Cultura

Rosario La Tremendita: flamenco mutante, ni purista ni posmoderno

Es hija de José El Tremendo, nieta de la saetera La Gandinga de Triana y bisnieta de Enriqueta La Pescatera, que tenía siete puestos en el mercado de Triana. Rosario

Es hija de José El Tremendo, nieta de la saetera La Gandinga de Triana y bisnieta de Enriqueta La Pescatera, que tenía siete puestos en el mercado de Triana. Rosario nació en ese emblemático barrio sevillano en 1984. Ahora se ha convertido en una de esas figuras del cante que mejor mezclan tradición con renovación (en las antípodas de otros experimentos con gaseosa posmoderna). Su último trabajo se ha tenido que partir en dos: una parte de piel electrónica -con guitarras en solo tres cortes- y en pocos meses llega la más tradicional, que contará con maestros del toque como Tomatito, Riqueni y El Paquete, entre otros. “En principio iba a ser un solo álbum, de una cantaora de flamenco. Pero también quería dar un paso nuevo en mi evolución, en mi búsqueda”, explica a Vozpópuli.

¿Cómo resolvió este dilema? “Llevo años trabajando las formas del cante, las estructuras, cómo darle la vuelta, cómo llevarlas a la actualidad, cómo contarlo desde hoy. Me interesa la investigación y el acompañamiento. A priori ese acompañamiento es la guitarra, pero ya desde el disco anterior queríamos huir de ahí, así que preferimos la electrónica y las habitaciones experimentales. Curiosamente, a medida que avanzaba el disco a mí se me venía a la cabeza la guitarra, la guitarra y la guitarra. Me puse muy pesada pidiendo guitarra a mi productor, Pablo Martín Johns, que me recomendó que hiciera otro disco completo de guitarra y que en este quedase la la experimentación”, recuerda.

Rosario no es una artista sencilla de clasificar. “Creo que cuesta mucho que me encajen en un mundo o en otro”, comenta. “No me gustan las etiquetas, ni títulos como ‘puristas’ o ‘renovadoras’. Soy una cantaora que viene de la raíz, de la tradición, me he pasado la vida estudiando. Además soy una persona inquieta, con ganas de aprender y de divertirme. Mi posición es la libertad. Creo que el flamenco es así, una mezcla y un diálogo, por eso es un género que está tan vivo”, resume.

Tremendita, bandera generacional

El crítico José María Velázquez-Gaztelu, uno de los más respetados especialistas en el género, la definió como parte del flamenco mutante, junto a otros músicos y bailaores flamencos nacidos en los ochenta como Rocío Márquez, Dani Del Morón, Sara Calero, Marco Flores, Rocío Molina, David Coria y Ana Morales. Gaztelu usa una autodefinición de La Tremendita como descripción del grupo: “El pasado como motor del progreso; ritmos y melodías clásicos inmersos en ecosistemas sonoros contemporáneos; texturas que definen nuestro tiempo y contextualizan un arte centenario”.

Vengo de una familia y un barrio con sensibilidad salvaje, de vísceras y de sangre", destaca

El disco se abre moderno y funk con “Oye mi voz”, donde destaca una letra en que se posiciona contra “los necios, los cerdos y la gente con disfraz”. ¿En qué personas sueles pensar cuando la canta? “Te lo puedes imaginar. Suelo pensar en personas con falta de conciencia, con falta de honestidad, con falta de verdad hacia los demás y hacia ellos mismos. También con falta de pasión, de entrega y de respeto. Son personas que se camuflan en la sociedad, pero que no se buscan a ellas mismas”, responde. Es flamenco espiritual contra las aguas heladas del cálculo egoísta.

La canción que da título, “Tremenda”, es otro momento clave. “Refleja muy bien todos mis mundos y todas mis inquietudes. También mi actitud: lo que intento son cosas como no colombianizar demasiado una colombiana o coger una saeta de Marchena y darle la vuelta o coger el estilo de La Serneta desde tres versiones diferentes o recortar frases de una petenera para hacerla más ligera y más directa. O coger una petenera y ponerle aires de Manuel de Falla. Los recursos que uso para sonar antigua son mi verdad porque vengo de ahí, de un barrio y una familia muy tradicional y muy flamenca. Es un sensibilidad salvaje, de vísceras y de sangre. Mi lengua natural es esa. A la vez también está la libertad de experimentar en dimensiones desconocidas”, insiste.

Brillo sobre las tablas

Lo mejor para hacerse una idea de su potencia artística es verla sobre un escenario. Queda claro incluso cuando solo la artista invitada, como en aquel concierto madrileño de Las Noches del Botánico 2019 en que abría para Niña Pastori. No solo se ganó al escaso y frío público que vino temprano, sino que Pastori le cedió gran parte del protagonismo en el fin de fiesta. “Fue una noche muy bonita. La recuerdo con mucho cariño. Para mí resultó un reto tocar en ese lugar tan grande, mientras la gente estaba entrando. Al público, de pronto, empecé a sentirlo cerca, y se fue profundizando esa conexión. Sobre el fin de fiesta no sé que puedo decir porque yo me he criado con las canciones de Niña Pastori y de Chaboli y de Los Chichos, todo ese mundo me apasiona. A Los Chichos me los ponía mi padre. Pastori es una persona muy generosa y tenemos una relación especial. Conmigo siempre han sido cariñosos y generosos”, comparte.

Las últimas preguntas que le hacemos tratan sobre música, la que ella hace y también la que escucha. El amplio abanico de músicos que menciona da una idea de su sensibilidad y su hambre de aventura. Ha vivido momentos intensos con nombres de aquí como Miguel Poveda, Javier Ruibal, Rocío Molina y sus productores Pablo Martín Caballero y Pablo Martín John. Como oyente menciona a artistas tan distintos -soul, jazz, flamenco...- como Meshell Ndegeocello, Hiatus Kaiyote, The Bad Plus, Rycardo Moreno, Rafael Riqueni, Pepe Pinto y el añorado Enrique Morente. Tremenda artista mutante.

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