Cultura

¿Puede ser racista un edificio? ¿Es Shakespeare de extrema derecha?

Oleada de corrección política en Gran Bretaña

Parece un sketch de los célebres humoristas Monty Python, pero está ocurriendo en Gales: el Chartered Institute of Library and Information Professionals (CILIP) ha pedido a sus autoridades culturales evitar los edificios con financiación o pasado ligado al colonialismo. Se trata de no caer, por ejemplo, en que se impartan allí cursillos de formación antirracista (habituales desde la fiebre Black Live Matters). Por suerte, en 2021 el gobierno publicó un listado de edificios problemáticos, así que no hay zonas ambiguas. Los motivos para elaborar la lista negra van desde haber sido construidos con dinero colonial hasta llevar el nombre de figuras históricas problemáticas como Winston Churchill, Cecil Rhodes y... ¡Cristóbal Colón!, según explica la revista digital Spiked (muy recomendable para los alérgicos a la corrección política).

El informe gubernamental incluye un código de colores que abarcan desde el verde (edificio redimido) hasta el rojo (para los considerados culpables). En el texto se señalan lugares tan inofensivos como el Buccaneer Inn en Tenby, en Pembrokeshire (localidad turística playera de Gales). Este pub se etiqueta como "naranja" porque "los bucaneros eran piratas" que "se aprovechaban de los barcos involucrados en el comercio de esclavos, entre otros, y a veces comerciaban con esclavos". El informe matiza, sin embargo, que los bucaneros no eran malos del todo porque “también eran conocidos por tener tripulaciones racialmente diversas”. Se ve que los británicos nunca van a criticar del todo a su piratería, uno de sus legados culturales emblemáticos en la era moderna.

 Tanto la auditoría sobre el tráfico de esclavos como la guía del CILIP se elaboraron en respuesta al "Plan de acción antirracista de Gales", ideado por el gobierno entre 2020 y 2021, durante el auge del wokismo. El plan está diseñado para que el país quede "libre de racismo" para 2030. Al estilo Urtasun, todo forma parte de una estrategia para descolonizar los museos y fijar "la narrativa histórica correcta" en cuestión de conflictos raciales. Esta nueva legislación ha sido acusada de artificialidad, ya que traslada debates de un país multirracial como Estados Unidos a una sociedad (la galesa) donde la población blanca se sitúa en el 94%, según los datos del último censo. El articulado de la ley también exige "contar historias a través de la mirada de lis negros, asiáticos y otras minorías" para cumplir los estándares progresistas de la teoría decolonial.

Starmer y la censura

La medida forma parte de una oleada de corrección política en el Reino Unido, liderada con entusiasmo por el nuevo primer ministro Keir Starmer. Arrancó su mandato paralizando una ley tory que suscitaba amplio consenso y que tenía como objetivo terminar con la cultura de la cancelación en los campus universitarios del país. Más tarde, en plena oleada de protestas contra la inmigración masiva, proclamó que metería en la cárcel a todo aquel ciudadano que tuitease o retuitase información contraria a las tesis del gobierno. Después de las protestas se han producido más de mil detenciones de civiles por motivos politicos, entre ellas un jubilado son antecedentes, una niña de trece años y un hombre que ondeó una bandera de Inglaterra ante un centro islámico. El Reino Unido, que fue tierra de refugiados politicos desde tiempos de Karl Marx, ha dado un giro de ciento ochenta grados, como pudimos comprobar con el caso Julian Assange.

"Cuando el gobierno británico etiqueta los libros de Narnia de C.S. Lewis como una amenaza terrorista, es que ha perdido el contacto con la realidad", declaró un concejal del Ulster

No se trata solo del gobierno propiamente dicho. Los servicios secretos británicos publicaron el año pasado una lista de ensayistas habituales entre las personas que viraban hacia la extrema derecha. Según reveló un reportaje de Fox News, allí se encontraban autores clásicos como C. S. Lewis, J. R. R. Tolkien, George Orwell, Joseph Conrad y Aldous Huxley en una clasificación compilada por la Unidad de Investigación, Información y Comunicaciones de Prevent. Los autores del informe les tildaban de "potencialmente problemáticos" a otros autores cuya obra es supuestamente compartida simpatizantes de "la extrema derecha y el Brexit" incluyen a Thomas Hobbes, John Locke, Edmund Burke, Thomas Carlyle, Adam Smith y... William Shakespeare, según publicó The Spectator. La realidad supera las previsiones orwellianas. 

En 2011, el Reino Unido introdujo el "deber de prevención" como un componente de su enfoque más amplio de lucha contra el terrorismo, conocido como "Contest". El concejal del Partido Unionista del Ulster, John Kyle, criticó la lista: "Sé que los regímenes comunistas y totalitarios han visto al cristianismo como peligrosamente subversivo, pero cuando el gobierno británico etiqueta los libros de Narnia de C.S. Lewis como una amenaza terrorista, su unidad antiterrorista ha perdido el contacto con la realidad", declaró a la prensa irlandesa.

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