El martes por la mañana ardieron las redes sociales con una polémica pop: los altos precios de las entradas para ver en diecto a Rosalía. No eran tuits indignados, sino más bien resignados, aunque alguno con un punto de mala leche señalaba que los chavales de barrios pobres en los que muchas veces se inspira la música de la artista difícilmente van a poder permitirse pagarlas.
¿De qué tipo de precios estamos hablando? Por ejemplo, para el Palacio de los Deportes de Madrid se ofrece un amplio abanico que abarca desde los 45,50 por las entradas más alejadas del escenario hasta los 107,50 euros por las mejores, con entradas de experiencia VIP que suben hasta los 413,50. Ahora mismo Rosalía, junto con C. Tangana, es la máxima estrella pop de España, pero aún así son desembolso sustanciales (más todavía en tiempos de guerra, crisis y paro). En este artículo de Vozpópuli analizamos el debate.
Varios seguidores de Rosalía en Valencia denunciaron que los precios en su ciudad casi doblan los de Madrid y Barcelona (la entrada más barata allí es 79,50). Por su parte, en La Coruña recordaban que el concierto de la catalana está patrocinado por el Xacobeo, que en 2010 cobraba solo 30 euros por un espectáculo de Muse, Pet Shop Boys y Jonsi. Incluso se programaron espectáculos gratuitos de Arcade Fire y Damon Albarn (el cerebro detrás de superventas como Blur y Gorillaz).
Respecto a la opción early entry (entrada temprana), un usuario señala que la gira de Rosalía cobra 365 euros, una cifra por encima de estrellas internacionales como Rihanna (200), Beyoncé (240), Lady Gaga (265) y Dua Lipa (365). Hay que decir que en 2022 la industria e la música sale de dos años de pandemia y que la gran mayoría de agentes han disparado su avidez por recuperar las perdidas ocasionadas por el coronavirus.
Antecedentes 'careros' de Rosalía
Por supuesto, los precios de las entradas de los conciertos están disparados desde mucho antes de que Rosalía debutara como artista. Podemos decir que la cosa empezó a irse de las manos en 1994, cuando The Eagles abandonaron un periodo de inactividad de catorce años para volver a los escenarios, rompiendo por primera vez la barrera de los cien dólares en un porcentaje alto de las entradas para sus conciertos. La gira se llamó Hell freezes over (“Cuando se hiele el infierno”) porque habían declarado que eso es lo que tenía que ocurrir para que volvieran a tocar juntos en directo. El tour se convirtió en el más rentable de la temporada con 63.3 millones de ingresos por la venta en taquilla. Desde entonces, haya bonanza como en los noventa o crisis permanente como ahora, los precios de las entradas no han dejado de subir.
El rapero 50 Cent se rió en la cara de los fans que compraban entradas de fondo en el Wizink Center y en el San Jordi hay empleados que alquilan prismáticos al público
Otro sector de los fans de Rosalía sostienen que no existen motivos para tanta queja: hay entradas baratas para que cualquier fan con interés real pueda permitirse verla. Aquí toca aclarar algunos puntos: por ejemplo que las más alejadas del escenario en el Wizink Center ofrecen a una experiencia seguramente peor que ver un concierto por Youtube. En el año 2007, el rapero superventas 50 Cent actuó en ese recinto y se rió en la cara de los fans que habían comprado entradas de fondo: “Tíos, qué desastre, casi mejor os hubierais pedido el DVD -formato dominante entonces-, que es más barato”, ironizó. Sobre el Palau Sant Jordi hay otro aspecto demoledor: en las filas más alejadas se pueden encontrar empleados que ofrecen alquiler de prismáticos. Nadie puede defender que esas son condiciones óptimas para disfrutar de un espectáculo.
Nando Cruz, veterano periodista de Barcelona, resumía así el problema ya en 2005: “El gran timo del rock está en los precios de los grandes conciertos. Al parecer, cuanto más grande es la sala, cuanto más lejos vas a ver al artista y cuanta más gente va a asistir al mismo concierto que tú, más dinero te hacen pagar. No tiene sentido desembolsar 55 euros para ver a Rod Stewart a través de una pantalla. Eso es ver la tele en masa. Sus tickets en las primeras filas cuestan 120 euros. En el mejor de los casos, en un macroconcierto te adornarán la música con una escenografía curiosa y un dispositivo visual espectacular que nadie te ha preguntado si quieres costear. Porque 30 de los 55 euros servirán para pagar focos, tráilers, maquilladoras, confeti, pasarelas… “, explicaba.
Más cara que Bad Bunny
Es legítimo y hasta meritorio que un concierto pop invierta un espectáculo, no tanto que la experiencia pase a ser más parecida a asistir a una gala de televisión o visitar un parque temático. El artista puertorriqueño Bad Bunny, que fue dos años seguidos el más escuchado del planeta en Spotify, también ha levantado un debate en diversos países de Sudamérica por los altos precios de su nueva gira, aunque estos son más bajos que los de Rosalía. Por ejemplo las entradas para el Estadio Olímpico Atahualpa de Quito (Ecuador) oscilan entre 30 y 260 dólares, además de que ha dispuesto un escenario en forma de “T” que le permite acercarse a diversos sectores del estadio.
Festicket comparó las compras de 2019 con las de 2022 y registró un aumento del gasto medio de los festivaleros del 172%
Los conciertos pop, cada vez más, se encuentran entre lo que los economistas llaman productos de demanda inflexible. El alza de precios muchas veces no disminuye la demanda, sino que aumenta el sufrimiento de los fans, que pagan más de lo que pueden permitirse razonablemente. Un artículo de Pollstar, revista centrada en el mundo del directo, vaticina que 2022 será el año más rentable de la historia del sector global del directo. “Básandonos en cifras del cuarto cuatrimestre de 2021, donde se recaudaron 1.34 billones de dólares de beneficios y 15.6 millones de entradas vendidas, podemos anticipar 5.63 billones para 2022 y casi 65 millones de entradas vendidas para los cien mayores tours de 2002”, anuncian.
Un artículo más antiguo de Pollstar, publicado en noviembre de 2021, explicaba que ya 2020 estaba previsto como el año más rentable para el sector del directo, proyección truncada por la pandemia. En un completo reportaje, ilustrado con una foto del Mad Cool (Madrid), la publicación anuncia que los festivaleros gastarán casi el triple en paquetes de espectáculos musicales 2022. “La web Festicket analizó todas las compras realizadas en 2022 con las de 2019 y detectó un aumento medio en el gasto de un 172%. La compra típica fue de 550 euros (624 dólares), contando entradas, alojamiento y desplazamientos”, destacan. En este contexto, el de la euforia por volver a la música en directo, no es de extrañar que los equipos que trabajan con Rosalía hayan apostado por los precios altos.
A todo esto se une otro recargo habitual, los famosos gastos de gestión, una cuestión delicada que requiere desmontaje extenso. La explicación corta: los promotores manipulan este recurso para ampliar su margen de beneficios. De lo que estamos seguros es de que nos cobran más de lo que corresponde en concepto de gastos de gestión, ya que cuesta lo mismo imprimir una entrada cara que una barata pero las baratas suelen suponer un cargo porcentual mayor que las caras (se trata, sencillamente, de exprimir al consumidor de música hasta el límite en que piensan que está dispuesto a pagar). Por desgracia, no hay soluciones claras para este saqueo constante al fan del pop que se lleva perpetrando desde hace casi tres décadas.
Las doce fechas anunciadas para la gira española de Rosalía son estas:
Miércoles seis de julio:Almería (Recinto ferial).
Sábado 9 de julio: Sevilla (Estadio La Cartuja).
Martes 12 de julio: Granada (Plaza de toros).
Jueves 14 de julio: Málaga (Marenostrum).
Sábado 16 de julio : Valencia (Auditorio Marina Sur).
Martes 19 de julio: Madrid, (Palacio de los deportes).
Miércoles 20 de julio: Madrid, (Palacio de los deportes).
Sábado 23 de julio: Barcelona (Palau Sant Jordi).
Domingo 24 de julio: Barcelona (Palau Sant Jordi).
Miércoles 27 de julio: Bilbao, (Bilbao Exhibition Centre BEC).
Viernes 29 de julio: La Coruña (El Coliseo).
Lunes 1 de agosto : Palma, España (Son Fusteret).
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