Estaba prevista su inauguración para el año pasado, pero el estallido de la pandemia echó por tierra Pasiones Mitológicas, una muestra que el próximo desde el próximo 2 de marzo abrirá sus puertas en la sala C del edificio Jerónimos del Museo del Prado para mostrar no sólo la obra de Tiziano, sino la influencia que el pintor veneciano ejerció sobre los grandes maestros del siglo XVII. Organizada por la National Gallery de Londres, la National Gallery of Scotland de Edimburgo, el Isabella Steward Gardner de Boston y la pinacoteca madrileña, el hilo conductor de la muestra son los lienzos de las Poesías que el artista envió a Felipe II entre 1553 y 1562. Se trata de seis obras que tienen al Amor como protagonista: Danae; Venus y Adonis; Perseo y Andrómeda; Diana y Acteón; Diana y Calixto; y el Rapto de Europa.
Inspirándose en las narraciones que hace Ovidio en las Metamorfosis para explicar cómo el Amor consigue su objetivo y las consecuencias que, en algunos casos, los engaños y estratagemas a las que recurre, Tiziano construye una recreación mitológica que llega ahora al Prado, en cuyas salas vuelven a reunirse tras la separación del conjunto durante el siglo XVI. En Londres la exhibición se centró en el conjunto de Tiziano, al ser la primera vez que se reunían las pinturas tras su dispersión a partir del siglo XVIII. En cambio, Madrid ha tenido añade un punto de vista adicional: el influjo que estas obras tuvieron en artistas posteriores como de Rubens y Velázquez y, así como ilustrar de qué manera Ovidio fue fuente de inspiración para otros artistas como Veronés, Ribera, Poussin o Van Dyck.
Comisariada por Miguel Falomir, director del Museo del Prado, y Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte de la pinacoteca, la exposición plantea un recorrido por el amor mitológico de la mano de las grandes figuras de la pintura europea a través de un total de 29 obras. 16 del Museo del Prado y 13 procedentes de otras instituciones. Especialmente destacable es el hecho de que, por primera vez desde el siglo XVI, se podrán ver en España las pinturas mitológicas que Tiziano pintó para el rey Felipe II entre 1553 y 1562, las famosas «poesías».
Entre los préstamos más relevantes de la exposición se encuentran una Venus y Cupido pintada a partir de un dibujo de Miguel Ángel, Andrómeda y Perseo de Veronese o Paisaje durante una tormenta con Píramo y Tisbe de Poussin y, en especial, cinco de las seis (la sexta pertenece al Prado) llamadas "Poesías" que Tiziano pintó para Felipe II. A esas pinturas se unen obras clásicas de la propia colección del Prado como Las Hilanderas de Velázquez o Las tres Gracias de Rubens, que este proyecto ayuda a contextualizar.
“Con esta exposición buscamos el acercamiento a formas de sentir y pensar aprendidas de los escritores de la Antigüedad que definieron la cultura europea de los siglos XVI y XVII. La idea de que la belleza, el deseo, el amor y el sexo están íntimamente conectados entre sí y de que estamos a su merced, como lo estamos a la de la naturaleza, forma parte de esa cultura” afirma Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado y comisario de la exposición.
Pasiones mitológicas: Tiziano, Veronese, Allori, Rubens, Ribera, Poussin, Van Dyck, Velázquez propone un recorrido por el amor mitológico de la mano de las grandes figuras de la pintura europea. En la mitología griega y romana el amor, el deseo y la belleza están íntimamente relacionados y dominan las vidas de los dioses y los humanos. Los textos que se refieren a estos asuntos –la Ilíada y la Odisea de Homero, las Metamorfosis de Ovidio, la Eneida de Virgilio entre otros– fueron muy estimados por los artistas del Renacimiento y el Barroco, que buscaron representarlos con sentimiento intenso. Las obras presentes en esta exposición representan el culmen de una forma de entender la pintura, y por ello han sido objeto de veneración durante siglos.
Esta es la primera ocasión en la que estas obras se pueden ver juntas gracias a la colaboración entre el Museo Nacional del Prado, que conserva Venus y Adonis (1554), la National Gallery de Londres y las National Galleries of Scotland que conservan, de forma compartida, Diana y Acteón y Diana y Calisto (1556-59), y el Isabella Stewart Gardner Museum que conserva El rapto de Europa (1559-62). A estas cuatro obras se unirán la Dánae de la Wellington Collection, que fue identificada recientemente como la primera de la serie, y el Perseo y Andrómeda de la Wallace Collection completando así la serie que el propio Tiziano denominó “Poesías” y que se encuentran entre las más importantes de su producción no solo por su calidad artística, sino también por el modo en que el artista abordó en ellas el relato pictórico de historias literarias.
Poesías
Las primeras “poesías” que recibió el príncipe Felipe fueron Dánae (1553) y Venus y Adonis (1554), versiones de otras anteriores, pero revestidas del prestigio de su propietario, y que se convirtieron a su vez en modelos para múltiples réplicas.
Dánae ilustra el momento en que Júpiter la posee en forma de lluvia de oro. Tiziano pintó la primera Dánae en Roma en 1544-45 para el cardenal Alessandro Farnese y aludía a los amores del cardenal con una cortesana. Esta Dánae fue modelo para la de Felipe II, donde Cupido fue sustituido por una anciana celadora, cuya inclusión enriquece la pintura al brindar sofisticados contrapposti: juventud frente a vejez; belleza frente a fealdad; figura desnuda frente a vestida...
Felipe II recibió esta obra en 1553 y permaneció en la colección real española, primero en el Alcázar y después en el Buen Retiro, hasta que, tras la Guerra de la Independencia, Fernando VII se la regaló al duque de Wellington. Su tamaño original era similar al de Venus y Adonis, pero a finales del siglo XVIII se eliminó el tercio superior por razones de conservación. Descripciones antiguas y una copia flamenca, revelan que en ese tercio superior se incluía el rostro de Júpiter y un águila con los rayos, atributos del dios.
Años más tarde, en 1565, Tiziano pintó la Dánae que se conserva en el Prado con una factura más deshecha y una extraordinaria calidad, resultado del elevado precio que debió pagar su comitente, posiblemente Francesco Vrins, mercader flamenco residente en Venecia. Velázquez compró esta obra durante su primer viaje a Italia y la vendió a Felipe IV con destino al Palacio del Buen Retiro, pero más tarde, en 1666, sustituyó a la Dánae de Felipe II en las “bóvedas de Tiziano” en el Alcázar, emparejándola con Venus y Adonis.
Tiziano pintó el primer Venus y Adonis, perdido y conocido por copias, a finales de la década de 1520. Ninguna otra obra suya ilustra mejor la asimilación de pintura y poesía, pues el episodio del vano intento de Venus por retener a Adonis, ausente en las fuentes escritas, fue de su invención. Tiziano retomó el asunto veinte años después en varias composiciones, una de las cuales fue el punto de partida de la conservada en el Prado.
En esta obra, realizada en 1554, Tiziano presenta a la diosa de espaldas para demostrar, mediante la contemplación conjunta de Dánae y Venus y Adonis, que la pintura podía representar distintos puntos de vista, equiparándose así con la escultura.
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