Estamos ante uno de los discos españoles que están marcando 2022. Nos referimos a Tercer cielo (Universal Music), encuentro entren la vibrante voz flamenca Rocío Márquez y el artista electrónico Bronquio. No están solos en el panorama actual en la búsqueda de esos espacios comunes, les acompañan artistas como Rosario La Tremendita junto a Pablo Martín Jones o incluso el defensor del legado clásico Israel Fernández, que grabó unos escalofriantes fandangos de Huelva junto a El Guincho, bajo el título de “La inocencia”. También está, cómo no, el Niño de Elche, omnipresente en la prensa hípster, vendiendo una 'vanguardia' superada hace décadas y brillando más en sus colaboraciones pop que en sus proyectos de museo y festival hípster. Harina de otro costal son Califato 3/4, un grupo de culto con raíces contraculturales. Pero no nos despistemos: este párrafo inicial sirve para enmarcar, pero aquí hemos venido para recomendar Tercer cielo, el proyecto de Márquez y Bronquio.
Tras unos cuantos meses de escuchar el disco, se pudo disfrutar del directo de ambos en la última edición del Festival Internacional de Verano del Escorial. En una sala repleta, de acústica perfecta, repasaron el disco con Márquez aportando también coreografías a la fuerza de su voz (bailar no es su campo, pero resuelve la misión con elegancia, sin que afecte a sus registros vocales). El concierto resulto irregular, con minutos brillantes y otros divagantes, lo cual no se debe apuntar como demérito de manera automática, ya que el encuentro de flamenco y electrónica está en sus primeros pasos y mucho más lo que funciona en su espectáculo que lo que no. El mayor logro de lo que presentan es la naturalidad: donde otros suenan forzados y exhibicionistas, ellos le han tomado el pulso y la medida a una fluidez cálida y contagiosa.
Márquez y Lorca
El momento más destacable, para mí, fue la pieza “Droga cara (Aguilando)”, que brilla por su eficacia minimalista y por los versos de la poeta y performer Macky Chuka: “En un papel bien doblao,/ igual que una droga cara, / guardaste un día mi nombre / y ahora es festivo en mi casa”, reza el pasaje más reconocible. También suenan frescos y vivos los pensamientos del “Exprimelimones”, las sofisticadas bulerías donde recuperan frases de Federico García Lorca en su conferencia Juego y teoría del duende: “El duende exprime limones y la muerte canta, la muerte canta” y “El duende exprime limones de madrugada, de madrugada”, recita Márquez medio en trance. A lo largo del concierto se mezclan ritmos electrónicos que recuerdan a John Hopkins o a los chilenos Pachanga Boys, requiebros flamencos hechos jirones y tonadas populares como “El Garrotín”.
Aunque el trabajo no sea perfecto, se han ganado de sobra su sitio entre los mejores discos de la temporada
La sensación es satisfactoria, más compacta en la escucha del disco y más irregular en directo, donde algunos momentos superan la grabación y otros quedan por debajo (sobre las tablas, siempre resulta más complicado que la cosa prenda). A ratos, da la sensación de que podría resultar más intenso un pase electrónico de Bronquio o un concierto flamenco de Márquez. Algunos espectadores esperan con impaciencia un desnudo de la cantaora para soltar un olé o brindarle un aplauso. Desde la otra orilla, siempre resulta extraño un concierto de electrónica donde uno no puede moverse, no digamos ya bailar (bastante es que podemos respirar sin mascarillas). Las nociones comunes entre flamenco y electrónica tienen mucho que explorar todavía, lo cual no quita que Tercer cielo sea un paso esperanzador (sobre todo, insisto, por la naturalidad y la cultura musical de los implicados). Aunque el trabajo no sea perfecto, se han ganado de sobra su sitio entre los mejores álbumes de la temporada.