Fue gorila y hombre lobo; sastre, médico justiciero, enfermo, enfermera y enfermero; monje inquisidor, sacerdote embaucador, comisario franquista, falangista valeroso y marqués sin patrimonio; cornudo y apaleado, mariscal de campo y folclórica de medio pelo; rey y preso, fogoso amante, niño de la guerra, señor muy educado, señorita y torero fracasado… La penetrante voz del actor José Sacristán enumeraba, en la entrega del Goya de Honor de 2005 a José Luis López Vázquez, algunos de los papeles del intérprete madrileño. Fue de todo hasta, léase atropelladamente: “un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo”, pero lo que no consiguió en vida, ni 13 años después de su fallecimiento es ser calle, ni siquiera placa de su Madrid natal.
De las 395 placas de memoria de Madrid que recuerdan a personalidades además de bares, teatros, salas de música, hoteles, personajes de ficción… ninguna está reservada para el actor, nacido en la calle Torrecilla del Leal en 1922. Llegaba la dictadura de Primo de Rivera y la madre del futuro actor se quedaba sola ante el abandono del padre. Este contexto humilde marcaría la personalidad del actor que, siendo una estrella todavía se agobiaba cuando no le llegaban los trabajos.
Su nombre apareció en más de 250 créditos y algunos de los carteles más célebres del celuloide hispano, sin embargo, no logró hacerse un hueco en el callejero madrileño. En noviembre de 2009, semanas después del fallecimiento del actor, el Ayuntamiento aprobó “asignar el nombre de José Luis López Vázquez a la vía, espacio público o institución cultural que en su momento se determine, en reconocimiento a su excelente y dilatada trayectoria profesional especialmente dedicada al cine, el teatro y la televisión”. La propuesta fue aprobada por todos los grupos (populares, socialistas e IU) del consistorio de Alberto Ruiz-Gallardón. El Área de Cultura de la capital ha confirmado a Vozpópuli que el nombre del actor no está propuesto para bautizar ninguna vía del callejero puesto que en 2010 ya se nombró un Centro Cultural en el distrito de San Blas con el nombre del artista, dando cumplimiento a lo aprobado en el Pleno de 2009.
Respecto a la ausencia de una placa de memoria, el consistorio ha confirmado a este medio que no se ha solicitado oficialmente, por lo que tampoco está prevista ninguna instalación. Estas placas son unos letreros que recuerdan el lugar de nacimiento o vivienda de algún ilustre personaje o rememoran su paso por la capital, como en el caso de la dedicada a Hans Christian Andersen, y la fonda en la que se hospedó en 1862. Las placas conmemorativas deben solicitarse y aprobarse por el Ayuntamiento y también pueden estar dedicadas a edificios o instituciones o incluso personajes de ficción como el Ratoncito Pérez o Fortunata, de la novela de Benito Pérez Galdós.
Este año se ha celebrado el centenario del nacimiento del intérprete sin muchos homenajes, uno de ellos ha sido la realización del documental José Luis López Vázquez: ¡Qué disparate!, que acaba de estrenar la plataforma Movistar+. Durante la presentación de la cinta en la Seminci de Valladolid, José Luis López Magerus, hijo del actor, guionista e hilo conductor del documental, denunció la dejadez por parte de las instituciones a colaborar en el proyecto: “Es incomprensible. Una vergüenza. Es quién es y es el centenario de su nacimiento. Pero está siendo una lucha titánica y sin ayuda de nadie. Ni RTVE, ni el instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, ni el Ayuntamiento de Madrid. Sacamos dinero debajo de las piedras”, denunció.
¡Qué disparate! fue la expresión que espetó el director a su hijo cuando le propuso la idea del documental que recorre la vida del actor, que de adolescente cruzaba la Gran Vía bombardeada durante la Guerra Civil para entrar en un cine y extasiarse con Una noche en la ópera de los hermanos Marx. El madrileño quedó fascinado por Groucho al que imitaba y del que bebió para algunas de sus gestualidades más reconocibles. Este exceso de gesto, también muy chaplinesco, marcó con una fuerte personalidad a sus personajes. “Cuando hay alguien que es capaz de hacer arte del histrionismo, del movimiento exagerado, encuentras la verdad. No hay nada falso, te lo crees y disfrutas”, señala en el documental el actor Pepe Viyuela.
“La mirada tragicómica de España que buscaban plasmar Azcona y Berlanga”, “No ha habido nadie más español que él y eso le acercaba al público”, “Ese bigote tan español, tan franquista, de señor que está detrás de un mostrador se convirtió en una especie de firma como el de Groucho”, también se escucha en la cinta.
La mirada tragicómica de España que buscaban plasmar Azcona y Berlanga
En los sesenta ya era un actor asentado en el cine con una larga trayectoria en teatro y habiendo firmado algunas de las mejores películas de la historia del cine español. En esta década participará en Atraco a las 3, Usted puede ser un asesino, Un millón en la basura de Forqué; o Plácido y El verdugo de Berlanga. Una de las mejores películas del cine español en la que Berlanga había pensado en López Vázquez para el papel protagonista que finalmente interpretó Nino Manfredi, impuesto por la coproducción italo-española.
También llegó la exitosa pareja cómica de López Vázquez y Gracita Morales, aunque varios actores coinciden en la dificultad de rodar con la actriz. “Mi padre decía que era imprevisible…” “Sí, eso por decirlo de una manera amable…”, señala José Sacristán que recuerda varios incidentes de la actriz durante los rodajes.
Sus actuaciones atravesaron la llegada del color al cine, y no solo al cine. El documental pasa muy por encima de las comedias de sol y suecas, las “españoladas”, tan de éxito en su momento, para centrarse en las cintas “serias” con mayor aplauso de la crítica. Una de las más vigentes y considerada por algunos como su interpretación más difícil fue Mi querida señorita, obra en la que López Vázquez temió hacer el ridículo al tener que interpretar y caracterizarse como una mujer. Sin embargo fue un nuevo éxito y la cinta quedó en la historia como adelantada a su época por tratar un caso de transexualidad en el año 1972.
Según cuentan sus descendientes, nunca rechazaba un papel, generando una enorme carga de trabajo que le alejaba durante semanas de su familia. Su primogénito, hijo de la francesa Katty Maguerus, recuerda su infancia alejado de su padre, quien llegó a aceptar una docena de papeles en un mismo año. “Mi hermana y yo no le veíamos”, recordaba López Maguerus. Una pasión por su trabajo que según la web especializada en cine IMDb le llevó a trabajar en 262 títulos. Un auténtico disparate.
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