Las cineastas búlgaras Vesela Kazakova y Mina Mileva han levantado muchas ampollas en su país natal con sus dos documentales, en especial Uncle Tony, Three Fools and the Secret Service (2014), una crítica a la sociedad totalitaria comunista. Para huir de las presiones, ganar seguridad y garantizar su supervivencia como creadoras decidieron saltar a la ficción con Pequeños milagros en Peckham St., una combinación entre la comedia absurda y el realismo social ambientada en una comunidad de vecinos de Londres que aborda cuestiones como la gentrificación, la precariedad o la sociedad multicultural en la Europa actual. No abandonan sus cruzadas pero se cambian el traje de guerra.
La protagonista de esta historia es Irina, una madre soltera procedente de Bulgaria que trata de encontrar proyectos como arquitecta al tiempo que trabaja en un bar para mantener a su hijo y a su hermano, así como pagar las facturas de la casa que tiene en propiedad. Las cosas se complican cuando la Administración hace responsables a los propietarios de unas obras y los problemas económicos se multiplican para los vecinos. La tensión dramática y cómica alcanza su punto álgido cuando un gato aparece atrapado en su pared y provoca un conflicto en la comunidad.
La batería de cuestiones sobre las que estas directoras lanzan críticas es extensa, pero a diferencia del tono solemne, serio y trágico de otros creadores con preferencia por los asuntos de calado social, este tándem de directoras prefiere recurrir el humor y al absurdo que ofrece la comedia al abordar una historia con temas tan delicados como la convivencia multicultural que ellas mismas han experimentado en Londres, donde han vivido más de dos décadas.
"El humor es más funcional cuando es cierto y la verdad es más dramática cuando es divertida", afirma una de las directoras
"Alguien dijo: el humor es más funcional cuando es cierto y la verdad es más dramática cuando es divertida", ha señalado a Vozpópuli Mina Mileva con motivo de su visita a Madrid junto a su compañera de rodaje para presentar Pequeños milagros de Peckham St., que se ha estrenado en cines este fin de semana. Hace apenas unas semanas, ambas presentaron en el Festival de Cannes Women do cry, una historia que retrata el machismo y la cultura represiva de Bulgaria, que cuenta entre sus protagonistas con Maria Bakalova, nominada al Oscar por su trabajo en Borat.
"Vamos a seguir contando temas serios pero de una manera no demasiado sombría", aseguran estas cineastas, para quienes es "absolutamente crucial" abordar cuestiones graves con un "mensaje de esperanza", especialmente "tras la pandemia" del coronavirus, tal y como agrega Vesela Kazakova. "En nuestro trabajo futuro estamos dispuestas a sacrificar muchas cosas en aras de poder dar a la gente algo de luz y de esperanza", ha asegurado.
No obstante, en Pequeños milagros en Peckham St. también hay momentos para las reflexiones serias, aunque sea en momentos fugaces. "¡No he venido aquí a ser un parásito! ¡Prefiero ser una zombie a vivir de las ayudas!", exclama la protagonista a su hermano en un momento del filme, en el que en todo momento sobrevuela el lastre de la precariedad para sostener una vida digna, sea cual sea el proyecto vital de quien sufre el estancamiento profesional, así como la corrupción, dos constantes universales, como muestran estas cineastas.
"Pequeños milagros" en la Europa de hoy
Tal y como ha contado Mileva, el proyecto comenzó "como un chiste"."Viví en Londres 20 años y esta historia me ocurrió a mí y a mi hijo. En la sociedad británica un gato es más importante que una persona. Tenía ilusión por ir de un simple chiste a algo cada vez con más sustancia. Detrás de la caldera, ese agujero sigue ahí, donde estaba metido el gato", cuenta.
El gato funciona como "una metáfora" en esta película y representa a "la gente que está atrapada en la pared, por sus propiedades, por prejuicios y por miedos", según explican las directoras
El gato, objeto de deseo y motivo de disputa en la comunidad de vecinos de Pequeños milagros en Peckham St., a quienes les preocupan más su honor y sus derechos que el propio estado del minino, funciona como "una metáfora" en esta película y representa a "la gente que está atrapada en la pared, por sus propiedades, por prejuicios y por miedos". "El gato es una especie de alma que quiere ser libre pero que se encuentra atrapado literalmente entre cuatro paredes. Decimos que somos dueño de lo que está dentro de las paredes, pero fuera ya no", señalan.
La gentrificación, la xenofobia, la corrupción en la administración, la burocracia o los sistemas de ayudas son solo algunos de los temas sobre los que reflexionan con humor en esta película. A nivel práctico, les preocupa el ansia sin límites por el lucro con el espacio. "Van a construir pisos en mi jardín y voy a tener una ventana enfrente de la mía", se queja Mileva. A "nivel emocional", piensan en la "desintegración de la sociedad británica" y la desaparición de una forma de ser "más acogedora, que da la bienvenida a personas distintas". Sus preocupaciones, por extensión, pueden aludir también a un continente que necesita reflexionar, con humor o sin él, sobre su deriva, y solo por esto Pequeños milagros en Peckham St. merece la pena.
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