Cultura

'Perfect days': el milagro de lo cotidiano

Wim Wenders dirige una película conmovedora que elogia la búsqueda de la felicidad en lo insignificante

Hay un buen puñado de directores que parecen haberse puesto de acuerdo en los últimos tiempos para que salgamos todos contentos, felices y sonriendo a más no poder del cine. Además -y esto sí es una coincidencia-, esas películas se han estrenado en las últimas semanas en España, así que, ahora que ha llegado el "blue monday" -nombre anglosajón que se ha dado al día más triste del año, siempre el tercer lunes de enero- resulta casi imposible fallar si uno se acerca a las salas a ver una película. El estado placentero posterior está asegurado.

Hablamos de la historia de amor más pura y esperanzadora de Aki Kaurismäki, su reciente Fallen Leaves; del nuevo cuento humanista de Alexander Payne, la inolvidable Los que se quedan; de la historia romántica y tierna de Maite Alberdi La memoria infinita, a las que se suma también Perfect Days, el canto de Wim Wenders a la vida simple y el elogio de quienes saben encontrar en los momentos más insignificantes la felicidad absoluta. La sencillez y la conexión humana como fórmula secreta y nexo común de todas ellas.

En estos tiempos en los que competir por demostrar quién es capaz de alcanzar el placer con mayor precisión y originalidad se ha convertido en una meta común, el cineasta alemán Wim Wenders (El cielo sobre Berlín, Tan lejos, tan cerca, París, Texas) propone un alto en el camino para sentarnos frente a un espejo y presentarnos a Hirayama, el protagonista de su película, un hombre a quien a priori nadie le gustaría parecerse y que, sin embargo, tiene todo aquello que todos buscan y solo unos pocos encuentran.

Todos los días se levanta con ánimo de su futón, dobla su edredón, se viste, compra un café en una máquina de bebidas y se sube en su furgoneta. Elige un cassette, lo saca de su carcasa y lo introduce en el reproductor. Cuando considera que llega el momento oportuno, pulsa al "play" y empieza a sonar algún clásico del rock mientras amanece. The House of the Rising Sun, de los Animals, Sunny Afternoon, de los Kinks, Brown Eyed Girl, de Van Morrison, o Pale Blue Eyes, de Velvet Underground, le acompañan en su camino hacia alguno de los baños públicos de Tokio, de cuya limpieza se encarga a diario con sumo esmero.

Perfect Days es sublime desde lo menos evidente y logra conmover desde lo insólito, porque nadie espera tanta belleza en la intimidad del protagonista

¿Quién es este hombre tan apacible, de pocas palabras, amable, generoso, paciente y cercano, abnegado en su trabajo y tan imperturbable ante la necedad? Perfect Days es una película que encierra cierto misterio y deja que el espectador se sienta atraído por el curioso y poco habitual ritmo de vida de este personaje, de quien es fácil dudar y que parece esconder una historia que ha dado forma a su presente. Justo en el momento en el que uno más lo necesita, aparece su sobrina, a quien apenas reconoce y con quien recupera una relación que parecía perdida.

Perfect Days, que compitió en la pasada edición del Festival de Cannes por la Palma de Oro, es sublime desde lo menos evidente, logra conmover desde lo insólito, porque nadie espera tanta belleza en una intimidad, la del protagonista, en la que se despoja de lo accesorio para contemplar la felicidad. Y esa felicidad se encuentra en gestos imperceptibles para casi todos pero muy presentes para este personaje, en quien todos querrán verse reflejados y que a medida que se desarrolla la película arrancará las ganas de dar un abrazo.

Perfect Days y el placer de lo sencillo

El logro de la nueva película de Wim Wenders es haber encontrado el placer de la rutina y de lo cotidiano en una vida sencilla, que ha depurado en su máxima expresión para encontrar la esencia de lo que hace felices a las personas: un buen libro y unos personajes en los que sentirte reflejado y con los que entender mejor el mundo; una canción que ponga música a tus emociones y haga brotar otras nuevas; un buen almuerzo o una buena cena servidos con amabilidad y un paseo en bici al atardecer.

Entran en juego en Perfect Days -para muchos una de las mayores obras del cineasta alemán, capaz por fin de llevarse los elogios que recibió en otros tiempos- su don para la fotografía y su amor por la ciudad de Tokio. Pero tan reseñable como el trabajo de Wenders es, para esta redactora de Vozpópuli, la interpretación que hace el actor protagonista, Kôji Kayusho, galardonado en la pasada edición de Cannes con el premio al mejor actor por una labor con la que se apropia del espectador y no lo suelta cuando ya se ha levantado de la butaca.

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