Cultura

Pamela Anderson: sexo, maridos y cintas de vídeo

La actriz muestra sus diarios y narra su vida en un documental que acaba de estrenar Netflix

La vida de Pamela Anderson tiene muchos puntos en común con la de otras estrellas del espectáculo tan mediáticas como lo ha sido ella. En su trayecto ha habido abusos, una violación, un aborto, una relación tormentosa con denuncias por malos tratos, un robo de un vídeo con imágenes íntimas y un sinfín de matrimonios fracasados o relaciones sentimentales con actores, músicos y surfistas.

Con esta lista de detalles, uno podría esperar que la vida de la actriz hubiese terminado en desgracia, como le ocurrió en otro tiempo a Marilyn Monroe, tan abrumada por el icono en el que se convirtió y el mito que la devoró. Pamela Anderson, en cambio, esquivó la desgracia y vive feliz a sus 55 años en el enclave de la costa oeste canadiense en el que creció, podando rosales y recibiendo la visita de sus dos hijos mayores. Recuerda con cariño su pasado como la rubia más famosa del mundo en la que se convirtió y continúa coleccionando maridos en un afán romántico por emular la estabilidad tormentosa de sus propios padres.

Pamela Anderson (Ladysmith, Canadá, 1967) fue un icono erótico, una rubia explosiva responsable en los años 90 de despertar el apetito sexual en los adolescentes que la observaban atónitos correr a cámara lenta y enfundada en un escueto bañador rojo por las playas de California en la serie Los vigilantes de la playa (Baywatch, en su título original). Aquella trama tan inocente de socorristas de playa que se enamoraban y vivían aventuras al tiempo que se tiraban al agua, que dio tanto glamour a la Cruz Roja en las costas españolas, llegó después de un buen número de posados para la revista Playboy.

En esta publicación para adultos se convirtió en conejita y debido al éxito que tuvieron sus desnudos y sus posados sugerentes cuesta creer que su descubrimiento fuera casi fortuito, cuando llamó la atención en un partido de fútbol americano al que había acudido y en el que lucía una camiseta de una marca de cerveza. Tras aparecer en las pantallas gigantes, la marca la llamó y la propuso participar en un anuncio y en un póster. Lo siguiente fue una llamada para protagonizar la portada de una de las revistas más famosas para adultos.

Pamela Anderson y el surfista Kelly Slater / Netflix

En el documental Pamela: una historia de amor, que acaba de estrenar Netflix, la propia actriz repasa esta trayectoria meteórica desde un presente idílico, una madurez envidiable y una serenidad que sorprende. Como le gustan los retos, según confiesa, se ha abierto a prestar todos sus diarios, que no son pocos, puesto que se dedicó a escribir todas sus experiencias desde niña. Decenas y decenas de cuadernos. Más tarde, con la llegada masiva de las cámaras domésticas a los hogares, empezó a registrar todos sus recuerdos, también el de aquel viaje a Cancún (México) en el que un rockero la persiguió hasta conseguir su compromiso.

Como ya es sabido, Pamela y Tomy Lee, batería del grupo Möntley Crue, se casaron a los cuatro días de conocerse. En esta película documental, ella admite que la primera noche que estuvieron juntos probó el éxtasis. Lo que continuó fue una boda en bikini en la playa y una luna de miel en la que empezaron a conocer detalles el uno del otro, como sus gustos gastronómicos.

Si en febrero de 1995 se dieron el sí quiero, a los pocos meses ya esperaban su primer hijo, pero el estrés al que se vio sometida la actriz durante el rodaje de su primera película (Barb Wire, 1996, cuyo rodaje se presentó en el Festival de Cannes el año anterior) le provocó un aborto que truncó sus planes de ampliar la familia, aunque no tardaron en cumplir su sueño y pronto nació su primer hijo, Brendan. Poco después llegó su segundo vástago, Dylan.

Para los abogados de la parte denunciada, haber formado parte del universo Playboy no le otorgaba derecho a tener intimidad, una intromisión en su vida que la modelo y actriz sintió con la misma intensidad que la violación que sufrió de niña

Aquella idílica postal se ensució tras el episodio que es de sobra conocido y que llenó de titulares la prensa de aquellos años, cuando todo el mundo leía en papel. La pareja denunció el robo de su caja fuerte, tras unas obras de rehabilitación en su casa, y poco después alguien les extorsionó con la difusión de un material que se custodiaba allí: unas imágenes íntimas y caseras con contenido sexual. Finalmente, Pamela Anderson y Tomy Lee denunciaron a Internet Entertainment Group, responsables de difundir el vídeo en internet, lo que llevó a la actriz a sufrir situaciones desagradables que le recordaron momentos del pasado, tal y como recuerda en este documental.

Pamela Anderson y uno de sus hijos / Netflix

Para los abogados de la parte denunciada, haber formado parte del universo Playboy no le otorgaba derecho a tener intimidad, una intromisión en su vida que la modelo y actriz sintió con la misma intensidad que un hecho traumático que sufrió cuando apenas tenía 12 años: una violación por parte de un conocido, varios años mayor que ella, y que nunca denunció, ni tampoco se lo contó a su madre, tan preocupada por su propia relación con su marido y padre de sus hijos.

Pam & Tomy, la serie

Este documental refleja un 2022 agridulce para Pamela Anderson. En febrero salió a la luz la miniserie Pam & Tommy, que se centra en el turbulento romance entre el rockero y la modelo y actriz, lleno de episodios de celos, y que terminó en divorcio tras las acusaciones por malos tratos por las que el miembro de Möntley Crue pasó un tiempo en la cárcel. Además, cómo no, revive el escándalo que supuso en su vida la difusión pública de sus grabaciones íntimas, algo que más tarde repitieron otros actores en busca de fama, pero que en su caso supuso un duro golpe y, lejos de abrirle nuevos horizontes artísticos, sumió la carrera de la modelo en la debacle.

Tal y como ella misma señaló en alguna entrevista, ante las preguntas insistentes de los periodistas, excepto el pelo, las prótesis y los tacones, todo lo que se veía era suyo

Años después de usar su fama y su imagen para dar eco a causas animalistas como las de PETA, organización con la que se vinculó en varias campañas, la actriz, a sus 55 años, se enfrentó a un reto que también se recoge este documental: su debut en el musical Chicago, en Broadway, donde dio vida entre abril y junio del pasado año a Roxie Hart, una cantante que sueña con cantar y bailar para salir de su vida gris.

Su intento por meter la cabeza en un proyecto más serio, con el que pudiese llamar la atención más allá de sus curvas, se hizo realidad casi al mismo tiempo que terminaba el rodaje del documental con el que también trataba de encontrar justicia y liberarse de aquello que, no obstante, la encumbró. Tal y como ella misma señaló en alguna entrevista, ante las preguntas insistentes de los periodistas, excepto el pelo, las prótesis y los tacones, todo lo que se veía era suyo.

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