Cultura

Patricia Highsmith y sus pequeños cuentos misóginos

A los 14 ya había leído Crimen y castigo, de Dostoievski; Los falsificadores de moneda, de André Gide, y La mente humana, de Karl Augustus Menninger, un autor que marcó

A los 14 ya había leído Crimen y castigo, de Dostoievski; Los falsificadores de moneda, de André Gide, y La mente humana, de Karl Augustus Menninger, un autor que marcó su obra. A los 24 publicó su primer relato en Harper´s Bazaar y dos años después su primera novela, Extraños en un tren, adaptada en 1951 por Alfred Hitchcock. Se trata de Patricia Highsmith, referencia indispensable del suspense de quien el sello Anagrama publica ahora un volumen que incluye sus cinco primeros libros de relatos. 

En estas páginas, Highsmith despliega los elementos esenciales de su universo novelístico: el crimen que irrumpe en lo cotidiano y la maldad despojada de cualquier redención. "El mundo de Highsmith carece de desenlaces morales; nada tiene en común con el de sus pares: Hammet y Chandler. Tampoco sus detectives (a veces monstruos de la crueldad como el teniente norteamericano Corby en El cuchillo o criaturas racionales, anodinas y amables como el inspector británico Brockway) tienen nada que ver con los  románticos y desilusionados detectives que, según sabemos, acabarán triunfando sobre el mal y asegurándose de que se haga justicia, aun cuando deban enviar a una de sus amantes a la silla eléctrica", asegura Graham Greene en las páginas introductoras.

La naturaleza del mal en Highsmith es profundamente más humana y compleja, y de ahí proviene al aliento del suspense, de los hilos que forman la urdimbre de sus criaturas. El crimen puede provenir de la enfermedad o la obsesión, como es el caso de los relatos que forman parte de Once, el primer libro, y en el que todas las acciones están impulsadas por algún tipo de compulsión o por un fuerte elemento emocional, como ocurre a los personajes de A merced del vientoa joven viuda preocupada por los peligros de un estanque para su hijo pequeño, o del rico jubilado que se retira al campo y se enfrenta con su vecino, o de una familia rota por el alcohol. En cada caso, la maldad se despliega como parte de una situación elemental, doméstica, individual. 

Además de La casa negra, esta recopilación incluye una entrega vertebrada en los animales y su relación con los humanos en Crímenes bestiales y, la que da título a esta reseña y requiere especial atención: los arquetipos femeninos representados en Pequeños cuentos misóginos, el que se alza como el mejor convenido y más mordaz de todos los libros incluidos en este volumen. Una vez más, Highsmith hace uso de la escala doméstica para acrecentar el suspense, de ahí que todo ocurra en un entorno aparentemente confortable e idílico.

Patricia Highsmith da un vuelco a las convenciones sobre el carácter femenino, que construye a partir de una serie de tópicos: la perfeccionista, la ñoña, la paridora, la perfecta señorita, "la prostituta autorizada o la esposa"... Se trata de piezas fulminantes, incluso hasta contraindicadas para los aseados lectores que desean fumigar el mundo de incorrección, y en las que la escritora destripa la naturaleza autodestructiva femenina, la oscura soledad de esos personajes afectivamente contrahechos, capaces también de una crueldad que acaricia lo macabro.

En 2015 el sello Círculo de Tiza publicó Suspense. Cómo se escribe una novela de misterio, un ibro que desentraña la arquitectura y el andamiaje detrás de la ficción y en el que Highsmith dice a su esperanzado  y novato lector: "Si no eres capaz de entretener, no escribas". En esa sola frase, lo ha dicho todo de su obra: esa máquina inmensa y precisa cuyas piezas jamas escucharemos chirriar. 

Un detalle de la portada del libro publicado por Anagrama.

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