La historia de Napoleón Bonaparte ha saltado en varias ocasiones al cine. La más sobresaliente, según los más cinéfilos, es el Napoleón dirigido por Abel Gance en 1927, aunque muchos recuerdan con cariño el papel de Marlon Brando en Desirée (1954), de Henry Koster, y también rememoran con simpatía La última noche de Boris Grushenko (1975), de Woody Allen. Aunque nunca lo llegó a hacer realidad, en el imaginario cinematográfico se tiene en cuenta también el proyecto soñado por Stanley Kubrick, que dedicó varios años de su vida al estudio del militar francés y que nunca lo pudo llevar a cabo. Ahora, se suma a ellos Ridley Scott con su nueva película, Napoleón, que llega este viernes a los cines.
El director de títulos imprescindibles como Alien, Blade Runner o Gladiator ha recurrido a uno de los actores de su célebre película sobre el mundo romano, Joaquin Phoenix, para encarnar a Napoleón, de quien se puede hablar una y mil veces sin conseguir mostrar todas sus caras y sin asegurarse tampoco la aprobación de muchos historiadores, tan pendientes siempre del rigor histórico. El cineasta, que ha visitado Madrid con motivo del estreno de este filme, ha defendido que su objetivo con este retrato ha sido resultar "divertido" y no "exacto" en torno a un personaje sobre el que se han escrito "alrededor de 2.400 libros".
"Podría decirse que se ha escrito un libro cada semana después de la muerte de Napoleón. Solo se ha escrito más sobre Cristo. Si tienes esto en cuenta, piensas que tiene que haber muchísima especulación, muchísimas inexactitudes y cuestiones que adivinar, porque con tantos libros es imposible ser exacto en todo. Cuando escribes una artículo no te centras en la exactitud, sino en que sea agradable de leer", ha señalado el director en un reducido encuentro con varios medios, entre ellos Vozpópuli, en el Hotel Ritz de la capital, horas antes de la premiere que ha tenido lugar en el Museo del Prado.
Con una bibliografía inabarcable, Ridley Scott prefirió centrarse "en las cartas", en las que descubrió la "vulnerabilidad" que Napoleón tenía respecto a Josefina, su primera esposa. Según cuenta, estas misivas eran "casi infantiles en lo que respecta a las emociones y la sexualidad", lo que en su opinión demuestra que "indudablemente era una persona muy vulnerable" respecto a su amada. "Curiosamente, era una pasión casi unidireccional, porque la mayoría de las cartas del final, ella ni siquiera las llegó a abrir", agrega.
"Esto no es un deporte, donde ganas o pierdes. En los asuntos creativos, como pintar, escribir o la música, solo cuenta la crítica de uno mismo, el resto son opiniones"Ridley Scott, director
Napoleón es uno de los títulos que empiezan a aparecer en las quinielas de las nominaciones de la próxima temporada de premios. Sin embargo, preguntado acerca de cómo lidia este director con las expectativas sobre su película y con las posibilidades en los galardones, Ridley Scott lo tiene claro: "No me importa". "Esto no es un deporte, donde ganas o pierdes. En los asuntos creativos, como pintar, escribir o la música, solo cuenta la crítica de uno mismo, el resto son opiniones. Hay que pensar "que les jodan", y seguir adelante", ha enfatizado el director, que el próximo 30 de noviembre cumplirá 86 años.
Podría decirse que Napoleón hace un guiño a los propios inicios de Ridley Scott, que debutó en el largometraje con Los duelistas (1977), ambientada en las guerras napoleónicas, cuando tenía 40 años. Sin embargo, tal y como ha recordado, entonces no era ningún novato en la materia, puesto que en aquel momento ya había rodado "más de 3.000 anuncios" en un momento en el que aquella industria "movía millones" en Reino Unido y se consideraba también "casi una forma de arte", por lo que se convirtió en su "escuela de cine".
Aquella ópera prima le resultó "incluso fácil", al igual que Alien (1979). Sin embargo, las cosas se pusieron difíciles cuando llegó Blade Runner (1982), su "primera experiencia en Hollywood". "Ellos fueron un poco duros conmigo, yo lo fui con ellos, pero conseguimos hacer una película bastante especial", ha recordado el cineasta, que compara la tarea de rodar una película con la de escribir un libro. "Soy mi crítico más duro conmigo mismo", ha apuntado.
Ridley Scott y las plataformas
En defensa de su trabajo y de su autoría, Ridley Scott ha defendido su opinión y su juicio por encima de otros criterios, aunque matiza que es dialogante, en especial con quien paga sus proyectos. "Por supuesto que tengo en cuenta al estudio que me financia las películas y soy interactivo y respeto muchísimo la inversión, y lo hago lo mejor que puedo para cumplir sus expectativas. De hecho, tiendo a gastar menos de lo que se espera y soy muy eficiente trabajando, pero el corte final es mío", sostiene.
En esta ocasión, Napoleón está producida por Apple TV, una plataforma que parece no haber escatimado en gastos en cuestiones como las batallas que se recrean en la película. Sobre este nuevo actor en el negocio cinematográfico -las plataformas-, Ridley Scott ha celebrado que tras un "juicio erróneo en el plan de negocios", y de su idea de "acabar con los cines", se dieran cuenta de que "eso no era un buen plan y que se ganaba más dinero con el estreno en las salas".
"La película se acabó hace diez meses y ya llevo la mitad de la segunda parte de 'Gladiator' rodada. Hemos esperado para estrenarla porque pensaban mandarla directamente a streaming. Dije que no, que se tenía que estrenar en las salas"Ridley Scott, cineasta
"La película se acabó hace diez meses y ya llevo la mitad de la segunda parte de Gladiator rodada. Hemos esperado para estrenarla porque pensaban mandarla directamente a streaming. Dije que no, que se tenía que estrenar en las salas", afirma al final de este encuentro con la prensa, en el que, señalando a los teléfonos de los periodistas dispersos en la mesa en la que se realiza la entrevista, lanza una advertencia: "No les deis móviles a vuestros hijos. Que trepen a los árboles".
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación