Cultura

Oliver Sacks: motos, sexo, drogas y amor a sus pacientes

Un documental ahonda en la figura del escritor y divulgador científico que unió ciencia y humanidad

El neurólogo Oliver Sacks murió en 2015 y dejó como legado un puñado de bestsellers en los que explicó al público mayoritario algunos de los misterios de la mente humana, pero también es recordado por haberse convertido en un referente en la difícil tarea de combinar la empatía y la compasión con la ciencia, tal y como demostró en su trato con los pacientes y según revelan sus publicaciones. Ahora, el documental 'Oliver Sacks: una vida' ahonda en su figura y en los rincones más desconocidos de su vida a partir de su propio testimonio y de quienes compartieron experiencias con él, y repasa su trayectoria personal y profesional desde su infancia hasta la publicación de su autobiografía el mismo año en el que falleció.

Este médico, escritor y divulgador científico estaba obsesionado con las motos, tuvo una juventud autodestructiva, logró un récord de halterofilia en California, sufrió la incomprensión de su madre, a quien su homosexualidad le pareció una aberración, y vivió con una dedicación absoluta a la neurología y a la escritura a partes iguales. De hecho, pocos días antes de morir seguía escribiendo. Su vida fue fascinante y compleja, tal y como él mismo señala en este documental, en el que participó cuando ya era consciente del cáncer terminal que padecía, por el que solo le daban unos meses de vida. La cinta, que ha participado en varios festivales, puede verse desde esta semana en la plataforma Filmin.

La empatía con sus pacientes era tan extraordinaria que no solo conseguía acercar a la mayoría de las personas algunas de las enfermedades con las que trabajaba, sino que liberó a los pacientes que trataba y les dio la oportunidad de regresar al mundo del que se habían desconectado

Lo primero que hacía Oliver Sacks (Londres, 1933 - Nueva York, 2015) cuando veía a un paciente por primera vez era preguntarle: "¿Cómo estás?". Su empatía con ellos era tan extraordinaria que no solo conseguía acercar a la mayoría de las personas algunas de las enfermedades con las que trabajaba, sino que liberó a los pacientes que trataba y les dio la oportunidad de regresar al mundo del que se habían desconectado y que les había dejado apartados, lo que probablemente se convirtió en su mayor aportación. La clave de Sacks era, según afirman algunos de los profesionales médicos con los que trabajó, que "trataba a la persona y no la enfermedad". Entre las muchas anécdotas que cuenta la cinta, destaca el día en el que Sacks decidió llevar a una de sus pacientes a dar una vuelta en su moto.

Este neurólogo, que fue ignorado y criticado por algunos compañeros de profesión, y que pasó por penurias personales, quiso dejar constancia tanto en sus memorias 'En movimiento (Anagrama, 2015) como en vídeo de una vida llena de satisfacciones y también de adversidades. Del mismo modo que su escritura tiene la capacidad de llegar al lector, tanto si disecciona la mente humana como si analiza su propia vida, este documental es imprescindible para comprender la dimensión de una personalidad tan brillante y especial, y consigue además conmover al espectador y despertar la curiosidad por un personaje tan fascinante.

Una de sus contribuciones más famosas fue 'Despertares' (1973), un relato autobiográfico sobre su experiencia con pacientes con encefalitis letárgica, que tuvo su adaptación cinematográfica en 1990 con Penny Marshall ('Big', 'Ellas dan el golpe') a la dirección y con Robin Williams y Robert de Niro como protagonistas. Este documental recoge algunas de las imágenes que Sacks grabó en el hospital Beth Abraham, donde llevó a cabo un estudio con levodopa, una sustancia con la que consiguió sacar del letargo y del estado catárquico a quienes padecían esta enfermedad, que causó una epidemia entre 1917 y 1928. Según también recoge la ficción de la adaptación a la gran pantalla de la obra de Sacks, la mejoría solo duró un tiempo, aunque llevó a la lucidez a algunas de las personas que habían permanecido en un estado de semi inconsciencia durante años.

Autodestrucción y 35 años sin sexo

El autor de 'El hombre que confundió a su mujer con un sombrero' (1985) o 'Con una sola pierna' (1998) era hijo de médicos y su madre fue una de las primeras cirujanas de Reino Unido. Dos de sus hermanos también siguieron la trayectoria de sus padres, pero otro de los hijos padecía esquizofrenia, una enfermedad que influyo a Sacks en su carrera profesional. Además, también le marcó su relación con su madre, a quien se sentía muy unido y quien vio en su pequeño una proyección de sí misma. De hecho, en alguna ocasión llevó a casa fetos muertos para que el propio Oliver los diseccionara, cuando él apenas tenía unos 10 años.

Cuando su madre se enteró de que era homosexual le llamó "abominación" y esas palabras le acompañaron durante toda su vida, le condicionaron, le inhibieron y le provocaron un gran sentimiento de culpa

Tal y como cuenta Sacks en este documental, cuando su madre se enteró de que era homosexual le llamó "abominación". Entonces, este neurólogo y escritor decidió marcharse a San Francisco (Estados Unidos), donde continuó su carrera, aunque el enfado de su madre y sus palabras le acompañaron durante toda su vida, le condicionaron, le inhibieron y le provocaron un gran sentimiento de culpa. Además, en el Londres de los años 50, las conductas homosexuales eran consideradas delito y podían acarrear penas graves, que incluían tanto el encarcelamiento como la castración química, tal y como le ocurrió al matemático Alan Turing. "Estaba enfadado con mi madre, con la religión, con Reino Unido y con la sociedad homofóbica", cuenta en este documental Sacks, quien estuvo durante 35 años sin mantener relaciones sexuales.

Sacks siempre tuvo un carácter autodestructivo de joven y, según él mismo cuenta, no esperaba llegar "ni a los 80 ni a los 40 años". El consumo de anfetaminas le llevó al límite en varias ocasiones. Le costaba encontrar su camino, sentía insatisfacción y no sabía qué dirección tomar, a pesar de que contaba con un talento bruto. Tal y como resaltan muchos de los compañeros de Sacks, su carácter autolesivo chocaba con su empatía y con su capacidad de observación, lo que le convirtió en alguien esencial en su campo, especialmente con el ciudadano común. Porque Sacks no solo se involucró con cada uno de sus pacientes, sino que se preocupó de contar al mundo lo que él veía en ellos.

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