En el retiro montañoso de Hitler en los Alpes, conocido como el Nido del Águila, rugió por primera vez en el mes de julio de 1936 el motor de dos pequeños coches que adelantaban a enormes Mercedes. En aquel verano, Hitler quedó maravillado ante el prototipo del primer Volkswagen, literalmente en alemán, “coche del pueblo”, que el ingeniero Ferdinand Porsche le estaba presentando, y decidió crear la mayor fábrica de automóviles del mundo.
Dos años antes, Porsche había firmado el contrato con la industria del automóvil del Reich para desarrollar el primer coche de masas, un encargo personal del propio dictador alemán. Porsche cumplió con su fama de derrochador y necesitó 1,75 millones de reichsmark y dos años para presentar el modelo adecuado, el que acabaría siendo conocido como "escarabajo". Eran los primeros años de una empresa que en su origen tenía tres socios: el diseñador de coches, Ferdidand Porsche; su cuñado, el abogado vienés Anton Piëch; y Adolf Rosenberger, financiero de origen judío y director comercial que había sido piloto de carreras para Mercedes. Porsche, un hombre de 55 años impulsivo que generaba escenas violentas con rabietas propias de un niño malcriado, había sido el fundador de la empresa con sede en Stuttgart.
A pesar de que durante los primeros años sufrieron dificultades económicas, Porsche había rechazado un puesto para dirigir la producción de vehículos en la URSS. Pero unos días después del encargo de Stalin, el ingeniero se ponía a disposición del nuevo canciller alemán, Adolf Hitler. Aunque según explica David de Jong, en Dinero y poder en el Tercer Reich, no fue una decisión política puesto que el único interés de Porsche era diseñar coches y consideraba que su edad y el idioma iba a ser un impediemento para su trabajo en Rusia.
Durante 1933, primer año de Hitler en el poder, el ingeniero se había puesto en contacto con el dirigente y habían tenido una reunión en la Cancillería del Reich. Un año más tarde, firmaba el contrato para desarrollar el Volkswagen que acabaría con las dificultades económicas de Porsche. De Jong explica en su obra que el contacto con el dictador no fue la única ayuda para el ingeniero, y desde el primer momento, la empresa se aprovechó de la legislación antisemita.
El 5 de septiembre de 1935, diez días antes de que se promulgaran las Leyes de Núremberg, la Gestapo arrestó a Adolf Rosenberger, acusado de “corrupción de la raza” por quedar con una mujer que no era judía. Con la empresa dando beneficios, Porsche y su cuñado Piëch se propusieron expulsar a los dos socios que no eran de la familia. En el caso de Rosenberger fue según De Jong, un claro “proceso de arianización”, un sistema que fue utilizado para despojar a los judíos de sus propiedades, ya fuera con la compra a un precio irrisorio de sus casas, acciones o empresas o directamente mediante el robo. “Se me recriminó que no nos concederían ningún certificado ni nada similar como empresa no judía si yo permanecía como socio” [...] “se aprovecharon de mi condición de judío para librarse de mí a un precio irrisorio”, señalaba Rosenberger.
Fabricar el "coche del pueblo"
El 26 de mayo de 1938, Hitler colocaba la primera piedra de la fábrica Volkswagen en un municipio cercano a Wolfsburg. Inspirados en el modelo de producción de Ford, Ferdinand se puso al frente de la fábrica y el 20 de abril de 1939, en el 50 cumpleaños de Hitler, le regaló el primer Volkswagen, un escarabajo negro descapotable. Pero los planes de una planta capaz de sacar al mercado más de un millón de coches al año se vieron frustrados por la guerra. Solo se produjeron 630 escarabajos que fueron destinados para la élite nazi, estafando millones de marcos a los alemanes que habían suscrito una compra a plazos y que nunca vieron sus vehículos.
La agresiva política imperialista hitleriana que condujo a la Segunda Guerra Mundial acabó con su plan del “coche del pueblo”, y la fábrica, todavía en obras, se remodeló para crear armas y vehículos de guerra. De allí salieron vehículos como el Kübelwagen (el coche cubo) que usaban las tropas de Rommel en África, misiles, minas antitanques, bazucas, piezas de tanques, e incluso el primer avión de combate del mundo, el Me 262. Con buena parte de los alemanes movilizados, la maquinaria de la industria Volkswagen pudo funcionar con cientos de miles de prisioneros de guerra soviéticos que llegaban desnutridos. La mano de obra esclava engrosó cada fábrica Volkswagen e incluso el servicio doméstico personal de los Porsche que se habían trasladado a Austria para evitar los bombardeos aliados.
Consumada la derrota alemana y tras varias detenciones, los Porsche-Piëch fueron liberados y llegaron a la década de 1950 con una ventajosa posición. Con un nuevo consejero delegado en Volkswagen elegido por los británicos, la familia Porsche consiguió un 1% sobre la tasa de matriculación de cada Escarabajo que se vendiera en el mundo. El acuerdo acabó representando una fortuna con el éxito de ventas del modelo, uno de los más vendidos en la historia, con unos 21,5 millones de unidades. Además, recibieron los derechos exclusivos de importación de Volkswagen a Austria, convirtiéndose en la concesión más grande del país, y que en 2011 volvió a ser vendida a Volkswagen por 3.300 millones de euros. La suerte les sonreía en todos los aspectos, y el Porsche 365, el primer deportivo con el nombre de la familia y diseñado por Ferry, el hijo de Ferdinand, también fue un éxito en el mercado automovilístico más grande del mundo, Estados Unidos, donde sus principales clientes eran las clases adineradas.
Setenta años después, el Grupo Volkswagen es el primer fabricante mundial de automóviles y varios de sus modelos como el Escarabajo, Golf y Passat figuran en la lista de los más vendidos de la historia. Se estima que la fortuna de la dinastía Porsche ha aumentado hasta los 20.000 millones de euros.
Oscuro pasado de propietarios de BMW, Oetker o Allianz
La obra de De Jong repasa el oscuro pasado de otros clanes familiares como los Quandt. A diferencia de los Porsche, cuando los nazis llegaron al poder, Günther Quandt ya era uno de los empresarios más importantes de Alemania con empresas textiles, armamentísticas y de baterías que durante el Tercer Reich también se benefició de los procesos de “arianización” y el uso de mano de obra esclava. Günther fue marido y padre del primer hijo de Magda Ritschel, posteriormente conocida como Magda Goebbels, cuando se volvió a casar con el ministro de propaganda nazi. Actualmente, los Quandt, accionistas mayoritarios de BMW entre otras empresas, siguen siendo una de las familias más ricas de Alemania.
Por las páginas del libro también pasa la dinastía Oetker, especializada en productos de alimentación; los Flick, dedicados a la minería y siderurgia, cuyo patriarca, Friedrich fue condenado a siete años de prisión en Núremberg por crímenes de guerra. O los bancos y empresa aseguradora Allianz de los von Finck, controlados por August, un ferviente antisemita y admirador de Hitler y cuyo hijo del mismo nombre, fallecido en 2021 con una fortuna de unos 9.000 millones de dólares, y que según Der Spiegel financió al partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD).
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