El cineasta español Paco Plaza está voluntariamente encasillado en el cine de terror, un género del que solo se ha separado en una ocasión para probar suerte con el thriller en Quien a hierro mata (2019). Aquella aventura tuvo un resultado sobresaliente, pero a pesar de ello no renuncia a sus raíces como aficionado y regresa al terreno en el que se siente más cómodo con La abuela, que se estrena en los cines el próximo 5 de enero.
La película, que fue una de las damnificadas por la covid durante su rodaje, se presentó finalmente en la pasada edición del Festival de San Sebastián, donde compitió por la Concha de Oro. Ni él mismo sabe cómo esta "rara avis" entró en un certamen convencional, tal y como ha señalado en esta entrevista a Vozpópuli, pero lo cierto es que los mensajes son tan nítidos y la narrativa tan universal, que después de ver la cinta uno no duda de por qué no debería estar restringida a un público minoritario.
Pregunta: La abuela se presentó en el Festival de San Sebastián. ¿Crees que los certámenes se están abriendo a los géneros?
Respuesta: Fui el primer sorprendido, porque no es habitual que haya propuestas de cine de terror en festivales de clase A, pero supuso una alegría enorme estar en el festival más importante que hay en España, que consideren que una película tan de terror como esta la nuestra tenga los valores necesarios para estar en la Sección Oficial.
La juventud y la belleza, en esta sociedad tan hedonista en la que vivimos, se han convertido en valores que se colocan en el centro del discurso, cuando paradójicamente son aspectos que caducan", afirma el director
P: Esta es una película de terror que habla de una de las obsesiones de estos tiempos: la juventud.
R: La juventud y la belleza, en esta sociedad tan hedonista en la que vivimos, se han convertido en valores que se colocan en el centro del discurso, cuando paradójicamente son aspectos que caducan, que no están destinadas a permanecer e intentamos fingir que sí. Nuestra sociedad es un poco Dorian Gray, tenemos ese anhelo de perpetuar la juventud y cuando halagas a alguien le dices que no se le nota los años que tiene; hay una obsesión por cubrir las canas; y parece un pecado cumplir años, es casi una condena demoniaca.
Ahí arranca mi interés por hacer la película: hablar de esa especia de satanización del paso del tiempo. Vivimos en una sociedad que despilfarra un caudal muy valioso que es la sabiduría que da la experiencia, así que la película tiene una lectura de venganza de los ancianos.
P: ¿Cómo afectó la covid al rodaje?
R: Nos partió el rodaje. Empezamos antes, paramos cuatro meses y luego la terminamos. Todas las películas, voluntaria o involuntariamente, se convierten en un espejo y son deudoras de la sociedad que las engendra, y en el caso tan peculiar de La abuela, la pandemia alimentó la película y la cambió, tuvimos que readaptar muchas cosas del guion. Lo que cambió es la mirada, porque ahora pensamos en los ancianos de manera diferente a como lo hacíamos hace dos o tres años. Tenemos imágenes y experiencias más o menos cercanas todos que nos hacen tener una percepción de fragilidad. El lugar de los mayores en la sociedad, las residencias y los cuidados son temas ante los que estamos más sensibles.
P: En defensa del cine de terror, ¿por qué crees que uno de los mejores géneros para hablar de temas que preocupan, a pesar de la fantasía?
R: La abstracción favorece poder hablar de manera directa. La realidad te constriñe y si estás jugando en códigos realistas, tu terreno de juego está limitado por las normas de la lógica y del mundo real, y cuando abres la puerta a la fantasía el límite estás expandiendo el campo, el límite es tu imaginación y eso permite que se pueda hablar de una manera más poética y profunda de los temas.
Me siento más cercano a muchos directores franceses o australianos de cine de terror que a compatriotas", asegura Plaza
P: ¿Podría decirse que el cine de género tiene un público fiel y que, por tanto, es más rentable?
R: Siento que el género de terror nos une por encima de las fronteras. Me siento más cercano a muchos directores franceses o australianos de cine de terror que a compatriotas. Es verdad que alrededor del género se forma una comunidad que es mundial cuya capital sería el Festival de Sitges, algo parecido al heavy metal en la música. Hay un sentimiento de pertenencia muy fuerte entre los aficionados del género.
P: Después del thriller Quien a hierro mata, ¿te planteas salir del terror?
R: Me considero un director de cine de terror y me gustaría serlo toda mi vida. Tuve una experiencia aislada con Quien a hierro mata porque el guion me gustó muchísimo, pero lo que me nace es el cine de género, porque te permite hablar de las cosas de una manera más profunda sin tener que pagar el peaje de ser realista.