La izquierda española no atraviesa su mejor momento (de hecho, lleva años de bajón electoral y noqueada en el plano cultural). Seguramente su último destello de brillo fue la explosión del 15-M y su amplio apoyo entre los españoles, que una década después es un pálido recuerdo. Se logró dar la vuelta por completo al debate político nacional (desahucios, feminismo, reforma constitucional…), pero no sostener el nuevo paradigma en el tiempo, una derrota que terminó reforzando el prestigio del llamado Régimen del 78.
Hoy la derecha radical lleva la iniciativa política en muchos lugares de Occcidente, mientras los “espacios del cambio” languidecen, sobre todo en España (ni círculos, ni ‘moradas’, ni nuevas voces periodísticas o literarias han logrado cuajar del todo). La izquierda española parece una zombi político, pero son estos momentos de desorientación los que pueden ofrecer alguna sorpresa, por ejemplo el nacimiento de Future Policy Lab, un joven laboratorio de ideas que busca la transversalidad y no ser arrinconado en el rincón rojo (y que lo logra gracias a la variedad y preparación de sus participantes, donde prima el perfil técnico en vez de activista o militante).
El pasado 18 de mayo se presentó esta iniciativa en el Círculo de Bellas artes de Madrid. No acudió al acto solamente la tribu progresista, sino también ejecutivos del Ibex35 interesados en escuchar las propuestas de un laboratorio de ideas joven, educado en las mejores universidades de Europa y Estados Unidos. Ni siquiera su director, Berna León, vive de su dedicación al espacio, sino que se gana la vida con su sueldo de profesor en Siences Po, una prestigiosa unversidad de París. Además afrontan la atrea sin prisa, poniendo la vista en diez o incluso veinte años.
El primer trabajo público de este colectivo es el informe Derribando el mito de la meritocracia, un trabajo sólido sobre un debate controvertido. Berna León explicó en la presentación los tres objetivos inmediatos del proyecto, que intenta reforzar las relaciones entre académicos, políticos y periodistas interesados en las políticas públicas. En contra de la marea dominante en la izquierda española, apuestan por tres ejes alejados de las políticas de la identidad: aspiran a objetivos ambiciosos como fomentar la participación de los trabajadores en las empresas, apoyar la reindustrialización del país y defender políticas de herencia universal. Este último término, explicado grosso modo, consiste en dotar a cada español de un fondo para estudiar o emprender que se entregaría al comienzo de su vida adulta (calculen unos 120.000 euros, cerca del 60% del patrimonio medio del país).
Los nombres implicados en Future Policy Lab tienen reconocidas capacidades, entre ellos politólogos, filósofos y sociólogos como Roy Cobby, Jorge Tamames, Olga Cantó , Sara Torregrosa y Borja Barragué (director adjunto), entre otros. Seguramente el rostro más conocido en el proyecto sea Pablo Simón, analista habitual en tertulias televisivas. En los últimos días se ha criticado redes sociales a jóvenes de la izquierda como el propio Berna León o a Lilith Verstrynge (Secretaria de Organización de Podemos) por cuestionar la meritocracia cuando sus padres son figuras de prestigio y trayectoria brillante en los mismos campos en los que trabajan ellos. Quizá el enfoque que necesitemos sea el contrario: otorgarles mérito por reconocer en público que su posición social es en gran parte debida a la suerte y la influencia familiar. Se trata de una posición autocuestionadora que le honra y que -seamos honestos- cuesta encontrar entre las élites españolas (de izquierda o de derecha).
No quedarse en el subsuelo
Además de la solidez intelectual de los participantes, es notoria la intención de no quedar arrinconados en el subsuelo político. Su primera alianza ha sido con la firma de relaciones públicas Llorente & Cuenca, una de las más prestigiosas del país, que no les financia peero les ayuda con la comunicación y la imagen. Ese vínculo y la presencia en el acto de firmas habituales en El Confidencial y La Sexta lanzan un claro mensaje de que el laboratorio no va a conformarse con el circuito cerrado de medios “para creyentes” que forman Público, El Diario, Infolibre, El Salto, La Marea, Ctxt y el podcast Carne Cruda.
Para comprender el avance que propone Future Policy Lab hay que recordar la situación anterior a su fundación. La izquierda española (o más bien madrileña) disponía de foros de debate variados, pero esto suponía una derrota más que una victoria de la diversidad. Me explico: un militante podía asistir actos de La Morada del Instituto 25-M (Podemos), a la librería asociativa Traficantes de Sueños (Anticapitalistas) o a los seminarios del IECCS (errejonistas), pero la cruda realidad es que estos tres espacios estaban dominados por una completa homogeneidad ideológica, casi una garantía de que ninguna tribu política madrileña de izquierda tuviera que que enfrentarse con opiniones cuestionadoras (ni siquiera dentro de la propia izquierda).
Tras un comienzo prometedor, Future Policy Lab tendrá que demostrar que es capaz de esquivar los sesgos elitistas del progresismo español
Frente a perspectivas militantes y centradas en lo cultural, Future Policy Lab reivindica su independencia de cualquier partido político como postura imprescidible para hablar con todos los agentes implicados. Incluso en los casos del pasado en que la izquierda ha elaborado discursos interesantes estos apenas han llegado al gran público. Es el caso del informe La Economía Política del Capitalismo Digital en España publicado en 2020 por el Instituto 25-M y cocinado con brillantez por Ekaitz Cancela y Aitor Jiménez. A pesar del cuestionable nombre en inglés, Future Policy Lab nace con un enfoque y empuje que invita a pensar que superará fracasos pasados.
De momento, ya tienen algunos triunfos tangibles en su haber como este mismo informe o el precedente de éxito mediático del encuentro organizado entre la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz y el prestigioso economista francés Thomas Piketty, posiblemente el mayor experto en desigualdad del mundo. Esta charla fue organizada por el IECCS, llevando la inciativa Javier Soria Espín. Por supuesto, Future Policy Lab tendrá que demostrar ser capaz de torear las lagunas clásicas del progresismo español: incapacidad para conectar con las capas inferiores a la clase media, sobrevaloración del activismo universitario y menosprecio de la capacidad de conexión popular de la derecha. Por lo menos, han comenzado a caminar con buen pie, que no es poco.
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