ha incluido la peatonalización y la creación de un carril bici, lo que favorece aún más el paseo por la zona. Corona la cuesta la estatua de un ilustre de las letras españolas, el escritor Pío Baroja.
Las cuevas de Luis Candelas. Este restaurante se encuentra en pleno Madrid castizo y turístico. Su clientela es, en su mayoría, gente que viene de visita a la ciudad. Todo esto no desmerece una cocina tradicional y bien hecha a la que puede acudir cualquiera que busque esa cocina española. Cochinillo y lechazo magníficos que nos traen sabores y olores de otro tiempo y otra manera de comer que aquí podemos recuperar. Durante los años 1.825 al 1.837, este enclave sirvió de guarida y cobijo a los célebres bandidos capitaneados por Luís Candelas; de ahí su nombre.
La noche… Madrid no duerme, jamás. Y sea lunes o viernes, hay sitios para una copa, una cerveza, un concierto o una buena juerga. ¿Zonas? Hay varias, dependiendo de los gustos y los bolsillos: La Plaza de Santa Ana y las calles de Huertas y Cruz en el Barrio de las Letras; la Gran Vía, las calles Fuencarral y San Bernardo, y la glorieta de Bilbao delimitan la macha de Malasaña, que tiene su epicentro en la Plaza Dos de Mayo; Chueca, por supuesto; pero también la calle Alberto Aguilera, el Paseo de la Castellana y las calles de Alcalá, María de Molina y Francisco Silvela.
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