Se puede decir de otra forma pero no más claro. La Feria del Libro de Madrid 2017 ha sido la feria de Fernando Aramburu. Patria, la novela del escritor vasco publicada en septiembre por el sello Tusquets, lleva ya 19 ediciones. Está en todas las librerías, escaparates y en las conversaciones de quienes se mueven entre Menéndez Pelayo y Alcalá. También en todas las casetas. Un fenómeno que ya eclipsó a los lectores en Sant Jordi y que en esta ocasión acapara la atención de los visitantes, que hacen largas filas para que Fernando Aramburu estampe su firma y una dedicatoria. Algo en esas aglomeraciones hace pensar, de pronto, que el futuro clarea. Que el CIS se equivoca. Que todos leen. Que en cada bolsa de esas viaja un libro hacia un lector.
Algo en esas aglomeraciones hace pensar, de pronto, que el futuro clarea. Que el CIS se equivoca. Que todos leen. Que en cada bolsa de esas viaja un libro hacia un lector.
El fenómeno Aramburu es la expresión más espectacular de una corriente de fondo que se mueve bajo los árboles que rodean esta feria, una cita que cumple 76 ediciones –empezó en 1933- con ganas de no envejecer. La literatura ha regresado al centro de un evento que, apenas el año pasado, parecía desplazado por chefs, políticos o presentadores travestidos en novelistas. Aún están, todo sea dicho, estos personajes convertidos en autor por maniobras editoriales. Sin embargo, su proporción y visibilidad es bastante menor. Hay cosas a favor de la literatura en todo esto: una novela del año, la de Aramburu, indiscutible por sus números; un Premio Alfaguara como hacía tiempo no se leía, el de Loriga, y un Premio Planeta, Dolores Redondo, que revive la fuente seca de un galardón que perdió fuste. A veces ocurre, a veces no. Pero en esta oportunidad todo coincide. Y se nota.
No exagero. Mirad la segunda cola de firmas de la tarde de @FernandoArambur en la @FLMadrid pic.twitter.com/CLih1DrXKZ
— Karina Sainz Borgo (@karinasainz) May 28, 2017
En este primer fin de semana de la Feria del Libro de Madrid, nombres y libros cuyo relumbrón público no sonroja el rubro literario ocuparon las primeras tres jornadas de una cita que durará hasta el 11 de junio: el ya mencionado Aramburu –quien ofreció tandas dobles de firmas, dos en la mañana y dos en la tarde, cada día; Ray Loriga, que adelanta una intensa agenda de firmas y promoción de su novela ganadora del Alfaguara, Rendición, y de la cual se tuvo que hacer una reimpresión al día siguiente de su llegada a las librerías, así como Dolores Redondo, que con su novela Todo esto te daré, aparca el reino del Baztán para sentarse, cómoda, en el trono del superventas.
Lectores en general Mirad la cola para @FernandoArambur en la @FLMadrid Literatura 1-Masterchef 0 pic.twitter.com/dmPhvKxGKk
— Karina Sainz Borgo (@karinasainz) May 28, 2017
Al mismo tiempo, de forma paralela, decenas de autores consolidados -maduros literaria y vitalmente- salían como primerísimos espadas en el cartel de la feria: Lorenzo Silva; Marta Sanz; David Trueba; Antonio Orejudo; Gonzalo Torné … Junto a ellos, claro, una copiosa ración de veteranos como Ian Gibson, Almudena Grandes, Luis García Montero, Luis Landero, Julio Llamazares, Manuel Vicent, Fernando Savater, Javier Marías, Rosa Montero... Quisiera alguien un milagro y que de pronto volviese Chirbes a la caseta de Anagrama. Pero no hay que incurrir en la ingratitud de la melancolía. ¡No! Porque, a pulso, la literatura le ganó la partida a la nueva autoayuda –los recetarios de famosos y la calentura de la vida sana- y ganó la pelea como se ganan los combates limpios: con los libros. Esa forma de dar golpes en cada página.
Hablamos con los libreros de @tiposinfames ¡Hemos visto crecer esta librería! #MalasañaPower caseta 188 de @FLMadrid pic.twitter.com/eqszh2nuUB
— Karina Sainz Borgo (@karinasainz) May 27, 2017
Resisten las buenas novelas, pero también las buenas librerías y los buenos libreros y los buenos editores. Los hay debutantes, como La Bella Varsovia (290) –el sello independiente de poesía que lleva Elena Medel- o los novísimos libreros Los editores (125); los hay que crecen y se consolidan, como los libreros de Tipos Infames (188) y los ya consolidados prescriptores de La Buena Vida (53) ; los que editan con gusto, elegancia y criterio como los sellos Demipage y Bartlebly (177); Periférica, Libros del Asteroide, Sexto Piso, Impedimenta, y Nórdica Libros, las editoriales que conforman el grupo Contexto (277); Candaya, Delirio y La uña rota (191); Alba (229), con sus impecables clásicos; Xordica (282); Visor (357); Páginas de Espuma (364)… ¡Hay literatura en la Feria del Libro! Existe. Por eso este año importa que nada la empañe, ni siquiera los vapores de un fumée. Que esos también alimentan, pero al César lo que es del César y al libro lo que es… del libro.
Booktubers y lectores
Los youtubers y booktubers mantienen su presencia en la feria y en el mercado editorial. Son los reyes de un nicho en el que pocos autores de papel han conseguido entrar, acaso porque sus lectores –los que acuden a comprar el libro en- provienen de Internet. Curiosa paradoja para un mercado que ha caído 40%. Ahí van estos seres a inyectar vida. Una larga fila de muy lectores muy jóvenes, la mayoría chicas, que esperan su turno para que LunaDangelis les dedique su primer libro, Crea tus sueños, publicado por la editorial Planeta. Tanto este tipo de autores como sus seguidores han sido considerados por los organizadores de la feria como los nuevos lectores. Gente que puede aportar respuestas. O al menos otros caminos.
Curiosa paradoja para un mercado que ha caído 40%. Ahí van estos seres a inyectar vida.
De ellos provienen los nuevos hábitos de lectura que la Feria del Libro de Madrid quiere analizar a través de un programa dirigido a alumnos de institutos de Madrid y que intentará responder a la pregunta de qué es lo que les interesa a los jóvenes de los libros. La lectura digital, la poesía y el cómic serán los tres ejes de este programa en el que intervendrá otro de los escritores y "youtubers" más seguidos por los jóvenes, Javier Ruescas, autor de 14 libros. Los jóvenes han acudido al Retiro, como la miel a las abejas, para acercarse a otro escritor juvenil, Blue Jeans, como se conoce al escritor Francisco de Paula, que acaba de finalizar su exitosa trilogía con la novela Algo tan sencillo como estar contigo. Para unos fue Salgari. Para ellos es Blue jeans.
Lo que dio de sí el Gato
Este hombre no nació ayer. Conoce, y muy de cerca, la industria. Fue librero y trabajó en la compleja estructura editorial. Manuel Gil, el nuevo director de la Feria del Libro de Madrid, no incurre en la novatada del optimismo, pero tampoco le hace ascos. “¿En tan pocos días ha concluido usted eso?”, responde ante quien pregunta… ¿ha vuelto la literatura a la feria del libro? Por aquello de la disminución de chefs y tertulianos.
Con una libreta llena de anotaciones y un portátil en cuya pantalla se ve la Base de datos de la Feria, Gil reconoce que los autores de peso se abren camino. Pero lo suyo va más allá. O al menos eso parece para quien escucha. En una conversación espontánea, Manuel Gil apunta, además, la consolidación del ensayo como otro capítulo fuerte de la feria. Hay motivos. ¿Por ejemplo? El sello Ariel celebró sus 75 años. Así que la buena salud del género tiene, por así decirlo, ejemplos de tomo y lomo.
“La polémica del gato nos hizo la campaña (...) Todo el mundo sabía cuándo comenzaba la feria”
A los pocos días de presentarse el cartel de la 76 Feria del Libro de Madrid, se armó la de sanquintín. Un gato rojo, de temblorosas líneas en Paint, se planta ante el bigote que forma un libro abierto. Madrid es Gato. Madrid lee. Juego felino entre lector y madrileño que ideó, a su manera, la diseñadora canaria Ena Cardenal de la Nuez. Y entonces ocurrió el linchamiento. Que si era terrible, horrendo, una burla. Debate, ¡a saco! El cartel, la verdad, bonito no era… ni es. Pero el tema rebosó un vaso en el que aún no se había vertido la gota de la feria –su programación, por ejemplo-. Al hablar de estas cosas, Gil va a lo práctico. “La polémica del gato nos hizo la campaña”. Y razón no le falta, porque el asunto puso el evento en boca de todos a pocos días de su inauguración. “Todo el mundo sabía cuándo comenzaba la feria”, dice.
Polémicas a un lado, Manuel Gil tiene las cosas claras. Quiere una feria de calidad, internacional y sostenible. Así de sencillo. Tres objetivos. El primero, la calidad. Intenta diseñar Manuel Gil un evento con actividades de primerísima línea. Para eso necesita rastrear autores de peso y conocer quién es su lector: ¿quiénes leen e-book? ¿cuántos compran en papel y cuántos prefieren otros formatos? ¿quiénes siguen a los Booktubers? Lo segundo se explica con el país invitado, Portugal. Recuperar la agenda atrasada de las otras lenguas. La caja de resonancia de los otros. Y en tercer lugar, el perfil ecológico. La Feria del Libro de Madrid se celebra en un parque que aspira ser reconocido como patrimonio cultural y natural. Por eso subraya la idea de lo ecológico como requisito para optar a la mayor visibilidad y viabilidad.
Polémicas a un lado, Manuel Gil tiene las cosas claras. Quiere una feria de calidad, internacional y sostenible
Educado y correcto, Manuel Gil se mueve en la sala de máquinas de la feria con una idea: que esto funcione. Aunque quien lo escucha piensa, mas bien, que vuelva a funcionar. El pronóstico, asegura, es bueno. Eso habrá que verlo el día 12 de junio. Pero ése, de momento, es un asunto por verse. A falta de cifras cerradas, Gil ofrece un dato: la feria ha mandado a imprimir 300.00 bolsas de papel institucionales para que los expositores puedan envolver los libros que venden a sus clientes. ¡Pues resulta que se han quedado cortos, porque los responsables de las casetas piden más! La gente compra. O al menos eso dicen los responsables de esta fiesta en la que queda por salir un gato verde (ecológico) y otro con la bandera del Orgullo Gay.
Confesionario laico
Un domingo, a las seis de la tarde, el escritor y filósofo Fernando Savater atiende lectores como quien escucha plegarias o pecados. Sí. Savater es el “recomendador” de la jornada. Se trata de una figura de la que ha echado mano el stand institucional de El País para propiciar el encuentro entre lectores y lectores (en este caso autores de relumbrón que ejercen de lectores) y que durante una hora hacen posible que las personas se acerquen para que los orienten sobre qué leer.
Vale la pena ver el asunto. Hombres y mujeres de la más distinta procedencia y edad piden orientación literaria al mismo tiempo que vuelcan su entusiasmo por quien los escucha. En este caso, toca turno a Savater. Cada conversación desemboca en los derroteros más extraños, desde qué es Hispanoamérica hasta el canon de la novela realista. Todo ocurre de forma ciudadana. Cara a cara.
Un hombre al que Fernando Savater ha sugerido un libro ha ido a comprarlo. Regresa para que él lo firme. Y quién dice que una recomendación no es, acaso, una creación en sí misma. En ese sillón de la farmacopea literaria estuvieron Julio Llamazares y Elvira Linda. Quedan todavía Juan Cruz, Rubén Amón y Manuel Jabois.
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