Patrici Tixis es un nombre clave en el mundo del libro. Es presidente del Gremio de Editores de Cataluña y de la cámara del libro de esa comunidad autónoma, que aporta la mitad de la facturación del mercado editorial español. Desde 2001, Tixis funge como director de comunicación del Grupo Planeta, primer conglomerado editorial en lengua española y catalana. Su visión, pues, no puede ser más cercana en lo que a la industria del libro respecta y ésa es justo la cuestión central de esta entrevista: ¿de qué forma la tensión política ha influido en el tejido industrial de la edición? ¿siguen dadas las condiciones para la candidatura de Barcelona como capital de la edición en español?
El tercer encuentro Foro Edita Barcelona, organizado por el Gremio de Editores de Cataluña que Tixis preside, concentró su temario en la innovación como clave general. Ticis quiere que eso quede claro: no era sólo una reunión de editores catalanes, sino del sector. Más de doscientos profesionales de América, Europa y España se dieron cita en Barcelona para hablar de los retos que enfrentan: la feroz competencia de las plataformas electrónicas y audiovisuales, por ejemplo. A aquella reunión no acudieron los representantes ni del gobierno central ni el regional, aunque sus organizadores aludieron temas de agenda como posible explicación de tan manifiesta ausencia.
De las 200 editoriales agremiadas en Cataluña, cerca de 25 cuentan con más de 120 filiales o sucursales repartidas en una treintena de países de Europa, Asia y América. Madrid y Cataluña juntas concentran el 92,9% de todo cuanto se publica en España. Uno de los elementos que aporta más diversidad, y al mismo tiempo complejidad, el hecho de que Cataluña es un mercado que funciona en castellano y catalán; de hecho, en Barcelona están concentradas 290 editoriales afiliadas a Federación de Gremios de Editores de España (FGEE).
El bastión empresarial del libro en Cataluña está representado en el Grupo Planeta, donde Tixis trabaja desde ya casi veinte años. Se trata del primero en España y el sexto en todo el mundo y agrupa más de cien sellos, 15.000 autores y vende un promedio 130 millones de libros cada año. En octubre del año pasado, a pocos días de celebrarse la ceremonia de entrega de su premio de novela, Planeta trasladó su sede social a Madrid. Si bien es cierto mantuvo su personal en Barcelona, como aclara Patrici Tixis, la empresa no reculó en aquella decisión, motivada en buena parte por la declaración independencia unilateral que hizo el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, fue el motivo principal de aquella decisión. ¿Cómo y de qué informa influye esta tensión? ¿Ha tenido consecuencias? ¿Cuál es la salud editorial de Barcelona en este momento? Esas son algunas de las preguntas a las que Tixis responde en esta entrevista.
¿Cómo luce la radiografía del mercado editorial catalán en los últimos tres años?
El mercado en Cataluña no evoluciona de una manera muy distinta a como lo hace en el resto de España. Hay dos cosas fundamentales en Cataluña: la importante cifra de todo cuanto se produce para España y América Latina y, luego, lo que se produce en catalán: alrededor de 8.000 novedades al año. Esa cantidad es un lujo, por el peso que tiene y por la comunidad a la que va dirigida, siete millones de personas.
"Se producen 8.000 novedades al año en catalán. Esa cantidad es un lujo, por el peso que tiene y por la comunidad a la que va dirigida, siete millones de personas"
¿Esos 8.000 títulos qué son exactamente? ¿Libro de texto, literatura, divulgación?
Es general. Hay pocas lenguas del tamaño de mercado que tiene el catalán y que además generen una producción editorial tan relevante. Eso ocurre porque hay una industria detrás, muy potente, que produce para toda Iberoamérica.
¿Cómo ha afectado el independentismo a la industria? Planeta, por ejemplo, movió su sede a Madrid en octubre de 2017.
Notamos un bajón en el consumo durante los meses de octubre y noviembre, como se notó en cualquier otro producto, pero sobre en los libros y consumo cultural, es decir, el teatro, el cine… La gente en Cataluña en ese momento estaba más pendiente del día a día, de la información de la actualidad. Dicho esto, quiero decir que nuestra actividad sigue siendo muy alta. Vamos mucho mejor que el año pasado, con respecto a la producción editorial.
Ricardo Cayuela, de Penguin Random House México, asegura que las condiciones políticas están empujando a Barcelona a dar la espalda a la capitalidad de la edición. ¿Qué piensa?
Creo que la reflexión que ha hecho Ricardo Cayuela se refería al hecho de que Barcelona es la capital editorial para el mercado editorial iberoamericano, en el sentido de que agrupa al español por supuesto y al catalán, que también es una lengua de la que estamos muy orgullosos de publicar. La apuesta de Barcelona tiene que tener el apoyo institucional. En este momento los dos grandes grupos editoriales más relevantes están tomando sus decisiones aquí. Planeta trasladó su sede corporativa, pero sus empleados siguen trabajando en Barcelona. Planeta tiene sedes también en toda España. La sede para toda América Latina está en México. En Paris está el Grupo Editis. Estamos produciendo y pensando editorialmente en varias ciudades al mismo tiempo. El cambio de sede corporativa se hizo en una sede del grupo que tiene varias actividades, pero las editoriales siguen en Barcelona.
"Hay pocas lenguas del tamaño de mercado que tiene el catalán y que además generen una producción editorial tan relevante. Eso ocurre porque hay un industria muy potente que produce para Iberomamérica"
No renuncia Barcelona a ser la capital editorial en español, pero a las autoridades no les interesa apoyarlo demasiado.
Barcelona reúne todas las condiciones: es la segunda ciudad en número de habitantes, la primera en la producción editorial. Históricamente ha sido un referente para América Latina. Cayuela comentaba lo difícil que sería para México sustituirla, porque para ellos no es un referente mientras que Barcelona sí continúa siéndolo. Desde el punto de vista industrial es así y queremos que siga siendo así.
En una Cataluña independiente, España perdería 50% de su facturación.
Ese es un escenario que no existe. No se ha producido.
Pero los intentos persisten.
Me refiero a la situación actual. Así que, hablando por el conjunto de los editores: sin ningún género de dudas, queremos que Barcelona continúe siendo el referente. Si resulta que un día, pues, la población catalana decide que Cataluña debe de ser independiente, cada editorial decidirá lo que tiene que hacer.
"Si resulta que un día, pues, la población catalana decide que Cataluña debe de ser independiente, cada editorial decidirá lo que tiene que hacer"
El Grupo Planeta y Penguin Random House se reparten el mercado español. ¿La concentración editorial le parece saludable? ¿Está demonizada?
La industria editorial debe de ser global y local al mismo tiempo. Los grandes grupos editoriales trabajan así. Cada sello editorial debe tener su propia personalidad y permanecer muy cercano a sus lectores, esté donde esté, pero al mismo tiempo hay una serie de circunstancias industriales. Cuanto más global sea la distribución, el marketing y la comunicación, más impacto tendrá el la personalidad de cada sello. Son pequeñas unidades dentro de un organismo más grande que las asegura y las provee. Esta ecuación entre la globalidad y la localidad hay que mantenerla a toda costa. José Manuel Lara se refería a esta como una industria glocal.
Netflix ha ganado más volumen económico que muchos sellos. ¿La verdadera competencia proviene de dónde? ¿Internet? ¿Las plataformas audiovisuales?
La verdadera competencia será por el ocio cultural. Hay muchos factores que juegan a favor. El ser humano tendrá cada vez mas tiempo disponible para el ocio, por lo que existirá una competencia por ver quien atrae más personas hacia el contenido que está generando. En el mundo del libro tenemos un reto fundamental, que es el de la educación. Es decir: enseñar a los chicos jóvenes y los niños a que el libro es algo divertido. Se trata de conseguir que disfruten con la lectura y que no abandonen el libro porque la pantalla los distrae más. En España tenemos que buscar otra manera de aproximarnos al libro. Además de enseñar literatura en las escuelas, tenemos que crear el hábito de leer. Crear clubes de lectura en los colegios, generar la práctica, el hábito y el gusto por el libro. Es el ocio más barato. El precio medio del libro son 14 horas y si inviertes veinte horas de lectura, sale a menos de un euro la hora para disfrutar. Mejora el vocabulario, la capacidad de expresión, aprender historias nuevas, es un ocio activo… ¿Qué otra forma de entretenimiento aporta tanto?
"El lucro cesante en España de lo que se deja de ingresar por piratería es de 200 millones de euros, para un sector que factura dos mil y pico es un 10%"
Las cifras del observatorio no son muy optimistas. Un 40% no lee, pero… ¿y los que leen?
Un lector medio en España lee entre once y doce libros al año, esta es la última encuesta de hábitos de consumo. En Francia un lector medio lee 16 libros al año. Somos la cuarta potencia económica de Europa. Tenemos que acercarnos a esos estándares. El 40% de los chavales no ha acabado el bachillerato. Tenemos un nicho de gente a la que hay que acercar a libro, es un mercado potencial para crecer. Que vean Netflix, pero que se interesen también leer el libro de donde viene esa serie. Esto tiene que redundar en beneficio de la lectura. Tenemos que trabajar mucho para conseguirlo y hay que hacer entender a los gobiernos que la educación es fundamental.
¿Pacto por la Educación? ¿Pacto por la Lectura? ¿Pacto contra la piratería? ¿Todos juntos?
La creación de una Dirección General del Libro es una muestra de interés. Y lo mejor sería ser capaces de crear un gran pacto de educación y lectura. Es de las mayores cosas que podrían hacer las instituciones oficiales por el libro. Además, claro, es muy relevante que pongamos los medios para atajar la piratería. El lucro cesante en España de lo que se deja de ingresar por piratería es de 200 millones de euros, para un sector que factura dos mil y pico es un 10%. Además, es lago cultural: a una persona que se dedica un año a escribir no se le puede quitar el derecho de venderlo y ganarse la vida con eso. Hay que instalar esa idea en la sociedad.
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