Cultura

Quique González: "Los discos de Dylan y Neil Young tienen un montón de gambas"

La chaqueta que porta Quique González en la entrevista desprende un ligero aroma a marroquinería. No se la quitará en lo que dura la charla. Hacía unos minutos estaba en

La chaqueta que porta Quique González en la entrevista desprende un ligero aroma a marroquinería. No se la quitará en lo que dura la charla. Hacía unos minutos estaba en la calle fumando un cigarro mientras hablaba de El crack de José Luis Garci. Con los gestos, los brazos le chirrían por la fricción de la prenda.

Diserta Quique de los amigos (la delantera mítica), de cicatrices y cuestionarse a uno mismo. Desde hace ya unos años, el músico madrileño vive en Villacarriedo (Cantabria). Allí, cuando sopla viento sur, se cuenta que se producen sucesos extraños. "Vaya surada tienes" es lo que le dirían los lugareños a alguien que ha perdido el norte. De mensajes al viento va Sur en el valle (Cultura Rock Records / Varsovia!! Records, 2021), el decimotercer disco de estudio de Quique González, que viene de musicar los textos de Luis García Montero en Las palabras vividas (Cultura Rock Records / Varsovia!! Records, 2019). Pero no se las da de poeta el de la cazadora de cuero.

Juan Pérez-Fajardo

Pregunta: ¿Hacia dónde sopla el viento cuando pierdes el norte, Quique?
Respuesta: No sé hacia dónde sopla, pero lo que hace muchas veces, en mi caso, es lanzar preguntas al aire y meterte en esa incertidumbre de cuestionarte y tener un diálogo interior.

¿Te cuestionas mucho?
Sí, la verdad es que sí. Pero no sé si más de lo necesario o menos. Va por temporadas. En el mundo de las canciones, como todo lo que hacemos es tan abstracto, muchas veces te cuestionas por encima de tus posibilidades. No todo es sota, caballo y rey. Te cuestionas si el camino que estás tomando es el correcto… Pero en general estoy bastante en paz en este momento.

¿César Pop se cuestiona lo mismo que te cuestionas tú en una canción con una letra entre los dos?
No. Se mete relativamente en ciertas cosas. Lo que sí hace, cuando hay algo que le suena raro, es decírmelo siempre o casi siempre (risas), pero espero que me lo diga, porque cuando le enseñas algo a alguien lo que quieres es que te diga la verdad, porque para eso está trabajando contigo. Si no, no acaba de funcionar la cosa. Pero no se suele meter en las letras. Aunque cuando algo le rechina sí que me lo suele decir, y normalmente tiene razón.

'Alguien debería pararlo' está escrita de hace años en Menorca. Estaba olvidada.
Sí. Es la canción más vieja de todas. La escribí después de la gira con Los Detectives. Es la única en la que el paisaje no es norteño; tiene más que ver con una postal de una pareja en crisis de vacaciones. Hay más escenas de esa situación que contar una historia de forma narrativa; va lanzando escenas y preguntas que se hacen los dos durante unas vacaciones. Es algo muy casual.

¿Cambió la canción desde su origen?
No mucho. Un par de versos que no me acababan de convencer. Ya es una canción acústica, pero siempre pensé que iba a tener menos banda de la que ha tenido al final, entrando progresivamente. Y me gusta mucho lo que ha hecho Toni Brunet en esta canción, que termina la letra y empieza a ver escenarios diferentes. Está el Hammond, luego entra la armónica y se mete en otro sitio… La canción termina con César tocando el piano (es la única canción del disco en la que toca) y me gusta mucho cómo ha creado tres ambientes diferentes en poco sitio, con la dinámica de la banda y con el protagonismo de un instrumento u otro. La escribí en un parón con Los Detectives y un poco de casualidad. Me la encontré, me la recordó Chema Doménech.

¿Tenías más temas antiguas en el móvil para este disco?
Sí. Alguna que se había quedado fuera con Los Detectives, que se llamaba En órbita, pero no la veía con el ambiente de Sur en el valle. La tengo ahí, algún día volveré a recuperarla. Hay tres canciones: dos enteras y una que era un proyecto. Estaban escritas antes de Las palabras vividos. Cuando me puse a musicar las canciones de Luis, me olvidé de esas canciones, y cuando terminamos la gira y di por finiquitado el proyecto de Las palabras vividas, me puse a escribir canciones nuevas para este disco.

Das con Toni Brunet durante 'Las palabras vividas'.
Toni acabó produciendo Las palabras vividas un poco por accidente, porque ese disco lo iba a hacer Carlos Raya, pero tuvo un problema de calendario y no pudimos hacerlo, entonces llamé a Toni, porque ya le conocía, para que nos ayudara con el disco de Luis García Montero. Ahí me puse a trabajar con él. Lo hicieron entre César, Diego Galaz y él, pero Toni yo creo que tiene más responsabilidad en la producción. Me gusta mucho, es un guitarrista muy especial, un músico que maneja los equipos de gente de forma magistral y mucho más ordenada que yo. Yo iba haciendo las canciones en casa, en la furgoneta que tengo aparcada fuera, grabándolas en un iPhone, y se las iba enviando a César y a Toni. Hicimos una sesión los tres en mi casa, para ordenar un poco lo que tenía. Tuve algún encuentro con César, él y yo solos, y luego otro encuentro pero con Toni para ordenar lo que tenía. Después nos juntamos a ensayar con la banda para la grabación del disco.

¿'Las palabras vividas' es un disco de transición?
No, en absoluto. Me encanta. Todo lo que hacemos es un disco de transición. En sentido peyorativo no lo entiendo como de transición. Es un disco distinto, evidentemente, porque las letras no son mías por primera vez, sin embargo, también he intentado llevarlo a mi terreno y a la vez investigar en otros sitios y otras formas de sonar. Es un disco muy característico en mi carrera y algo que haces una vez en la vida, por eso no lo veo como de transición. De hecho, hay muchas cosas en Sur en el valle (el sonido de las baterías, que haya mucho contrabajo…) que viene un poco de aquella grabación, de ese disco con Luis.

Mucha de la música que escuchamos hoy en día está, para mi gusto, demasiado procesada

Escuchando 'Sur en el valle', me acordé mucho de 'Daiquiri blues', aunque en tu último disco no hay vientos. También me recordaba a La noche americana, ya que fue un disco que se grabó con la banda tocando en directo en el estudio. ¿Existe esa conexión?
En ese sentido sí, pero es la misma conexión que tiene con todos los discos que he grabado, salvo los dos primeros (Personal y Salitre 48), que sí que están grabados por pistas. Cada vez me gusta más que todo lo que se grabe suene lo más natural posible, aunque se escuchen ruidos, aunque sea más imperfecto. Pero mucha de la música que escuchamos hoy en día está, para mi gusto, demasiado procesada y todo está editado perfectamente, y eso para mí no la hace mejor; lo hace más pulcro y más limpio. Pero no sé si me gusta más, porque los errores y los silencios también son música. Me gusta mucho que no haya más pistas de las estrictamente necesarias, que todos los instrumentos que suenen lo hagan porque sin alguno de ellos no podrías vivir sin escuchar, ¿sabes? Cuando escucho los discos de Neil Young y de Bob Dylan, noto que tienen un montón de gambas y que yo no podría vivir sin ellas tampoco. Entonces, a la hora de grabar, nosotros también preferimos que suene la toma más inspirada, aunque sea la menos perfecta. Con esa idea yo llevo grabando desde Pájaros mojados, por lo menos grabando las bases tocando todos juntos.

'Pájaros mojados' es un disco con mucho peso en su sonido y en la producción…
Sí, pero ahí estuvimos muchos meses grabando. Teníamos un gran presupuesto y… Bueno, la ambición estaba puesta en otro tipo de disco.

En 'Sur en el valle', en cambio, predomina el medio tiempo, no hay tanta electricidad, no hay tanto rock, aunque sí en pequeñas dosis: "Sur en el valle", "Puede que me mueva"… Y luego tenemos "Tornado", "Amor en ruta" o "Alguien debería pararlo". ¿Qué ha sucedido para que este disco sea casi en su totalidad un medio tiempo?
Las canciones son las que eligen su propia aventura y su propio traje. Por mucho que tu quieras hacer un disco de rockero, si las canciones no han nacido así y lo haces más movido, lo que acabas haciendo es una horterada. Es un disco más reflexivo en general y menos urgente y menos inmediato y menos narrativo que otros, por ejemplo Me mata si me necesitas. Prefiero seguir mi instinto y ha salido este disco, pero no va a ser mejor o peor porque sea más rockero o menos rockero, pienso yo. Habrá mucha gente que espere que hagas un disco rockero, y lo entiendo, pero yo estoy interesado en hacer canciones lo más bonitas posible, no lo más rockeras posible.

¿Es una influencia que viene dada por vivir en Cantabria?
El entorno condiciona mucho las cosas. Este disco no lo he hecho en movimiento, como he escrito las canciones de otros discos por motivos obvios, entonces puede que sí, que también tenga un carácter más humano, más pausado, más reposado por eso, por estar escrito desde un sitio muy concreto sin la urgencia ni la información que te dan los viajes, el estar tocando, el poder moverte… si es posible.

¿Tu voz en 'Luna de trueno' es de la maqueta?
Se grabó con un filtro. No nos hubiera gustado que sonara a la maqueta, pero para ese tipo de canciones –esta es un poco la más turbia y la más oscura de disco– pensamos que sería buena idea que tuviera algún tipo de efecto distorsionado, como estar cantando desde otro sitio, que no sonara tanto la sala de grabación. Queríamos que sonara más sucia para subrayar un poco la turbiedad de la letra en aras de perder un poco de calidad. Pero no es la voz de la maqueta. Es una cosa intencionada.

De canción extra, después de 'Los amigos se van', tenemos 'No es verdad', que son los versos de Kirmen Uribe musicados. ¿Cuándo se hizo? ¿Os sobró tiempo al acabar de grabar el disco?
Sí. Para mí, el disco termina en Los amigos se van. Nos sobró tiempo de grabación y nos habíamos quedado Toni y yo. Me recordó esta canción de Kirmen Uribe que yo había hecho en directo pero que nunca había grabado y me animó a echar una tarde (risas). En lugar de estar viendo un docu en la sala del estudio, como lo teníamos libre, nos pareció también un buen regalo para premiar a la gente que sigue comprando el formato físico, para que tengan una cosita que no se tiene en Spotify, por ejemplo. No es lo mismo el esfuerzo que hace un tío en ir a una tienda y comprarlo que el que lo hace on line.

¿Qué tal se dio la grabación del disco en La casa murada?
Ya habíamos grabado allí. Fue muy bien. Son encantadores los dueños. Cada vez se está mejor en la casa, a nivel de convivencia, y yo necesito grabar viviendo el tiempo en el que estoy grabando en el mismo estudio. Por lo menos convivir con mis compañeros, porque en la convivencia también hay música y menos distracciones que si la gente se tiene que ir a su casa con sus problemas y desconectar para volver a conectar al día siguiente, etcétera. Creo que eso juega en beneficio de la música, si te llevas bien con la gente, claro. Sentarse a comer juntos, desayunar juntos, escuchar un disco cuando has terminado de grabar por la noche y tomar un par de copas de vino antes de dormirte, teniendo una conversación… Hay música también en eso y se escucha después en la grabación.

Como en 'Me mata si me necesitas', vuelve la voz de Nina (Carolina de Juan), solo que aquí hace coros, no es una canción compartida como Charo, a lo Emmylou Harris con Kris Kristofferson
Aquí hace cuatro coros, pero si hubiera sido por mí habría estado en todo el disco. Lo hace tan bien que, si empieza a cantar la canción, ya no vas a poder querer quitarla. Me parecía que era como condicionarlo. Y en este disco no tenía una canción que hubiera escrito expresamente para que la cantara una mujer; es otro tipo de letra más reflexiva, y con Charo sí que escribí una letra para una voz femenina. Me encanta cómo acaricia y cómo colorea Nina los estribillos. Y cuando canta y cuando está haciendo las voces… Un poco de Nina ya es mucho; tiene tanta personalidad que en cualquier sitio donde aparece, aunque sea un poquito, destaca mucho y a veces distrae un poco de lo bonito que es.

Esto es cuestión de suerte: hay conocemos a muchos artistas que tienen mucho más talento que yo y siguen al margen

También está presente el piano Wurlitzer en prácticamente todo el disco, pero sobre todo en 'Te tiras a matar'.
Es que es mi teclado favorito. Me gusta mucho más que los pianos, que suelen sonar demasiado solemnes y entonces el disco tendría un poso que no quería acentuar con el piano y que sonara excesivamente dramático. En cambio, el Wurlitzer le un aire juguetón y rockero. Es muy evocador y este en concreto lo grabó 'Chuches' (David Schulthess) y también es de mis favoritos.

¿Qué quiere decir la frase "se caen las llaves por el hueco de los ascensores" en 'Los amigos se van'? ¿Es una manera de decir que los amigos también se mueren?
No. Significa que se les va la cabeza. Es estar teniendo una conversación con tu mejor amigo de toda la vida a las cinco de la mañana con un par de cervezas más. Hace mucho que no os veis y te cuenta una cosa que no te gusta, que te separa de él y que no está dentro de los códigos que habíais compartido en vuestra adolescencia. Entonces te vas a casa pensando: "A mi amigo se le ha ido la olla". Y lo de las llaves por el hueco de los ascensores significa que cuando un amigo se va es como si te quitaran una herramienta. Ya lo siento, porque es una canción que parece más triste de lo que a mí me hubiera gustado que pareciera. He intentado poner un poco de sentido del humor y la he colocado la última adrede por eso. Siempre hay alguna canción, desde el primer disco, que habla de mis amigos.

¿Cuántos años tienes ya, Quique?
Voy a cumplir 48.

¿Y cuántas son las cicatrices?
Ya hay unas cuantas. Tengo una en la mano, que es la más grande. Pero también tengo otra en el pie por un accidente de moto que tuve de pequeño. Mas las cornadas de la vida y las pérdidas. Pero bueno, creo que más o menos he llegado bien a los 48. Vivo, con ganas de seguir haciendo cosas. Me siento un privilegiado, sobre todo por llevar 25 años haciendo música y porque haya una serie de gente que siga interesada en mis canciones. Por encima de mirar las cicatrices y de tener rencor con nada tengo agradecimientos. Al final, esto es cuestión de suerte. Tú y yo conocemos a muchos artistas que tienen mucho más talento que yo y siguen en un segundo plano, al margen del cartel. ¿Por qué yo sí tengo quinientos tíos que van a verme a cualquier sitio y a ellos les cuesta venir a Madrid a tocar y llenar una sala pequeña? Yo creo que por cuestión de suerte.

Pienso en Diego Vasallo o Rafa Berrio…
Claro, sí. O Fabián [D. Cuesta], por ejemplo, que me parece impresionante lo que hace. Diego se ha prodigado menos tocando en los últimos años, ha hecho pocas giras, aunque ha sacado discos maravillosos. Y Rafa Berrio tendría que haber tenido un reconocimiento en vida que nunca se tiene, porque en España el mejor artista es el que está muerto, ya lo sabemos, y es una putada.

'Sur en el valle' es tu decimotercer disco. El número 13. ¿Eres supersticioso?
Soy muy poco supersticioso. Intento luchar contra esas cosas. Sin embargo, dos días antes de cerrarlo todo… Tú sabes que Juan Pardo tiene fama de gafe, ¿no? Nadie puede decir "Juan Pardo", tiene que decir "JP". Pues en una conversación de músicos en Mallorca, hablando de esto, otro y yo empezamos a repetir el nombre de Juan Pardo. Pues dos días después hubo confinamiento (risas). No se sabe por qué, pero sucede. Intento luchar y no creer en esto. Y evidentemente es una putada para esa gente, porque lo peor en la vida es tener la fama de gafe. Es difícil de quitárselo. No viene de ningún estudio. Eso es así porque alguien empezó la rueda y a día de hoy seguimos en esto. Pero no tiene ningún sentido. Me niego a ser supersticioso.

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