¿Quiénes son los raperos más grandes de la historia? A la mayoría se le vendrán a la cabeza imágenes de Chuck D, Tupac Shakur, Notorious B.I.G, Eminem y Jay-Z. Quizá también NWA, el grupo que unió a clásicos como Ice Cube y Dr Dre. Una minoría pensará también en Nasir bin Olu Dara Jones (Nueva York, 1973), autor de uno de los mejores debuts de la historia del género. Nos referimos, claro a Illmatic (1994), obra magna del género desde cualquier punto de vista. Con solo veinte años, Nas entregó un híbrido entre hip-hop gángster y poesía social que se convirtió de inmediato en tótem del género.
El disco ha sido tan alabado que el propio Nas tuvo que declarar en 2019 que no participaría en más homenajes a su debut. “Hice un concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional por los veinte años, volví a hacer otro este año. Estoy agradecido pero cansado. Celebrar el mismo álbum cuando he grabado diez resulta algo cursi para mí”, confesó. Por supuesto, Nas grabado otros grandes álbumes como It was written (96), Stillmatic (2001) y Hip hop is dead (2006). También hay temazos memorables en Life is Good (2012). Pero la grandeza de Illmatic sigue ensombreciendo, un poco injustamente.
El álbum cambió el hip-hop de muchas maneras, desde convertir a DJ Premier en el productor clásico de la Costa Este hasta convencer a Jay-Z de que debía endurecer su estilo. La influencia del disco sigue viva en jóvenes superventas como Kendrick Lamar. Aunque no sea el disco el disco más popular del hip-hop, sí fue el más reverenciado entre rimadores de todo el mundo.
El periodista Danny Schwartz definió recientemente a Illmatic como “una descripción de la vida de los negros en los guetos de Nueva York en la era del alcalde David Dinkins comparable en detalle y magnitud a El jardín de las delicias de El Bosco”. No exagera tanto como parece. Quizá sea más claro decir que es un mapa sombrío de cómo muchos barrios de grandes ciudades cayeron atrapados por el crack, una epidemia narcótica que convirtió a los guetos en la 'zona cero social' de Estados Unidos y dejó una tremenda desolación humana.
Nas y el 'hardcore' de Nueva York
La historia de Illmatic no es la de un éxito deslumbrante. Solo despachó 63.000 copias en su primera semana, decepcionando las expectativas puestas en él, pero recibió críticas de cinco estrellas en casi todas las revistas. Tardó dos años en lograr el disco de oro y siete el de platino. Para comparar, unos meses antes antes el californiano Snoop Doog había debutado directamente en el número uno de la lista de ventas estadounidense gracias a Doggstyle (1993), que despachó 806,858 copias en la primera semana. El álbum de Snoop terminó vendiendo ocho millones de copias en Estados Unidos y once más en todo el mundo.
Nas vuelve en 2011 con un disco que ha entusiasmado a la prensa, donde colaboran Laurun Hill, Eminem y EPDM
La oferta de Nas era mucho más ‘hardcore’: nada de chistes guarros y apologías de los porros, sino rimas oscuras, enrevesadas y adictivas sobre su vida en casas de protección oficial de Queensbridge, en el barrio de Queens (se trata del mayor proyecto de casas de protección municipal para población desfavorecida de Estados Unidos). El disco habla de las dificultades de salir de un gueto como aquel, que se verían aumentadas con la aprobación de la Violent Crime and law enforcement bill que presentó el presidente Clinton ese mismo año.
Para entender su nuevo disco, hay que remitirse al anterior. Nas regresa con King’s Disease II, secuela de un álbum del año pasado que no había despertado especial entusiasmo. Esto dijo la prensa: "Este trabajo (el primer King's Disease) marca un retiro hacia la zona de confort, conformándose con ser un artista que vive de la nostalgia. Es un papel que encaja bien con Nas, pero las alegrías artísticas son decrecientes”, escribía en 2020 Pitchforkmedia. “El álbum es entretenido a ratos, como los de su contemporáneo y endiosado Jay-Z, pero uno termina por preguntarse si las cosas que dice en King’s Disease son relevantes de alguna manera”, lamentaba Rap Matters. Por una vez, la secuela es mejor que el trabajo original.
A pesar de los recitados majestuosos de Nas, aquel disco era un batiburillo desigual de canciones disfrutables sobre la edad de oro del hip-hop, lamentos por la muerte con solo 27 años de su protegido Kiing Shooter y ajustes de cuentas con diferentes mujeres. Entre ellas, su ex esposa Kelis -que lo acusó de malos tratos- y su ex Carmen Bryan, pasando por la presentadora de televisión Gayle King, que recordó las acusaciones de violación de Kobe Bryant el día de su muerte. Cuando un rapero se convierte en celebridad, es normal que sus discos se conviertan en una especie de reality show rimado sobre sus relaciones con otras celebridades, normalmente con resultados muy mediocres.
Su nuevo disco, en cambio, ha llegado con reseñas mucho más entusiastas. El nivel de colaboraciones es espectacular, desde Lauryn Hill hasta su esperadísimo encuentro con Eminem (reforzado con cameo de EPDM). Acierta además al confiar la producción a Hit-Boy, alquimista sonoro del sur de California en sus antípodas raperas (produjo el himno “N****s in Paris”, así como a Beyoncé y Drake). La revista británica New Musical Express califica el disco como “obra maestra” y el diario The Independent también se suma a los elogios: “El disco captura la nostalgia sin sonar retrógrado ni anacrónico, una fina línea que el artista conoce bien”, explica la periodista Anabel Nugent. Siempre es una gran noticia escuchar que Nas sigue en forma, dos décadas y media después de Illmatic.
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