Miércoles. Nueve de la mañana. Dos ‘lecheras’ de la Policía Nacional custodian el Ateneo de Madrid. Cinco agentes hacen un círculo en la alcantarilla más cercana, mirándola con sospecha. El motivo del despliegue es que nuestro actual presidente, Pedro Sánchez, va a hablar en una de las salas. Participa en la jornada Las industrias culturales y creativas: un valor en alza con retos inmediatos, que organizam de manera conjunta la CEOE (patronal española) y ADEPI (Asociación para el Desarrollo de la Propiedad Intelectual, que abarca a las principales entidades del sector y cuenta con unos 130.000 socios). Entre las estrellas invitadas destacan el ministro Urtasun, Luis Cobos, Antonio Garamendi, Enrique Cerezo, Paz Aparicio -directora del Wizink Center de Madrid- y unos cuantos notables más de nuestras industrias culturales. La sala está llena.
Empiezo por lo peor: la desconexión gubernamental. Pedro Sánchez habla durante diez minutos, con su mejor sonrisa, mencionando a exitosos creadores con los que se codea, a quienes se refiere por su nombres de pila (al principio, se refiere a un tal Jota, que no sabemos si es Bayona o el cantante de Los Planetas, otro de sus referentes; al final es Bayona). Cuando concluye su intervención, sale pitando sin haber atendido un turno de preguntas y sin escuchar las reflexiones de los altos ejecutivos culturales reunidos para la jornada. Tampoco aparece el ministro Ernest Urtasun, a pesar de estar anunciando en el programa. Le sustituye el Secretario de Estado Jordi Martí Grau, que nos endosa un discurso neutro y previsible.
Cierto que en la sala queda Manuela Villa, responsable del recién creado Departamento de Asuntos Culturales de Moncloa, pero resulta delirante que Sánchez nos hable sobre la importancia de la Cultura y acto seguido se vaya a otro sitio que le parece más interesante. Urtasun, según vemos en sus redes, anuló su participación en este foro para atender a la sesión de control parlamentario: en sus redes compartió algunos vídeos acusando a Vox de no comprender España ni querer tanto a la cultura española como él (lo que lleva haciendo desde que tomó posesión del cargo). ¿Podrá aguantar otros tres años con este antagonismo a cara de perro? Es una de las incógnitas de la legislatura.
"Invertir en turismo es como alimentar a los cerdos con caviar para obtener salchichas", explicó el investigador Pau Rausell
¿La mejor intervención? La del profesor Pau Rausell Köster, investigador de Econcult, grupo de trabajo de Economía y Cultura de la Universidad de Valencia, que ha gestionado varios proyectos financiados con fondos europeos. Con una exposición clara y bien argumentada, defendió que la cultura genera mayor riqueza económica y social que el turismo y que es hora de atender las necesidades de la población local. "Invertir en turismo es como alimentar a los cerdos con caviar para obtener salchichas", fue una de sus gráficas imágenes. Rausell destaca por su cruda honestidad: reconoce que lo de hoy es una jornada de lobby, que le conviene la mayor atención posible a la cultura porque eso le dará mayores recursos y -si echamos un vistazo a Google- que estamos en mitad de una guerra cultural disputada ferozmente entre izquierda y derecha desde los años sesenta. Además de en la universidad, investiga en la fundación progresista Alternativas.
Pedro Sánchez, en su burbuja cultural
En la mesa sobre Industria Audiovisual, destacó la aportación de Alberto Caballero, que es la mitad de la exitosa productora Contubernio Films, junto con su hermana Laura, responsables de comedias televisivas tan populares como Machos alfa, El pueblo y La que se avecina, entre otras. Caballero sonó directo y convincente con un discurso en favor de reforzar la propiedad intelectual de los creadores esapñoles y del desarrollo de mecanismos para defenderla con garantías. Resaltó que donde falla el sistema es el enforcement, o sea en el cumplimiento legal de los compromisos adquiridos. Puso ejemplos y compartió que anda en pleitos judiciales hace años con una gran plataforma reacia a compartir los datos de visualizaciones.
Caballero reclamó también el derecho a recuperar una serie cuando la cadena propietaria no quiere emitirla. Y denunció la precariedad del sector, en las antípodas del discurso triunfalista de Pedro Sánchez. María Luisa Gutiérrez, responsable de la productora Bowfinger y de Aecine (Asociación de productoras de cine Independiente), coincidió con el enfoque señalando que resulta contraproducente centrar la política audiovisual en ofrecer grandes ventajas de rodaje a las plataformas estadounidenses cuando estas se llevan luego los beneficios de los derechos de propiedad intelectual a su país. Se trata de que todas las fases del proceso creativo, especialmente las de mayor valor económico añadido, se queden en casa. Tan lógico y sencillo como eso.
La mesa sobre industria musical estuvo dominada por dos reivindicaciones: la creación de una Dirección General de la Música en el Ministerio y la articulación de un sistema de incentivos fiscales para las empresas del sector. Se constató el agravio comparativo con las subvenciones del cine, donde se quejan de que están topadas mientras la música solo puede aspirar a cero. Paz Aparicio, responsable del Wizink de Madrid, recién regresaba de Los Ángeles donde habían nominado al recinto que gestiona como uno de los mejores del mundo. No ganó pero notó en estados Unidos un respeto por la música popular que en España todavía no tenemos.
Cuando tocaba hablar sobre industrial editorial, los asistentes llevaban ya más de tres horas y hubo estampida general. Además era una mesa de un solo ponente, directivo de la Biblioteca Nacional. El acto confirmó que en España dedicarse a la cultura es llorar y que las élites políticas nunca han estado a la altura de nuestro ecosistema creativo. "Ni la izquierda ni la derecha han hecho bien su trabajo hasta ahora", sentenciaban un grupo de empresarios y autónomos en la puerta del Ateneo.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación