A la llegada de los españoles, los indígenas tuvieron dos opciones: o resistir o pactar. Algunos grupos opusieron resistencia: como los mexicas, los incas, los araucanos o los apaches; pero otros optaron por la senda de la alianza, como es el caso de los tlaxcaltecas y totonacas contra el imperio dominante con base en Tenochtitlán o los huancas y cañaris contra la autoridad preponderante con capital en Cuzco. Esto desmonta la teoría de que el indio era un elemento neutro que vivía en paz y en armonía hasta la llegada de España.
Por ejemplo, la resistencia se mostró más eficaz en las tribus más pequeñas habitando en terrenos más escarpados, ya que había menos probabilidades de encontrar a comunidades de nativos sojuzgados por un dominador imperante contra el que quisieran rebelarse. Por ello, la conquista de los imperios mexica o inca fue en apariencia más rápida, y la entrada en la actual Chile, con la feroz resistencia araucana, fue tan compleja.
La mayoría de los indígenas optó por adaptarse al nuevo esquema sociocultural de la nueva gobernación española. Según recoge Patricio de Blas Zabaleta, en su obra Hispanidad (Ediciones Espontáneas, 2024), estos pasaron a formar parte de la “República de Indios”, un concepto jurídico que respaldaba una práctica destinada a facilitar su evangelización y civilización. Esta idea la trasladó De las Casas a su rey Carlos I en su lucha por ofrecer un buen trato a los indígenas.
Repúblicas de indios
La mayoría de los naturales vivió en pueblos alejados de las grandes ciudades donde se construyó una iglesia y un ayuntamiento que sirvió de pivote para la vida social. Iván Vélez, autor del nuevo libro La Conquista del Perú: en busca de fama y fortuna (Esfera de los Libros, 2024), asegura que estas repúblicas de indios “es la prueba palpable de que el Imperio español no aniquiló a la población, sino que mantuvo muchas de las estructuras prehispánicas”. Otro término empleado en la época sería el de “reducciones”.
“No son repúblicas como las entendemos hoy”
Javier de Navascués, autor de Los aventureros del Nuevo Mundo (Sekotia, 2023), alerta de que “no son repúblicas como las entendemos hoy, a pesar de que se empleara este término. Estamos hablando lo más parecido a municipios”. Su definición más acertada sería la de “comunidades indígenas segregadas de las sociedades españolas”. El historiador navarro trae a colación el ejemplo del virrey Francisco de Toledo, el “gran” organizador del virreinato del Perú, que destinó las repúblicas a proteger a los indios y a su evangelización.
El abogado Julio Henche ha profundizado en los fundamentos jurídicos de la Conquista en su libro Leyes de Indias. En este corpus jurídico “se concede un cierto autogobierno a los indios donde se les prohibió las prácticas aberrantes. Esto viene regulado en un título específico cuando se habla de los cacicazgos, donde se estipula que estos indios con la Corona no pueden vivir en peores condiciones que antes”.
El historiador americanista Manuel Fuentes destaca que el objetivo principal de estas repúblicas fue “evitar los abusos de los españoles a los nativos”, ya que no siempre se cumplieron las leyes. También existieron dificultades a la hora de seleccionar a los indios para vivir en estos poblados, ya que podrían ser de tribus enemigas, y lo más común, hablar diferentes lenguas. Estas repúblicas “van a estar gobernadas por una élite nativa que ya tenía un papel preponderante previo en sus comunidades”.
Según el historiador De Blas, para proteger a los indios se prohibió a españoles y mestizos el acceso a sus pueblos. Los indígenas tuvieron la condición de “miserables en derecho”, es decir, súbditos libres pero necesitados de protección para administrar sus derechos y libertades. Para documentar su pensamiento cita la Real Cédula del 2 de mayo de 1563, de Felipe II:
Prohibimos y defendemos que en las reducciones y los pueblos de indios puedan vivir o vivan españoles, negros, mestizos ni mulatos, porque se ha experimentado que algunos españoles que tratan, trajinan, viven y andan entre los indios son hombres inquietos, de mal vivir, ladrones, jugadores y viciosos y gente perdida
La diferenciación establecida por el historiador De Blas consiste en entender cómo los indios principales vivían en las ciudades adaptándose a un modo de vida español, mientras que en los pueblos conservaron más elementos de su cultura. De Navascués apostilla que en las urbes también hubo barrios españoles e indígenas, como por ejemplo en Potosí o Cajamarca. En la misma línea Fuentes enfatiza como estos indios que vivieron en las metrópolis se aculturizaron más al modo de vida, la vestimenta y la gastronomía española.
“Si no estabas legitimado como mestizo, no sabías a donde tirar”, expone Manuel Fuentes
Estos poblados eran dirigidos por un gobernador nativo. Incluso alguna de estas repúblicas poseyó ejército propio. El escritor Julio Henche ha investigado una Real Cédula de Carlos I en la que se nombró alcalde mayor a Alonso Tito Atauchi por haber colaborado con el ejército real para derrocar a los encomenderos que se rebelaron contra las leyes de Indias. A nombrar: Francisco Hernández Girón o Gonzalo Pizarro. Este acto de lealtad fue recompensado por la Corona concediéndole el privilegio de controlar un cuerpo militar propio en su poblado o república.
El alcalde mayor, Alonso Tito Atauchi
El creador de la web librosylanzas, Manuel Fuentes, abre otros debates a tratar en próximos artículos como el de la mita, que “fue una especie de mili donde el indio prestaba un servicio al inca en un momento determinado de su vida. Esto lo aprovecharán los españoles con los caciques de estas repúblicas, que ahora dirigirán las minas del rey”. Aunque clarifica: “solo por un período de tiempo determinado”.
“El complejo mestizo”
El otro asunto -que no se suele tratar- que expone Fuentes es el del “complejo mestizo”. La mayoría nacían del concubinato y no eran legitimados por su padre. El mestizo no sabía si acogerse a la república de indios o la de españoles. Si tenía dinero, compraba una “cédula de gracia” para ir con los españoles. Si no, su destino estaba con su madre en una república de indios donde era visto como un extraño.
“Si no estabas legitimado como mestizo, no sabías a donde tirar”. Hay casos como el del inca Garcilaso que estaba orgulloso de ser mestizo, pero porque su padre Garcilaso de la Vega fue conquistador del Perú y su madre Isabel Chimpu Ocllo, descendiente directa de Túpac Yupanqui y sobrina de Huayana Cápac. Es importante resaltar que este caso fue una excepción entre una mayoría mestiza que tuvo que lidiar con este dilema.
El fin de las Repúblicas de Indios
El historiador Fuentes explica como cuando “llega el liberalismo de la Independencia se rompe con todo aquello. Pues las tierras comunales pasan a convertirse en títulos de propiedad. Esa unión del indio revienta por completo. Ahora se verán de igual a igual en trato jurídico con los demás. Aquel paternalismo que impuso la Corona española para favorecer a los indios funcionó y les dio cierta seguridad generacional. Cuando eso termina, se ven desnudos frente al mundo. Ahora son uno más. Ahora sí, carne de cañón frente a las nuevas empresas criollas”.
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