Cultura

Uribe contra Pikachu: los delirios de la revolución molecular disipada

Chile y Colombia viven enormes agitaciones sociales, hasta el punto de que los gobiernos de derecha de ambos países están en jaque político ante la fuerza de las manifestaciones populares.

Chile y Colombia viven enormes agitaciones sociales, hasta el punto de que los gobiernos de derecha de ambos países están en jaque político ante la fuerza de las manifestaciones populares. Más allá del reciente atentado contra Iván Duque, el presidente ha vivido un desplome de su popularidad, desde el desastre de la reforma fiscal que tuvo que retirar hasta el rechazo de su ‘economía naranja, una apuesta cultural débilmente argumentada con la que pretendía ilusionar al país y que no ha convencido a casi nadie. Esto es importante porque estamos hablando de una crisis de credibilidad.

En Chile, varios activistas callejeros -con ‘looks’ entre Mad Max y Pokémon- están redactando la primera constitución posmoderna de la historia, más basada en las identidades que el sentimiento común nacional. Una de esas activistas es Giovanna Grandón, alias Tía Pikachu, integrante de la Lista Pueblo que pasó año y medio recorriendo el país escuchando y ayudando a los desfavorecidos y que ahora es una de las encargadas de redactar la nueva norma fundamental. En este explosivo contexto de lucha de clases, ha resucitado la teoría de la revolución cultural disipada, que formyló el filósofo antisistema Félix Guattari y volvió a poner de moda el derechista Alexis López Tapia, a quien escuchan primeras figuras de la derecha hispanohablantz como los expresidentes José María Aznar, Iván Duque y Álvaro Uribe.

Esta narrativa en la que todo encaja tiene por objeto legitimar la represión incluso de manifestaciones culturales totalmente inocuas", denuncia el profesor Medina Sierra

El libro La revolución molecular se publicó originalmente en 1977, pero no se tradujo al castellano hasta cuatro décadas después, cuando lo hizo la editorial española Errata Naturae en 2017. Un fragmento: “La revolución social que está por venir será molecular, o no será. Será permanente, se producirá al nivel de lo cotidiano, exigirá un constante análisis de las formaciones del deseo cuya función es someternos a formaciones de poder cómplices del sistema actual. Si no, el poder del Estado y la burocracia la absorberán”, anunciaba Guattari a final de los setenta.

¿Coordinación o conspiranoia?

¿Cómo se traduce esto a lenguaje normal? Desde la caída del Muro de Berlín, incluso desde antes, el poder y las ambiciones de los sindicatos y partidos de izquierda tradicional fue declinando, al tiempo que se creaban colectivos culturales de programa y retórica revolucionaria (feministas, autonomistas, zapatistas…) que rechazaban los métodos jerárquicos de la ‘vieja izquierda’ del siglo XX.

Para analizar esta batalla, hablamos con Luis Fernando Medina Sierra, profesor colombiano de Ciencias Políticas y reconocido ensayista sobre conflictos populares. “Es bastante inquietante que Uribe haya citado al tal López Tapias. Antes de aquel tuit, se trataba de un personaje marginal. Creo que solo lo conocían en el infamando de la ultraderecha. Después vinimos a descubrir que no solamente Uribe lo conoce sino que además lo han invitado a dar charlas en una universidad militar. De no ser porque llevamos en Colombia un mes muy, muy agitado, esa sola noticia hubiera dado para un escándalo”, explica a Vozpópuli.

En realidad, como se puede ver en su vídeos desde 2019, las teorías de López Tapia presentan como coordinadas actividades izquierdistas divergentes e incluso antagónicas, desde grupos armados hasta debates universitarios, pasando por activistas de a pie disfrazados de personajes de manga. “Ojalá fuera así de coordinado”, bromea Medina Sierra. “Para la izquierda, una reunión para hacer un comunicado sobre Egan Bernal (famoso ciclista colombiano) ya es todo un riesgo de escisión interna irreconciliable. En cierto modo, divierten un poco esas teorías de la ultraderecha donde todo encaja en un plan continental de la izquierda que incluye desde el Foro de Sao Paulo hasta las clases de un profesor en algún colegio público en una ciudad intermedia de Colombia”, destaca.

Guattari se hubiera emocionado si llega a enterarse de que alguien le atribuye que un país ardió por sus ideas”, señala el experto Jesús Pérez Triana

¿Por qué se pone en el centro el discurso de López Tapia? “Esta narrativa en la que todo encaja tiene por objeto legitimar la represión inclusive a manifestaciones culturales y educativas totalmente inocuas. Hace poco María Fernanda Cabal la Rocío Monasterio colombiana atacó, por ejemplo, a alguien tan intachable como Francisco de Roux, el padre jesuita que dirige la Comisión de la Verdad. Es la eterna obsesión de la derecha con los ‘curas rojos’”. ¿Al menos podemos decir que Guattari es un autor central en la izquierda colombiana? “Para mí siempre fue uno de esos 'posmos' franceses que considerábamos dañinos para la revolución. Ahora me están dando ganas de leerlo”, ironiza.

Pacto entre Pikachu y ETA

Quien mejor ha analizado en España la resurrección de la revolución molecular disipada es Jesús Pérez Triana, prestigioso analista de conflictos internacionales, conocido por su bitácora digital Guerras Posmodernas. Esta vez ha escrito una serie de tres recomendables artículos para The Political Room. ¿Podría resumirnos su análisis? “Lo que plantea Alexis López Tapia es que el chavismo está haciendo arder el continente con las ideas de los posmodernos franceses, que según él son unos renovadores del viejo comunismo. Para empezar, el postestructuralismo francés es de una tradición intelectual totalmente ajena y contraria al material histórico-dialéctico. Pero es que las ideas de Guattari no concuerdan con la descripción que hacen de ellas. Después de que Uribe mencionara el concepto, Youtube se ha llenado de vídeos de licenciados en filosofía explicando "¡Guattari no dijo eso!" No deja de ser una teoría de la conspiración”, confirma.

El trasfondo de esto son los miedos y ansiedades de la ultraderecha chilena ante el cambio social", dice Pérez Triana

Hay más problemas: “Para colmo, Tapia mete a Soros, el globalismo y las multinacionales trabajando en colaboración con el comunismo. No se explica muy bien esa alianza, pero hay otros autores de la ultraderecha chilena que no tienen reparos en hablar de la confabulación judeo-masónica”, añade. “Lo que tienes es los miedos y ansiedades de la ultraderecha chilena ante el cambio social. ¡El mundo cambió pero por culpa de Soros y el chavismo que nos han metido feminismo, indigenismo y derechos LGTB! Yo creo que Guattari se hubiera emocionado si llega a enterarse de que alguien le atribuye que un país ardió por sus ideas”, resume con un punto de sarcasmo.

Para que no falte de nada, el nuevo discurso de la derecha latinoamericana tiene un hueco para ETA. “En el caso de la derecha chilena se trata de una teoría de la conspiración para explicar ‘por qué el mundo cambió y nosotros no nos enteramos de nada’. En Colombia va para justificar la represión.La izquierda chilena habría llegado a esto mediante una combinación de la FARC, ETA y EZLN tras una visita de Guattari en 1991. Me parece delirante: si vas a montar una teoría de la conspiración con autores de izquierda sobre movilizaciones populares sin jerarquía.... ahí tienes a Toni Negri y su concepto de multitud”, concluye.

Rematando las bromas, la izquierda chilena ha comenzado a hablar de la presidencia de Iván Duque como de una "Dictadura molecular disipada" por su afición a solucionar conflictos con represión. Al final tendremos que llamar a Ferrán Adriá para poner un poco de orden en el debate.

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