Cultura

'Hasta el fondo': nacimiento, polémicas y dilemas de Pornhub

Netflix estrena un documental que pone el foco en las denuncias sobre distribución de imágenes sobre violaciones y que explora los límites de la pornografía

Tres estudiantes de la Universidad de Concordia, en Montreal (Canadá), aficionados a ver mujeres desnudas como si se tratara de un pasatiempo, crearon en 2007 la plataforma Pornhub y tiempo después, en 2010, vendieron la compañía a Fabian Thylmann, responsable de posicionar esta página entre las más vistas del mundo y de crear todo un imperio. El mayor algoritmo del porno pronto tuvo cientos de millones de dólares de beneficios al año, al tiempo que acumuló denuncias por su mala praxis.

Hasta el fondo: la historia de Pornhub es el nuevo documental de Netflix, que llega este miércoles a la plataforma con el objetivo de ofrecer un vistazo al nacimiento de la web para adultos más famosa de internet y, al mismo tiempo, lanzar algunas preguntas acerca de los límites morales y éticos en los que se mueve la creación de contenidos pornográficos en la actualidad y los retos a los que se enfrenta hoy en día a partir de voces discordantes que, ante todo, buscan un espacio para su libertad.

¿Qué es el porno? Esta cinta, de una hora y media de duración, arranca con una pregunta inocente a las diferentes voces que participan, a quienes anima a recordar las primeras veces que vieron contenido pornográfico, los vídeos más extremos, aquello que les dejó helados. "Si la respuesta es todo aquello que tiene la capacidad de excitar, el espectro es tan amplio como uno pueda imaginar", dice uno de los invitados a hablar en este documental, que describe en cuestión de segundos el ilimitado cajón de sastre que es Pornhub.

Violaciones, relaciones sexuales con menores, agresiones y otro tipo de encuentros no consentidos se mezclan en el vasto catálogo sin que nadie lo frene

Esta película repasa los inicios de la pornografía en Internet, la forma en la que se experimentaba cuando las conexiones eran lentas, o los efectos del pirateo de material. Como ocurrió con la música o el cine, la gente se acostumbró pronto a que tener acceso gratuito fuera lo normal, por lo que Pornhub descubrió un nicho de mercado con una rentabilidad exponencial.

Como muchas otras empresas, Pornhub también se mueve por un hambre sin límites por expandir sus horizontes y ampliar sus beneficios, sean cuales sean las consecuencias. Así, los límites en los que se mueve una página destinada a albergar contenido que despierte el deseo sexual del público se difuminan y pronto aparece contenido ilícito. Violaciones, relaciones sexuales con menores, agresiones y otro tipo de encuentros no consentidos se mezclan en el vasto catálogo sin que nadie lo frene.

Tal y como muestra este documental y recoge Vozpópuli, la línea divisoria entre el bien y el mal se encontraba en la verificación: si se trataba de contenido que no buscaba el lucro directo, no requería la identificación del sujeto que lo colgaba, a pesar de que podía ser descargado por cualquier persona y reproducirse sin fin una y otra vez, incluso a pesar de la oposición del protagonista, o incluso a pesar de ser la prueba de un delito. Mientras tanto, la empresa se convertía en el epicentro del contenido para adultos y sus vídeos acaparaban los resultados de los motores de búsqueda, con las consiguientes entradas publicitarias.

Por fin, llegaron las denuncias por parte de asociaciones como Centro Nacional sobre Explotación Sexual (NCOSE, en sus siglas en inglés) con campañas que exigían cerrar la web por enriquecerse a costa de imágenes que incluyen violaciones, abusos sexuales a menores y tráfico sexual. En el otro lado, actores y otros miembros de la industria del contenido para adultos que defendían no tener nada que ver con las acciones ilícitas.

Pornhub: 30 moderadores para un contenido infinito

El periodista Nicholas Kristoff, de The New York Times, pronto se hizo eco del asunto y en diciembre de 2020 escribió el artículo Los niños de Pornhub. En aquel reportaje, hacía alusión a las 3.500 millones de visitas mensuales y los 3.000 millones de impresiones diarias de anuncios, así como su impacto como la 10ª página más visitada del mundo, aunque repleta de violaciones que no desaparecen incluso cuando lo piden sus protagonistas y que monetiza asimismo el sufrimiento de los niños.

A raíz de aquel artículo, Mastercard y Visa dejaron de trabajar con la plataforma, que decidió eliminar el contenido sin verificar. Además, aquel reportaje tuvo como consecuencia la comparecencia de algunos de sus máximos representantes en la Cámara alta canadiense en febrero 2021.

Los moderadores estaban obligados a revisar al menos 700 vídeos al día y tenían que decidir si la mujer que aparecía en la pantalla tenía 14 o 19 años

Uno de los momentos más delicados de este documental llega cuando un antiguo trabajador de Pornhub, a quien no se ve en la imagen, reconoce que él era uno de los 30 moderadores, obligados a revisar al menos 700 vídeos al día, una cifra irrisoria si se tiene en cuenta que Facebook, una red social que no está destinada a albergar contenido pornográfico, cuenta con alrededor de 15.000 moderadores.

Tal y como cuenta, ellos decidían si la mujer que aparecía en pantalla tenía 14 o 19 años, en la mayoría de ocasiones sin escuchar el sonido que le podía dar pistas acerca del origen del vídeo, mientras que un supervisor tomaba la decisión final en caso de dudas. Muchas grabaciones pasaban desapercibidos o directamente no había tiempo de comprobarlas todas, mientras que miles de solicitudes de retirada tardaban meses en atender.

¿Es el porno libertad de expresión o una forma de explotación sexual disfrazada? La plataforma Netflix aprovecha la historia y las polémicas de Pornhub para sumarse al debate de la abolición y el dilema del trabajo sexual, al dar voz a algunas de las mujeres y los hombres que se pagan la hipoteca y los gastos de manutención con un trabajo que consideran digno.

Tal y como señalan algunos trabajadores de la industria, las decisiones que se tomaron en esta web para adultos perjudicaron especialmente a las estrellas porno, cuyos contenidos se incluían en el mismo saco que los materiales ilícitos. "No existe el sexo sin consentimiento. Eso es violar. No existe el porno sin consentimiento. Eso es violar", señala una extrabajadora de Pornhub y deja abierto el eterno debate.

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