En un tiempo en el que la filosofía sale a escobazos de todas partes; las aulas, por ejemplo. En un lugar donde nos puede la sospecha. Un sitio sin ideas -ni nuevas ni viejas- y en el que todo apesta a desierto, ¿qué tiene que decir Francecsc Orteu, un filósofo que colgó (aparcar sería el verbo preciso) su título universitario como filósofo y se ganó la vida como guionista? Pues, cosas. Algunas de ellas obvias como un suspiro, otras algo (bastante) más agudas. Asuntos olvidados, a pesar de su urgencia y obviedad.
Dedicado desde hace ya años a la divulgación, Francesc Orteu vuelve al ataque sin cuchillos con 'Piensa', algo que él llama un manifiesto a favor de la ignorancia
Dedicado desde hace ya años a la divulgación, Francesc Orteu vuelve al ataque sin cuchillos con Piensa, algo que él llama un manifiesto a favor de la ignorancia, un libro que pinta simplón, suena a veces simplón y que, a pesar de eso, toca a la puerta del sentido común con corrección y lucidez. Con prosa correcta y aseada. Con ingenio y voluntad divulgativa. Sin citas pretenciosas. Sin el gesto de quienes al citar a Heidegger meten tripa. Asi, Orteu hace lo que pocos hoy: conectar sin garrafón ni simplezas, sin programas raros ni intenciones truculentas. Todo sea dicho, falta la sal gruesa de los temas feos. Que nos morimos, señores… empalados por alguien más. Pero no, el asunto no da para tanto. Se trata más bien de un libro amable, pero no insustancial.
Piensa es un texto breve, publicado por el sello Catedral, y en el que el filósofo catalán se pone en modo Dylan. 'Cancionea'
Piensa es un texto breve, publicado por el sello Catedral, y en el que el filósofo catalán se pone en modo Dylan. Cancionea. Teje brevísimas entradas de un dietario desordenado pero no del todo desaliñado. Él afirma que estas páginas son canciones. Entradas breves, escritas por quien sabe que en la barra libre del garrafón, mejor que los caracteres traigan algo más. Así presenta una colección anárquica de oportunas reflexiones. Piedritas en un dietario que, con tesón, romperían ventanas.
Levantar un gesto lúcido: piensa, para ver mejor lo que está ante nuestras narices y lo que subyace detrás. Piensa. El simple hecho de embestir contra la propia estupidez.
Evocar un pensamiento hecho a mano, uno moldeado desde la pura ignorancia: desde la perplejidad que tienen las hojas en blanco. Levantar un gesto lúcido: piensa, para ver mejor lo que está ante nuestras narices y lo que subyace detrás. Piensa. El simple hecho de embestir contra la propia estupidez. Sobre eso habla el filósofo catalán (columnista y colaborador de RNE y TV3, entre otros medios), en esta conversación. Hay lucidez en ella. Suficiente, como la que alimenta este libro mal -o bien- vendido como manifiesto.
-Uno no se propone un pensamiento. Reflexionar sobre esto o aquello no es algo que se pueda elegir. ¿O sí?
-Claro que se puede elegir. No sólo se elige pensar, sino las maneras de pensar, porque hay muchas. Eso lo sabe cualquier persona. El libro lo que propone es ser consciente de eso: de que tenemos una enorme responsabilidad a la hora de hacer que el mundo nos resulte agradable. Eso lo podemos conseguir con una relativa facilidad, convirtiendo el hecho de pensar en un momento.
"No sólo se elige pensar, sino las maneras de pensar, porque hay muchas. Eso lo sabe cualquier persona"
- Pensar en sí mismo no genera bienestar. Es suena a manual…
-Esto no es ningún manual. Ni yo pretendo aplicar una receta. O dar ningún consejo. Lo que yo observo en es que, a menudo, experimentamos cierto agobio ante el hecho de pensar. Que el pensamiento se nos echa encima. Porque estamos forzando el pensamiento. Nos estamos obligando a pensar cosas que nos vienen desde los periódicos, o a moral, o la política, desde lo que se nos dice que debemos hacer, así como de prejuicios que nos impiden reflexionar sobre las cosas directamente.
"Esto no es ningún manual. Ni yo pretendo aplicar una receta. O dar ningún consejo. Lo que yo observo en es que, a menudo, experimentamos cierto agobio ante el hecho de pensar"
-¿A qué se refiere cuando utiliza la expresión ‘Intentar pensar a mano’? ¿A eso?
-Pensar a mano es intentar pensar las cosas inmediatas. Por nosotros mismos. Pensar las cosas que tenemos a nuestro alrededor y realmente nos afectan. Eso no significa que las otras cosas no sean reales o que no debamos preocuparnos por ellas. Pero sí creo que una parte importante de nuestro pensamiento debería ser un pensamiento feliz. Es como andar. Sirve para ir de un lado para otro, pero también para pasear, estar bien con tu cuerpo o encontrarte a ti mismo.
-¿Cuál es la diferencia entre el pensamiento que usted alude y la filosofía como la conocemos? ¿Tenemos una idea confusa de lo que es la filosofía?
-A mí no me gusta hablar de forma académica. Cuando hablamos de literatura, podemos entender perfectamente cuándo estamos leyendo un texto literario y cuándo una crítica literaria o historia de la literatura. Eso no ocurre en filosofía. Cuando coges un libro de filosofía, lo que estás leyendo muy a menudo es la historia de la filosofía. Está muy que alguien te explique qué dijo Hegel o qué dijo Kant. Para mí la filosofía es como la poesía o la literatura, algo que uno experimenta directamente: es la mirada y la experiencia directa.
"El pensamiento es dúctil, como el acento o las costumbres. Se contagia con mucha facilidad. Y esa es una de sus cualidades. Una de las cosas que creo que dificulta el trato entre las personas"
-¿Cómo es, a su juicio, nuestro pensamiento político? Me refiero a nuestra forma de pensarnos como colectivo, como comunidad.
-El pensamiento es dúctil, como el acento o las costumbres. Se contagia con mucha facilidad. Y esa es una de sus cualidades. Una de las cosas que creo que dificulta el trato entre las personas, es que, en nuestra forma de analizar lo que nos pasa, nos acostumbramos a usar categorías sociológicas. Es decir: hablando de una circunstancia personal o lo que le ocurre a una persona que tiene cerca, fácilmente acabamos llevándolo a un ámbito genérico. Cosas del tipo: “La sociedad es eso, la sociedad es esto. Lo que deberías hacer. Es que este país. Es que la izquierda. Es que la derecha”. Aplicar estas categorías a la interpretación de tu vida cotidiana genera confusión. Es como hablar todo el tiempo en términos religiosos. Me explico: si usamos continuamente elementos de nuestra vida, expresiones que parecen conceptos religiosos, como sucedía en el pasado, estaríamos forzando la realidad. Cuando usamos términos sociológicos o insistimos en hablar como si fuéramos científicos, cuando estamos extrapolando un punto de vista moral, estamos forzando nuestra forma de pensar.
"Cuando usamos términos sociológicos o insistimos en hablar como si fuéramos científicos, cuando estamos extrapolando un punto de vista moral, estamos forzando nuestra forma de pensar"
-O… convirtiendo el cuñadismo en una escuela de pensamiento.
-No sé exactamente o si termino de comprender lo que está diciendo, lo que trato de decir es que continuamente estamos pasando de un realidad a otra,. De una forma de pensar a otra, lo que ocurre es que a menudo, y de ahí el sentido del manifiesto, es que podemos mirar las cosas, tocarlas con nuestro pensamiento. Podemos sentir el poder de transformar la realidad con el simple hecho de pensar de otra manera. Esa es una experiencia inmediata y fantástica y algo que tendemos a olvidar porque creeremos que la inteligencia, la verdad, la sabiduría, la experiencia está solo en otras fuentes, cuando en la vida también hay sabiduría.
"Las cosas, para que podamos darles sentido, deben no tenerlo. Para que puedas entenderlas y disfrutarlas, debes mirarlas como entes extraños, externos"
-¿Asegura usted que hay que pensar a favor de la ignorancia? ¿a qué se refiere exactamente?
-Vivimos en un mundo que creemos que entendemos, porque vivimos nos ha precedido un pensamiento y una cultura potentísimos. Que ha creado cosas increíbles, que ha creado aviones, que nos ha permitido llegar a la luna y comprender muchas cosas del universo. Creemos que vivimos en ese mundo y esa es parte de nuestro mundo, pero no es todo el mundo. Hay una parte que es oscura y que es importante que oscurezcamos. Las cosas, para que podamos darles sentido, deben no tenerlo. Para que puedas entenderlas y disfrutarlas, debes mirarlas como entes extraños, externos. Es la reflexión lo que va a dar sentido a tu realidad.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación