Cultura

El 'Me Too' del cine español: la noticia que cambió el guion de los premios Goya

La 38º edición de los premios Goya se hará eco de la denuncia de abusos de Carlos Vermut a varias mujeres mientras la industria mira con prudencia

La XI edición de los premios Feroz se celebró el pasado 26 de enero en extrañas circunstancias. Por primera vez, algunos de los periodistas especializados miembros de la AICE (la asociación de informadores cinematográficos que otorga estos galardones) tuvieron que extender su jornada laboral ataviados con sus mejores galas. Grabadora en mano, lentejuelas o esmoquin, la celebración de algunos redactores se trasladó durante unas horas a la alfombra roja, en la que los invitados hacían declaraciones sobre la noticia del día: la denuncia que varias mujeres habían realizado en un reportaje publicado ese mismo día en El País sobre las supuestas agresiones sexuales del cineasta Carlos Vermut. 

Si bien en aquellos minutos previos a la gala fueron muchos quienes opinaron sobre la cuestión, el silencio fue casi total en el escenario. Ni Coria Castillo o Brays Efe, maestros de ceremonias de la gala, ni tampoco los galardonados (los Javis, J.A. Bayona o Malena Alterio, por citar algunos) hicieron mención a las supuestas agresiones y cuando parecía que nadie era capaz de sacar al elefante de la habitación, la presidenta de la AICE, maría Guerra, habló: "Siempre estamos con las víctimas, os animamos a denunciar".

Aunque aún reina la prudencia en la industria, el pasado domingo, en los premios Gaudí, las cosas fueron diferentes y, además de la directora de la Academia del Cine Catalán, Judith Colell, quien destacó la "tolerancia cero" de la institución, otras voces hicieron referencia a la violencia sexual contra las mujeres, como fue el caso de Estíbaliz Urresola, directora de 20.000 especies de abejas, o Elena Martín Gimeno, responsable de Creatura, dos de las películas estrella de la noche. 

Condenar o ser cómplice del silencio fueron, para algunos, las únicas posturas posibles las horas posteriores a la publicación del reportaje en el medio de Prisa. No cabían medias tintas y no han sido pocos quienes han criticado a los que han optado por la reflexión y la prudencia en vez recurrir a la denuncia pública rápida. En cualquier caso, lo cierto es que gran parte de la profesión mantiene cierta cautela a la hora de pronunciarse sobre este asunto, sobre el que no se han presentado denuncias por la vía judicial. 

Isabel Coixet criticó en Instagram el "ambiente histérico y amarillo" de las alfombras rojas y pidió "calma y reflexión" para la "escucha y la lectura atentas que son imprescindibles para la justicia"

Así lo manifestó Isabel Coixet hace apenas unos días en su cuenta de Instagram. "Pedir calma y reflexión es pedir espacio para la escucha y la lectura atentas que son imprescindibles para la justicia", escribió la directora en una publicación en la que hizo referencia asimismo al "ambiente histérico y amarillo que se vive en las alfombras rojas". "Si no te desgañitas para mostrar tu solidaridad de pacotilla, te quitan el carnet de buena feminista", criticó en esta red social. 

Precisamente, y sin entrar en la calidad de la labor periodística de los redactores de El País en este reportaje, lo cierto es que una de las críticas más habituales en la industria ha sido acerca del tono amarillo de la noticia y el lugar en el que se coloca a las tres presuntas víctimas de Carlos Vermut. De aquellos encuentros se ofrecen detalles, para algunos escabrosos, que invitan a hordas de opinadores a ofrecer su criterio sobre cómo debe funcionar una relación íntima, al tiempo que se las expone a un ambiente hostil y a posibles represalias puesto que, tal y como se cuenta en el artículo, los casos eran vox populi en la profesión y también entre muchos periodistas. 

Para otros, en cambio -especialmente compañeros de la prensa- el reportaje ha sido más que pertinente para visibilizar y destapar unas prácticas inaceptables, mientras que otra parte de la profesión lamenta el linchamiento al cineasta sin las garantías que le ofrecería un juicio.

El Me Too llega a los premios Goya

Desde el pasado 26 de enero, las principales asociaciones, academias y festivales han mostrado su condena de los abusos sexuales cometidos en el cine, aunque nadie ha hecho alusión concreta a estos casos denunciados. La asociación de mujeres cineastas, CIMA, emitió un comunicado ese mismo día, y ese mismo fin de semana le siguieron también la Academia de Cine y el Festival de San Sebastián. Sin embargo, nadie -ni responsables de instituciones, de los principales certámenes ni productores- se atreve aún a hacer declaraciones. 

Sin embargo, la noticia ha calado en el sector hasta tal punto que la Academia de Cine no solo visibilizará en la ceremonia de la 38º edición de los Premios Goya su rechazo a la violencia sexual y los abusos de poder en la industria cinematográfica, sino que también habrá espacio en el guion de los presentadores de la gala, Los Javis y Ana Belén, para hablar sobre este asunto, aunque siempre "en la línea del comunicado", tal y como han asegurado en una entrevista a Europa Press. Precisamente, la cantante y actriz confesó el pasado domingo en el programa de Jordi Évole haber sido víctima de la agresión sexual de un director con el que trabajó del que no da el nombre. 

Si el reportaje con el que The New York Times destapó las agresiones de Harvey Weinstein puso los cimientos para su judicialización, cabe ahora preguntarse si ocurrirá lo mismo en España

Asimismo, el Ministerio de Cultura ha anunciado este viernes la creación de una unidad de atención y prevención de las violencias machistas en el sector cultural con el fin de acompañar a las "víctimas de la violencia machista". Así, se busca elaborar protocolos y recomendaciones para el sector, ante la demanda de varias organizaciones.

Más allá de los códigos de buenas prácticas que proliferan en las asociaciones para evitar futuros abusos y de manifestaciones públicas en apoyo de las víctimas, lo cierto es que la industria cinematográfica española parece tener ahora la misión de crear un clima propicio para afrontar otros casos de presuntos abusos con garantías para todos, más aún cuando parece que el goteo de acusaciones no va a detenerse en la prensa durante los próximos meses, y que esto es solo el comienzo del Me Too español en el cine.

Cabe entonces preguntarse si el beneficio de los grandes grupos mediáticos está primando frente al interés de las víctimas y si se está abordando un asunto tan serio de la manera adecuada, o si la necesaria visibilización de los abusos está acompañada de un proceso posterior que no perjudique su futuro profesional ni su dignidad. ¿Por qué no se denuncia y qué se está haciendo mal? Si el reportaje con el que The New York Times destapó en octubre de 2017 el caso del productor Harvey Weinstein puso los cimientos para judicializar los abusos sexuales continuados, la pregunta ahora es si ocurrirá lo mismo en España.

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