Las tiendas recogieron el atrezzo de Halloween para sustituirlo casi inmediatamente por los abetos y los Papá Noel. Apenas 15 días después, los ayuntamientos colocaron millones de bombillas que fueron encendidas cuando el calendario todavía señalaba noviembre. En los países occidentales el ambiente navideño se prolonga durante más de un mes y medio, y sin un Acción de Gracias, lo que verdaderamente señala el inicio de la Navidad en España es el canto mántrico de los niños de San Ildefonso durante el sorteo de la Lotería Nacional de Navidad. Hace 90 años el premio recayó en el 29.757, algunos de los boletos del número agraciado habían llegado hasta Huesca procedentes de Doña Manolita, y fruto de una promesa, el premio de uno de aquellos décimos sirvió para financiar el documental de Luis Buñuel, Las Hurdes. Tierra sin pan.
Todo surgió de la amistad entre dos artistas aragoneses. Ramón Acín, escritor, pintor y escultor oscense con firmes convicciones anarquistas, había prometido al cineasta calandino Luis Buñuel financiar la idea de una película documental si le tocaba la lotería. Acín era un hombre comprometido que gastaba parte de su dinero y tiempo en instruir a las clases más desfavorecidas. Mientras que Buñuel ya había rodado La edad de oro y Un perro andaluz, y se había labrado un nombre en París como artista surrealista, pero no encontraba financiación para sus proyectos en España.
“En esta ciudad han quedado 15 millones de una serie del premio gordo”, destacaba la portada del 'El Pueblo', un diario editado en Huesca durante los años de la Segunda República y que en este número informaba de los nombres y apellidos de los agraciados. El número fue vendido especialmente entre funcionarios, jueces y abogados oscenses y dejó 50.000 pesetas a Acín, con las que cumplió con su promesa de financiar el proyecto de Buñuel de rodar en una de las zonas más pobres de España.
Diez años antes del sorteo que permitió el rodaje, las Hurdes habían llamado la atención de la política nacional cuando el rey Alfonso XIII realizó un viaje a la comarca después de que el médico Gregorio Marañón y el filósofo Miguel de Unamuno denunciaran las condiciones de vida de estos habitantes extremeños. Una operación de marketing con un tono muy paternalista por parte del monarca en un momento en el que el principal escándalo del momento era el desastre de Annual que podía llegar a salpicar al propio Rey.
A Buñuel le había impresionado hasta llegarle a obsesionar el estudio sobre la zona del antropólogo francés Maurice Legendre. Miseria, enfermedades y analfabetismo que el cineasta rodó entre el 23 de abril y el 22 de mayo de 1933, medio año después del premio de Acín, con el que también acudió.
Buñuel quiso reflejar una España atávica, extremadamente atrasada y con prácticas bárbaras. “En algunos lugares de Europa existen focos de civilización casi paleolítica, en España a 100 kilómetros de Salamanca, lugar de alta cultura, se encuentran las Hurdes, aisladas del mundo por montañas de difícil acceso”, decía la voz que introducía el metraje.
El primer destino era La Alberca, “antigua villa de carácter casi feudal”. Allí grabaron una “extraña y bárbara fiesta", en la que los recién casados de ese año debían arrancar cada uno de ellos la cabeza de un gallo. El metraje muestra una de estas prácticas en las que jinetes a caballo arrancan con la mano la cabeza de un gallo colgado boca abajo. La voz del narrador insistía en que los mozos disponían de todas las ocasiones que necesitaran: “el caso es que cada uno obtenga una cabeza” dice mientras uno de los recién casados insiste en decapitar a una infortunada ave. “Esta fiesta sanguinaria oculta, sin duda, múltiples símbolos y complejos sexuales que no vamos a analizar ahora", concluye el documental.
Buñuel no dudó en alterar la realidad en algunas de las escenas más icónicas.
La intención de pintar estar España atávica se nota en casi cada plano y línea de locución “aunque se trata de imágenes cristianas no podemos menos que recordar los amuletos de los pueblos salvajes de África y Oceanía”, se escucha mientras graban a un bebé engalanado con cadenas de vírgenes.
La cinta también apunta la insalubridad de la zona y graba a "enanos y cretinos". "El realismo de un Zurbarán o una Ribera queda por debajo de esta triste realidad. La degenaricón de esta raza proviene, entre otras causas, principalmente del hambre, la falta de higiene y del incesto", se escucha mientras enfoca a una pareja de hombres con algún tipo de discapacidad intelectual.
Buñuel no dudó en alterar la realidad en algunas de las escenas más icónicas. La escena del burro muerto acribillado por las abejas, en realidad, se trataba del cadáver de un asno muerto al que pusieron abejas por encima; la cabra despeñada por los riscos fue disparada por ellos; y el bebé muerto, tan solo estaba dormido.
En diciembre de 1933, un año después del famoso sorteo, Buñuel presentó su documental en el Palacio de la Prensa de Madrid sin sonido y poniendo su voz a los comentarios con un micrófono. La película fue prohibida por la censura republicana y en 1936 fue sonorizada y estrenada en París. En agosto de ese mismo año, su amigo Ramón Acín y la mujer de este fueron asesinados en Huesca por tropas del bando sublevado.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación