El presidente Vladimir Putin es alguien al que gusta proyectar la imagen de tipo duro. Todos hemos visto fotos suyas montando a caballo sin camiseta o caminando junto a George W. Bush mientras balancea sus hombros de modo exagerado para demostrar su hombría ante las cámaras. Putin es una persona que parece anclada en tiempos pasados, que trata de cultivar una imagen de virilidad sin duda algo obsoleta a estas alturas de la historia. En este sentido, se sabe que, además de haber formado parte del KGB en su juventud —y de haber supuestamente envenenado periodistas disidentes con polonio-210—, Putin es devoto de las artes marciales, algo que contribuye a fomentar su identidad de alto cargo político con alma de guerrero.
El presidente ruso practica el judo desde los 14 años de edad, también el sambo, una forma de lucha rusa. De hecho, es cinturón negro de judo. Sambo es, según sus propias palabras, un “acrónimo ruso para ‘autodefensa sin armas’, que es una técnica de lucha rusa”. Corría el año 66 cuando Putin comenzó a practicar el judo, época en la que el judo y el karate eran dos de las primeras artes marciales del Oriente que comenzaban extenderse por el mundo; una proliferación que llegaría a Rusia con mayor premura, dada la cercanía del país a los núcleos de irradiación orientales. Hay que decir, que ya desde 1964 el judo era deporte olímpico, algo que atestigua su creciente popularidad como arte marcial en los años sesenta.
Luego vendrían otras, hasta que el jiu-jitsu brasileño de la escuela de la familia Gracie demostró ser el arte marcial más eficiente en el primer Ultimate Fighting Championship (UFC), de 1993, en el que Royce Gracie salió victorioso frente a practicantes de otras artes marciales. Y judo y jiu-jitsu son formas de lucha estrechamente vinculadas. De hecho, el judo surge a finales del siglo XIX a partir del jiu-jitsu clásico, cuyos orígenes se remontan a la época del Japón feudal, del siglo VIII al XIX, en el que primaba la cultura del honor y la lucha del samurái. En ambos casos, se trata de artes marciales centradas no en golpear sino en agarrar y someter por vía de llaves que sirvan para inmovilizar al oponente.
Trolear a Putin
Tras la victoria de Gracie en el UFC, el jiu-jitsu cuenta con gran popularidad. Mucha gente hoy practica kickboxing como jiu-jitsu para saber defenderse tanto en las distancias cortas como en las distancias algo más largas. Siempre es bueno saber golpear y saber recibir los golpes, al tiempo que es esencial dominar al oponente una vez ambos contrincantes se agarren en el suelo. Como me comenta un luchador practicante: “Si tienes una pelea hay muchas posibilidades de que acabes en el suelo con tu contrincante y es ahí cuando necesitas jiu-jitsu o incluso judo”.
Musk es mucho más joven, más alto y pesado, rasgos que podrían decidir el combate a su favor
La palabra judo ha sido traducida como “el camino apacible” o “camino de la flexibilidad”, y ha sido empleado por muchos practicantes, entre ellos Putin, para canalizar las propias energías y lograr un mayor autocontrol. Su fundador fue el atleta y educador japonés Kanō Jigorō, quien tuvo siempre en mente, como principio básico, lograr la máxima eficiencia con el menor esfuerzo. Entre otras cosas, Putin se entrena asiduamente con las selecciones nacionales de su país, recibiendo, a su vez, numerosos premios honoríficos por su contribución a difundir estas formas de lucha en suelo ruso y en otros países. Putin ha llegado, incluso, a ser coautor del libro Judo Historia, teoría y práctica (2004). No obstante, la Federación Internacional de Judo y la Federación Europea de Judo han decidido retirar a Putin su condición de presidente honorario y embajador tras la invasión de Ucrania.
Putin tiene ya tal fama de luchador que ha sido retado en varias ocasiones. Hace unos años, el Primer Ministro japonés, Shinzo Abe, le invitó a realizar una exhibición con el presidente de Mongolia, Battulga Khaltmaa, también cinturón negro de judo; y con el estallido de la Guerra de Ucrania, fue nada más y nada menos que el multimillonario Elon Musk quien le retó vía Twitter a luchar en singular combate —a la vieja usanza— para acabar con el conflicto. Se sabe que Musk colabora con el país invadido ofreciendo apoyo a este implantando en Ucrania Starlink “Un sistema de satélites que, por el momento, ha resultado ser eficaz al colaborar junto con una unidad de drones ucranianos para destruir armamento y vehículos militares del ejército ruso”.
También “opera con dispositivos equipados con cámaras térmicas que permiten identificar vehículos militares rusos durante la noche" Aunque Musk parece haber practicado algunas artes marciales en su juventud, da la sensación, por el historial de ambos y la llamativa falta de coordinación física del empresario sudafricano, que, como suele decirse coloquialmente, Musk cobraría por todos lados. A pesar de lo cual, también es cierto que Musk es mucho más joven, más alto y pesado, rasgos que podrían decidir el combate a su favor. Dicho esto, nunca está de más retar a otro cuando se sabe que el guante no será recogido por el potencial oponente, por lo que muchos hacen referencia al referido reto como un típico troleo del dueño y fundador de SpaceX; una forma humorística y vacilona de lidiar con el conflicto a la que Musk tiene acostumbrados a los usuarios de Twitter, su plataforma predilecta, por lo que parece.
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