Dibujante y pintor, así se define Pablo Gallo (A Coruña, 1975). Pero a eso habría que agregar muchas otras cosas, entre ellas, el atributo de gran lector. Sólo alguien muy atento, detallista y eso, justamente eso, lector -amante y raro seguidor de volúmenes-, puede retratar a los escritores tal y como él lo hace. Capta de ellos su gesto más invisible, ese que sólo es posible descifrar tras comprender una obra.
Se formó en la Escuela de Arte Pablo Picasso de A Coruña y en la Escuela de Arte Massana de Barcelona. Y es posible afirmar, sin miedo a la imprecisión, que su obra gráfica está anclada en la literatura. No sólo porque se nutra de ella, sino porque la homenajea, constantemente.
Lo ha hecho ya, por ejemplo, en los retratos de Gil de Biedma o Samuel Beckett dibujados por él para Tiempo muerto (Ediciones El Gallo de Oro, 2013), un libro en colaboración con José Fernández de la Sota que, bajo el subtítulo ‘historias de escritores raros’- desentraña las circunstancias del fallecimiento de literatos célebres, a la vez que ofrece una visión distinta de ellos.
Sobre los retratos, ha dicho el propio Gallo: “Cuando empecé a hacer los retratos para el libro Tiempo muerto, pensé en la pintura escurriéndose, los rostros desapareciendo, diluyéndose en el papel como una metáfora del paso del tiempo o de la muerte. Pero enseguida me di cuenta de que se trataba de todo lo contrario. Son apariciones, fantasmas que surgen del papel tras ser invocados por José Fernández de la Sota a través de sus textos. A partir de entonces, me tomé la realización de cada retrato como una pequeña sesión de espiritismo”. Y algo de ello tienen: una rara presencia , esa familiaridad tan fotomatona como entrañable que el gallego sabe descifrar.
El libro del voyeur es otro curioso ejemplar de sus andanzas. Se trata de un magnífico libro publicado en 2010 por Ediciones del Viento, para el que Pablo Gallo pidió a un grupo de escritores (desde Andrés Neuman hasta Antoni Casas Ros pasando por Antonio Luque) que escribieran relatos, textos o pasajes sobre lo erótico. Y quizás lo mejor de ese libro no sea lo que le entregaron finalmente los escritores, sino los retratos que de ellos ha hecho Pablo Gallo; además, claro, de las 69 ilustraciones para voyeurs.
Suyo también es Hiperhíbridos (El Gaviero Ediciones, 2011), un volumen con 66 dibujos hechos por él, con textos del poeta Basho Bin-Ho y prólogo del escritor catalán Eloy Fernández Porta (El Gaviero Ediciones, 2011). Se trata de un volumen magnífico en el que, por ejemplo, Gallo convierte a Kafka en Elvis o crea un retrato con Los tres Ramones de la literatura española (Gómez de la Serna, Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez), posando, como la banda de punk rock, trajeados con chupas de cuero negras.
Además del libro de José Fernández de la Sota, Pablo Gallo ha ilustrado también el libro de poemas y relatos de Nacho Vegas Política de hechos consumados (Limbo Starr, 2009). Ha colaborado en las antologías Black Pulp Box (Aristas Martínez, 2012) y Perversiones (Editorial Traspiés, 2011) y también en revistas como La Bolsa de Pipas, Vinalia Trippers, Zurgai, Reverso (México), Rooms (Inglaterra), Salon 55 (Dinamarca) o en el periódico La Voz de Galicia.
De su trabajo en prensa vale la pena destacar una ilustración magnífica con la que ilustró la portada de la revista literaria Quimera cuando ésta dedicó su número 316 a la biografía editada por Debate acerca de Lionel Messi. Su retrato del astro argentino con gafas de pasta es, sencillamente, magnífico.
Además de su constante participación en libros y antologías, Pablo Gallo tiene una intensa actividad expositiva, la más reciente de ellas en Madrid: Leer bajo tierra, una serie de retratos de personas leyendo en el metro, realizada en abril de este año en la sala de exposiciones del Café Molar (La Latina) y para la que Gallo presentó una serie de escenas sencillas, anónimas, cotidianas, de lectores que usan el transporte público.
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