El coronel del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor, actualmente en situación de reserva, Pedro Baños se ha convertido en los últimos cinco años en una de las caras más reconocibles del análisis geopolítico. El ahora exitoso autor de ensayos se ha propuesto, en las casi 600 páginas de La encrucijada mundial (Ariel), la misión "casi suicida" de proponer soluciones para alcanzar un mundo "más justo, más seguro y libre". El escritor advierte que las democracias corren el riesgo de desaparecer, "absorbidas por sistemas autoritarios que se muestren y se publiciten como más eficaces y mejor capacitados para satisfacer las necesidades de las personas". Baños insiste en que se trata de una obra dedicada a las generaciones más jóvenes que tienen y tendrán que lidiar con esta nueva encrucijada global.
Pregunta. Veo un tono muy pesimista en su libro sobre los sistemas políticos de las democracias occidentales, pero desde la Segunda Guerra Mundial, para España, algo más tarde, de forma paralela al desarrollo de estos sistemas, estos países han logrado las mayores cuotas de bienestar en su historia.
Respuesta. Sí, pero para lograr el bienestar tienes que obtener dinero. Los Estados tienen que ser ricos. Aquí, hasta ahora, hemos podido disfrutar de ese estado del bienestar porque la tecnología puntera la teníamos nosotros. Cuando tú tienes la tecnología puntera, lo que haces es copar los mercados y, por tanto, poder vender y obtener ingresos. Pero, eso también está cambiando y es parte de nuestro declive. Mantener el estado del bienestar tal y como ha existido hasta ahora mismo va a ser muy complejo. Sobre todo pensando que en el caso concreto de la Unión Europea, siendo 500 millones de habitantes, gastamos el 50% de todos los beneficios sociales del mundo, cuando en el mundo hay otros 7.500 millones de habitantes. El desgaste de la democracia viene también por muchos otros factores internos, en el sentido de que nuestros propios políticos todos los días están debilitando esta democracia. Lo estamos viendo de manera constante, no solamente en nuestro propio país, sino en el conjunto de esos sistemas democráticos, este llamado mundo occidental.
P. Sobre las debilidades de la política, explica en el libro que sería esencial regular las condiciones para dedicarse a un puesto político o a acceder a una lista. Pero este 'gobierno de Sabios' tampoco garantizaría la limpieza.
R. Lo que está claro es que ahora mismo estamos en un sistema que se está viendo muy imperfecto. Al final son personas, los políticos, nuestros líderes, a las que tú pones en sus manos las riendas de tu vida y de tu hacienda. No pueden ser cualquiera. Tienen que ser personas preparadas, capacitadas, no solamente ellos, sino el equipo que les rodea. Pero lo que estamos viendo, ahora mismo, es que todo ese sistema que hasta de cierto modo ha funcionado, está dejando de funcionar. Sobre todo porque hay otros sistemas que se presentan como mucho más eficaces y con otras fórmulas diferentes. En esa 'noocracia' que yo llamo, siempre dentro de la democracia, tendríamos que votar a personas, a personas con nombre y apellido, no a siglas. Personas que además les pudiéramos exigir porque sabemos a quién hemos votado. Y para eso yo pido a los mejores, necesitamos a personas realmente capaces, con una entrega absoluta a la sociedad, y que estuvieran bien pagadas.
P. También menciona en el libro la posibilidad de que no todo el mundo pueda acceder al voto, de que no esté todo el mundo preparado…
R. Fíjate, eso lo he hecho de una manera absolutamente intencionada. ¿Por qué? Porque lo que pretendo con ello no es que haya personas que no puedan votar, sino que todas las personas deban formarse bien para votar. Ya es inaceptable que estemos votando sin haber leído ni siquiera el programa electoral, ni siquiera los puntos básicos. No podemos seguir votando de esta manera, porque parte de la culpa de lo que está sucediendo también es de los ciudadanos. Votamos influenciados por un marketing político, pero no conocemos de verdad ni el programa ni a quién estamos votando.
Votamos influenciados por un marketing político, pero no conocemos de verdad ni el programa ni a quién estamos votando"
P. Explica la posibilidad de establecer algún tipo de sistema revocatorio, para el caso español, un referéndum a mitad de la legislatura...
R. Eso tiene una trampa porque si alguien se consolidan en el poder ya tiene todos los instrumentos del poder para poder también condicionar ese segundo voto. Si las personas conocemos el programa electoral, nos lo hemos guardado para que luego no nos engañemos. Vamos a darles dos años de margen, que creo que está bien. Y a los dos años, decimos, ahora vamos a hacer un plebiscito si está cumpliendo lo que nos había prometido. Porque luego aquí la disculpa es: 'no tenía toda la información, me he encontrado cosas en los cajones'... eso ya no nos sirve.
P. Otro de los asuntos que trata en profundidad es la agenda 2030, con la que es bastante escéptico. A pesar de que concuerda con los principales objetivos, ¿por qué no cree en ella?
R. Es fácil jugar con las utopías, con aquello en que en principio absolutamente nadie de una manera racional puede estar en contra. Cuando a ti te dicen, vamos a acabar con la pobreza en el mundo, ¿quién no quiere acabar con la pobreza en el mundo? Pero tenemos que entender lo que subyace detrás. Y te lo dicen abiertamente, este es el globalismo, como en cierto modo lo que te están diciendo: 'los ciudadanos, en general, no saben ni siquiera lo que es bueno para ellos mismos. Entonces nosotros que somos una élite vamos a decidir lo que necesita esta sociedad'. Ese es el globalismo, una élite no elegida democráticamente, que ahí empezamos con el primer problema. Y luego, si tú lo analizas, hay algo que para mí me parece absolutamente clave, que es el tema de los paraísos fiscales. O sea, cómo es posible que le están diciendo vamos a acabar con el hambre, vamos a acabar con las desigualdades, vamos a acabar con las injusticias... y resulta que nadie menciona acabar con los paraísos fiscales. Es la primera de las desigualdades, donde está de verdad concentrado todo el dinero del mundo. Y si me apuras, más allá de los paraísos fiscales en puridad como tal, incluso los que se llaman en Europa los países de baja fiscalidad.
Hay algo que da la sensación de que te están engañando. Y además, cargan la culpa sobre el ciudadano o sobre las empresas. Enlazado con el foro de Davos, cuando dicen que las empresas tendrán que aportar más a la sociedad y serán controladas por el Estado, lo primero que te preguntas, ¿quién va a querer ser empresario en estas circunstancias? Lo que subyace, en cierto modo, es tenernos a todos dependientes de esas élites, dependientes de ese supraestado. Ahora viste mucho llevar el rosco de la agenda 2030, pero estoy absolutamente convencido de que la mayoría de las personas que llevan el rosco no conocen las 169 metas que en algunos casos incluso se contradicen absolutamente entre ellas.
P. Entonces, un país como España, ¿qué debería hacer con la agenda 2030?
Recordemos que la agenda de 2030 al final son objetivos de desarrollo sostenible. Esta palabra que viste mucho, ahora no hay una empresa que venda si no pone que es sostenible, ¿no? Pero, lo primero, si hablamos de las empresas, además de ser sostenibles, tienen que ser perdurables en el tiempo. Recordemos que las empresas son entes que persiguen un beneficio económico, no son ONG. Es decir, habrá cosas que se pueden hacer de manera más inmediata, habrá cosas que a lo mejor no se pueden hacer de manera tan rápida. Ayer leíamos la noticia de cómo estamos comprando la leche a Francia cuando a nosotros lo que nos sobra son tierras cultivables y lo que teníamos era una ganadería estupenda. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta degeneración del sector primario, que es absolutamente básico para la supervivencia de las personas? Tenemos que ser conscientes de que lo que estamos haciendo no sea que nos precipitemos y cuando te precipitas, a lo mejor te caes.
P. Menciona recuperar la mili. En este caso sin distinción de sexos y con el objetivo de fortalecer la cohesión social o un cierto sentimiento nacional. ¿No hay una forma mejor para conseguir esos objetivos que una instrucción militar?
R. Es que más que un servicio militar obligatorio, sería un servicio social en el sentido de que no solamente está dirigido a preparar a esa persona para el combate desde el punto de vista bélico, sino para precisamente cohesionarla de forma social. Esto ya ha nacido en otros países, incluso países de Europa, cada vez más, porque se han dado cuenta de que la sociedad en este momento de pérdida de valores, de desunión, de individualismo, de materialismo, de nihilismo, es muy importante tener elementos de cohesión. En el caso concreto de España, tenemos una gran suerte de nuestra diversidad que la tenemos que convertir en riqueza. Pero ahora mismo vemos que la Educación, al estar transferida a las comunidades, cada Educación es diferente. Es que ya hay niños que no saben dónde nacen los ríos más allá de la frontera de su propia autonomía. Esto es inaceptable. Este servicio militar obligatorio puede ser cuatro meses o un verano, incluso pagado, al final es un elemento de cohesión, porque además en ese servicio militar, a ti te van a formar, te van a explicar otra historia de España en su conjunto, te van a formar una serie de valores comunes... Y luego el estar compartiendo con personas de distintos lugares, vistiendo el mismo uniforme, comiendo la misma comida, pasando las mismas penurias en unas maniobras, eso al final también te da esos elementos de cohesión. Al final es lo que nos falta y muchos de los problemas que tenemos ahora mismo de fractura social dentro de España probablemente no sucederían o estarían minimizados precisamente si tuviéramos esta cohesión.
R. Dedica varias páginas a la importancia de los líderes y echa en falta esta figura, ¿podría citar a personas, de cualquier ámbito o país, que representen esta figura de líder?
R. Es que ahora mismo no existen, el otro día ponía el ejemplo de Xi Jinping y Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá, en la cumbre del G20, eso ejemplifica muy bien un líder fuerte, autoritario, y el otro que no sabía ni dónde meterse. Nosotros necesitamos otro tipo de líder, un líder que, dentro de ser democrático, tenga la fortaleza intelectual para poderse enfrentar precisamente a este otro mundo. Tenemos al gran líder, que sigue siendo Estados Unidos, pero ¿qué presidente tiene? Yo creo que ahora mismo lo que se merece este señor, Joe Biden, es una buena jubilación. Deja en evidencia no solo a Estados Unidos, sino al liderazgo occidental, ¿qué liderazgo tenemos? Necesitamos más líderes, insisto, que te apetezcan seguir, que te ilusionen, que te motiven, ahora mismo no los tenemos. Aquí en Europa, quizá la última que tuvimos en ese sentido, una persona seria, competente, era Angela Merkel.
P. El tema del año ha sido la guerra de Ucrania, días antes del inicio, usted no contemplaba la invasión de Putin, ¿por qué se equivocó?
R. Desde el punto de vista de la estrategia militar ha sido un gran error, no tenía ningún sentido. Ya tenía una parte de Ucrania que en cierto modo ya pertenece de manera tácita a Rusia, que es toda esa zona del Dombás, de Lugansk y Donetsk, donde son todos étnicos rusos, donde tienen pasaporte ruso, donde los servicios sociales se lo da Rusia, las pensiones se las da Rusia, era tan fácil como fomentar un referendo. Lo que luego ha hecho, invadir un país, que evidentemente iba a estar todo el mundo en contra, parecía una locura total. La prueba está en que después de 10 meses de guerra tampoco ha conseguido ganar la guerra, de momento no la ha perdido, pero tampoco la ha ganado. No tenía ningún sentido que se llevara a cabo, y, hoy en día, cuando me preguntan, es muy difícil hacer un pronóstico. Después de aquello, ya no me atrevo a decir absolutamente nada. Ojalá se llegara a un acuerdo lo antes posible, pero veo que tampoco están ninguno por la labor.
P. En otras de sus obras analiza el tema de la desinformación. En esta guerra, ¿quién ha desinformado más, Rusia o países de la OTAN?
R. Todos, mira, esto es un juego que como decía, Sun Tzu, ‘el arte de la guerra se basa en el engaño’. Eso ha existido siempre, es parte del juego, primero hay que demonizar al adversario, hay que convencer a tu propia población de la bondad, de la actuación que tú estás llevando a cabo y de los malos que son los otros y, por tanto, hay que acabar con ellos, esto es parte del juego. Lo que pasa es que a nosotros la información o la desinformación que nos llega es la nuestra, no es la del otro lado, por más que nos digan. De hecho está prohibido, es imposible verlo. Para una persona que no entiende estos temas le pasará desapercibido, pero es que yo he trabajado en ello desde dentro y sé cómo se hace. Es lógico porque estamos en guerra y recibimos propaganda de guerra. Te tratan de ponerte un país poco menos que idílico, Ucrania, entiendo que tiene que defenderse de una agresión, lo comprendo perfectamente. Y te ponen un país absolutamente bárbaro que es Rusia, que es el agresor, pero evidentemente, tú sabes que en las guerras todo es gris, barbaridades las cometen todo el mundo.
P. ¿En diez años China será la potencia mundial hegemónica en todos los ámbitos?
R. Vamos a darle algunos más. Ellos lo que pretenden es ser los amos del mundo para el año 2049, coincidiendo con el centenario de la creación de la China actual, de la República Popular China. Pero no pensemos como lo ha sido Estados Unidos poniendo bases militares por todo el mundo, con sus submarinos nucleares, sus portaaviones de propulsión nuclear... Lo que pretende es dominarlo, de momento, con la tecnología, las finanzas y la economía. Es verdad que la historia nos demuestra que los que lo hicieron con esos tres pilares necesitaban otro más, que era el mundo militar. Todos estos planes de China con el permiso de Estados Unidos, porque lo que vamos a vivir a partir de ahora es un enfrentamiento cada vez mayor, sobre todo en el plano económico. China pretende desbancar a Estados Unidos precisamente de este sistema económico financiero que había montado Estados Unidos, que hasta ahora ha funcionado muy bien, pero están atacando, bombardeando sistemáticamente su línea de flotación. Veremos a ver hasta cuándo aguanta Estados Unidos la guerra económica y no tiene que pasar algo mucho más directo, que esperemos que no.
P. ¿En diez años el conjunto de la Unión Europea estará en el top 5 de las potencias mundiales?
R. Hay un dato muy relevante: hace 20 años, China era el 3% del PIB mundial; ahora, ya son el 18,5%. Entonces nosotros éramos el 25%, ahora ya somos el 17%. Obviamente, si unos crecen, otros vamos cayendo en porcentaje. Todo no se puede mantener. Y si seguimos esta tendencia, no más tarde del año 2035 no seremos más del 8-9% del PIB mundial.
El objetivo ahora de Xi Jinping es acabar con este crecimiento desmesurado de la época anterior y frenarse un poco para crear esa gran clase media que consuma sus propios productos. Esta es la gran pelea, no tengamos ninguna duda, que además con una mentalidad muy diferente a la nuestra, que nosotros no podemos comprender, ni mucho menos, de los que vienen desde abajo con ganas de comerse el mundo, porque nosotros somos sociedades gastadas y lo estamos viendo: todo el día discutiendo por el sexo de los ángeles. Ellos tienen muy claros sus objetivos. Necesitamos líderes fuertes y líderes que nos fortalezcan como democracia, o que sepamos que nos van a sobrepasar, que nos van a dar mil vueltas y nos van a imponer su propio sistema.
Hemos visto el espectáculo con el día de la Constitución, las declaraciones de los principales líderes era para glosar lo bien que estaban haciendo ellos y para lanzar reproches a sus rivales. Es que ni siquiera en ese día somos capaces de ponernos de acuerdo en algo tan importante.
P. Y luego por la tarde Marruecos elimina a España del Mundial…
R. Eso es interesantísimo. Hay unas lecciones geopolíticas que me parecen brutales. Piensa, de los 24 jugadores de la selección, 16 no habían nacido en Marruecos. Ese dato, que puede parecer una tontería, es clave para que veamos cómo algunos, que ni sus padres habían nacido en Marruecos, no han perdido sus raíces. Tenemos que tener muy en cuenta todas estas cosas, porque nosotros estamos en una línea completamente diferente. Son un país muy unido, un país joven, y mientras, a nosotros nos ven como un país fraccionado, roto, que nos atacamos entre nosotros. Este tipo de cosas son muy importantes a la hora de lidiar con un país que es un país vecino, tenemos que intentarnos llevar lo mejor posible con ellos por muchos motivos. Pero tampoco podemos ser tan inocentes de ser excesivamente generosos, cuando en estos países la generosidad la suelen ver como debilidad. Yo lo he dicho en muchas entrevistas, que me han hecho cuando estaba en Ceuta, eso de 'mano de seda pero en guante de hierro'. Tenemos que saber combinarlas porque si no, que sepamos, que van a seguir jugando con nosotros y no solamente al fútbol.
En calidad de afiliado, Vozpópuli obtiene ingresos por las compras que cumplen los requisitos. La inclusión de enlaces no influye en ningún caso en la independencia editorial de este periódico: sus redactores seleccionan y analizan los productos libremente, de acuerdo con su criterio y conocimiento especializado.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación