Cultura

Ramón J. Sender, de autor prohibido a lectura obligada

El Instituto Cervantes de Madrid expone 'Ramón J. Sender. Memoria bisiesta' en la que recupera el legado del escritor aragonés

Hace 40 años, el escritor Ramón J. Sender murió en Estados Unidos, después de haber pasado casi cuatro décadas en el exilio. Periodista, novelista, antibelicista, anarquista, revolucionario, combatiente en la Guerra Civil y novelista en el eterno exilio.  Autor prohibido durante la dictadura y de lectura obligada en los institutos desde la Transición, el Instituto Cervantes de Madrid recupera el legado del autor aragonés con la exposición  'Ramón J. Sender. Memoria bisiesta'. 

“La vida de Sender representa buena parte de las situaciones culturales, sociales y políticas más importantes del siglo XX. Es un autor que vive en la historia de la Literatura, pero la Literatura nace de la vida”, señaló el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, durante la presentación de la exposición. La de Sender es una vida partida en dos por la Guerra Civil y el exilio. Tras el estallido de la guerra, Sender se separó de su mujer y sus dos hijos y se unió a una columna del bando republicano en defensa de Madrid. En octubre, su mujer, la anarquista Amparo Barayón fue fusilada en Zamora por un grupo de falangistas, la misma suerte que había corrido en agosto su hermano Manuel Sender. El escritor salió de España, primero como propagandista de la Repúblca, y tras la victoria de Franco como exiliado.

Vinculado desde joven al movimiento libertario, Sender había vuelto fascinado por los avances de la URSS después de un viaje a Moscú en el año 1934. Pero el sueño soviético de una sociedad justa y comunista se fue esfumando en Sender al comprender el totalitarismo de Stalin. “Aprendió a vivir en un contexto marcado por unas relaciones internacionales en la que los sueños de una igualdad social entraron en descrédito decadencia cuando sustituyeron la igualdad social por un terror y un autoritarismo que había que denunciar”, señaló García Montero.

Prolífico autor en el exilio

En el año 1935, el escritor consiguió el Premio Nacional de Narrativa con Míster Witt en el cantón, ambientado en la revolución cantonal de Cartagena durante la Primera República. En el exilio su obra se multiplica y América es el lugar de nacimiento de clásicos como Réquiem por un campesino español (México, 1953), con el título Mosén Millán; o Crónica del Alba (México, 1942), ambas llevadas a la gran pantalla en el primer lustro de los ochenta con notables adaptaciones en las que los protagonistas de Sender se materializaron en la piel de actores de la talla de Antonio Banderas, Francisco Algora, Simon Andreu, Antonhy Quinn, Paloma Gómez o un jovencísimo Jorge Sanz. Es este último el que da vida a un Sender niño en las adaptaciones de ‘Crónica del alba’, de carácter autobiográfico, dirigidas por Antonio Betancor y que han sido utilizadas en la muestra para la proyección de Sender: la emoción de los primeros gestos, una película en la que se recorre la infancia del autor desde su infancia hasta sus primeros años de activismo político.

Tenía siempre en mente la vuelta a España con una maleta preparada

Él mismo decía que tenía una necesidad biológica de escribir que se vio plasmada en más un centenar de libros y miles de artículos. La exposición también recupera la faceta de pintor de Sender con la exposición de vairios cuadros junto a manuscritos, correspondencia y publicaciones del autor aragonés. "La exposición trata de poner de relieve la vigencia de la obra del escritor. Buena parte de los grandes asuntos que abordó Sender, la necesidad de definir el mal, la cambiante condición del ser humano o las enigmáticas relaciones entre el individuo y el mundo, que son preocupaciones que se mantienen en los tiempos actuales", señaló la comisaria de la muestra, Chus Tudelilla.

Durante la presentación, Fernando Martínez López, secretario de Estado de Memoria Democrática, recordó la condición de exiliado:  “tenía siempre en mente la vuelta a España con una maleta preparada para ver cuándo era posible regresar”. Este ansiado retorno se produjo en 1974, con un segundo viaje en 1976, pero Sender no se sintió cómodo. Se había convertido en un convencido anticomunista que no encajó en la izquierda patria que se disponía a realizar la Transición y que esperaba al Sender de la primera mitad del siglo XX. 

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