¿Conocemos todos los favoritos de los Oscar? Cuando se estrenó en Francia La familia Bélier (Éric Lartigau, 2014), ahora calcada casi secuencia por secuencia en Coda (siglas en inglés de 'Hijo Oyente de Padres Sordos'), parte de la comunidad sorda del país mostró su indignación porque todos los actores protagonistas eran oyentes y habían estudiado durante meses para aprender la lengua de signos. Surgía de nuevo la ahora revitalizada polémica de si un actor debe interpretar a un representante de una minoría desfavorecida o si es uno de ellos el que debe aprender a actuar para intervenir en las películas y así aportar visibilidad a su colectivo.
No conocemos la respuesta correcta pero, por si acaso, la realizadora y guionista de su nueva versión, Sian Heder, no ha cometido el mismo ‘error’ y la familia sorda de su película está interpretada por actores sordos, lo que implica para el cinéfilo volverse a encontrar con Marlee Matlin, ganadora de un Oscar por la inolvidable Hijos de un dios menor. Es, junto con el cambio de profesión de la familia, de ganaderos a pescadores, el único punto original de un filme realizado con dos objetivos muy transparentes: emocionar y concienciar a su manera. Dicho esto, lo sorprendente es cómo la industria norteamericana, en este caso Apple TV+, que desembolsó 25 millones de dólares para hacerse con él, había tardado tanto en adaptar la muy sentimental La familia Bélier.
'Coda': emociones y lagrimones
El nuevo profesor de música de un instituto de Gloucester, Massachusettes, Bernardo Villalobos (Eugenio Derbez), libera la oculta vocación de la adolescente Ruby (la inglesa Emilia Jones), que siempre había querido formarse para cantar, lo que implicaba alejarse de su familia, todos sordos menos ella. Su madre (Marlee Matlin), padre (Troy Kotsur, nominado al Oscar) y hermano (Daniel Durant) la necesitan en su trabajo diario como pescadores y para relacionarse con los demás habitantes de su pueblo, así que está condenada a permanecer con ellos el resto de su vida.
La película arrasó con cuatro premios de Sundance, récord en el certamen
Naturalmente (si no la película no tendría sentido) todo cambiará porque si no la pobre Ruby cantaría todas las mañanas hasta su muerte ‘Something’s Gotta Hold’ de Etta James en el barco familiar, que es lo que hace al principio de un filme rebautizado en España con Los sonidos del silencio en inexplicable homenaje a Simon & Garfunkel. Este cambio en su previsible vida llega con el mencionado profesor, casi un ángel en la tierra, y con el inevitable amor adolescente bello y puro simbolizado en su compañero de clase, coro y algo más Miles, interpretado por el irlandés Ferdia Walsh-Peelo (Singstreet). Que la chica cante un clásico del soul que su familia no puede oír es una forma más que eficiente de comenzar una película que arrasó en el último Festival de Sundance con cuatro premios, récord en el certamen, y que nacía con el inconveniente de estar subtitulada en muchos minutos de su metraje. El cine se abre poco a poco a estas circunstancias y eso es siempre una excelente noticia.
Pero, al igual que la película original, que la protagonista sea una joven guapa, encantadora con hermosa voz y que su familia sea también una maravilla de comprensión y simpatía alejan el bonito espectáculo, casi propio de telefilme de nuestras sobremesas de fin de semana, de la realidad. ¿De verdad los padres de la adolescente Ruby esperan que trabajara con ellos toda la vida incluso abandonando los estudios? O, visto desde el otro lado, ¿es capaz la niña de abandonar a padres y amigos y a la bellísima hermandad de puerto para triunfar sola y lejos?
En el caso del más estricto cine comercial con rumbo en barco pesquero al Oscar, y de eso hablamos aquí, el argumento siempre apostará por un profesor-instructor hombre llegado de la nada para iluminar el futuro de una joven confundida y, para acabar, también se inclinará por un concurso de talentos final donde los chavales pueden llegar a su objetivo último: triunfar en la canción y abandonar el lastre del pasado. En Coda incluso tres jueces sentados y propensos al sofocón emocional se encargarán de confirmar si la chica vale o no para el artisteo. ¿Nos recuerda a algo?
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