Cultura

La historia de la película falangista y conciliadora que Franco prohibió

En mayo de 1942, el cineasta español Carlos Arévalo (1906-1989) estrenó en el cine Capitol de Madrid la película Rojo y negro, un filme de vocación claramente falangista que, sin

En mayo de 1942, el cineasta español Carlos Arévalo (1906-1989) estrenó en el cine Capitol de Madrid la película Rojo y negro, un filme de vocación claramente falangista que, sin embargo, fue prohibido por la dictadura franquista dos semanas después de su puesta de largo. En los años 90, esta cinta fue recuperada por la Filmoteca Española y reconocida como una de las grandes películas de los años cuarenta, y ahora el portal FlixOlé muestra en exclusiva una versión restaurada.

Los actores protagonistas de esta historia son Ismael Merlo, padre de María Luisa Merlo y abuelo de Amparo Larrañaga y Luis Merlo, y la actriz Conchita Montenegro, quien llegó a compartir cámara en Hollywood junto a los actores Buster Keaton y Ramón Novarro. Ellos dan vida en esta cinta a Luisa y Miguel, una pareja de novios que comenzaron su relación casi en la infancia, y que durante la Segunda República disienten de sus respectivas posturas políticas: él se afilia a un partido de izquierdas mientras que ella se une a la Falange Española.

La película está ambientada en los días previos y las primeras contiendas de la Guerra Civil, y en ella no se escatiman críticas al bando republicano ni tampoco a la crueldad de las checas, las instalaciones que fueron utilizadas durante la guerra en la zona republicana para detener, interrogar, torturar o juzgar a los sospechosos de simpatizar con el bando franquista.

Sin embargo, lo que no gustó a la dictadura de Franco fue el arrepentimiento del militante comunista con un mensaje de conciliación entre ambos bandos, uno de los motivos por los que probablemente la película fue retirada de la cartelera, sus copias secuestradas y fue condenada al olvido y al ostracismo, lo que alimentó el mito en torno a Rojo y negro y también sobre la figura de su director, Carlos Arévalo.

Al propio dictador y a los estamentos militares no les sentó muy bien que la película presentase una visión humanizada del comunista"

Tal y como señalan a Vozpópuli desde FlixOlé, la censura no actuó de manera oficial, sino que la película desapareció de repente. "Al propio dictador y a los estamentos militares no les sentó muy bien que la película presentase una visión humanizada del comunista. La contienda se entendió como una guerra contra el diablo, así que humanizar a personas como los comunistas no iba en la línea del régimen", señalan desde el portal especializado en cine español. A esto se suma la figura de la protagonista, una mujer "valiente, capaz de arriesgar su propia vida y acercarse al enemigo para luchar por lo que cree que es justo".

En parte, el interés en torno a esta película se debe al morbo que despertó la censura, ya que "a las pocas semanas de su estreno desapareció de la faz de la tierra y nunca más se supo de ella". Tal y como explican desde FlixOlé, su estrenó coincidió en fechas con la llegada de los primeros destacamentos de la División Azul, por lo que resultaba "llamativo" que una película de corte falangista fuese la imagen de bienvenida.

Asimismo, el director de Rojo y negro, Carlos Arévalo, consiguió dirigir la película "más arriesgada, experimental y atrevida de todo el cine de los años cuarenta", en la que destaca un "barroquismo visual" con escenas icónicas, como aquella que recorre las habitaciones de la famosa checa de Fomento. Sin embargo, tras la retirada de esta película de la cartelera, Arévalo, que entonces se había convertido en uno de los cineastas más prometedores del cine español de la posguerra, abandonó el cine durante más de diez años tras sus numerosos problemas con la censura.

Recuperación: trabajo de orfebrería

En los años 90, la Filmoteca Nacional tuvo acceso a esta cinta, la recuperó y trabajó para restaurarla, al tiempo que organizó pases "muy contados" para los espectadores. Entonces, Rojo y negro consiguió el elogio de la crítica y también del ámbito académico, y se convirtió en un clásico del cine español, a pesar de su carga ideológica. Sin embargo, fuera de proyecciones en filmotecas y centros culturales, la película ha sido vista pocas veces, y a día de hoy sigue siendo poco conocida.

Ahora, FlixOlé ha realizado una copia en 4K del material, que estaba "muy dañado", con "parpadeos y arañazos". La labor de remasterización ha sido "casi de orfebrería" y en ella han trabajado tres personas, que han dedicado más de diez días en exclusiva a restaurar este filme, "fotograma a fotograma".

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