Cultura

'El caso': lo que todos intuyen sobre la Rusia autoritaria y este documental desvela

Filmin estrena la historia de Maria Eismont, una abogada en busca de justicia para el activista ruso Konstantin Kotov

A finales del pasado mes de febrero, tras los primeros ataques a Ucrania, la población rusa se manifestó en las calles de ciudades rusas como Moscú o San Petesburgo, donde la policía actuó con dureza para mitigar las protestas de los ciudadanos, que con gritos de rabia cargaron contra el afán imperialista de su país y contra el comienzo de la guerra de Ucrania que a día de hoy no ha terminado.

Miles de personas fueron detenidas en toda Rusia, cuyo gobierno ha ejercido en los últimos años una gran represión ante quienes salen a la calle para mostrar su oposición al ejecutivo de Vladímir Putin. Incluso quienes han sostenido folios en blanco, símbolo de la mordaza de la población, han terminado también arrestados.

Puede que la represión haya alcanzado en los últimos tres meses su máximo esplendor, con la expulsión de varios medios de comunicación internacionales del país, pero lo cierto es que en la última década las detenciones y los procesos judiciales contra los manifestantes se han multiplicado y han mostrado lo lejos que el autoritarismo de Putin puede llegar. Algunos casos han trascendido las fronteras del país pero muchos otros apenas han aparecido en la prensa, a pesar de ser verdaderos ejemplos de la opresión que se vive en Rusia, como es el caso de la experiencia de Konstantin Kotov, un opositor de la Duma rusa -la cámara baja de la Asamblea Federal de Rusia- que entró en prisión tras haberse manifestado de forma pacífica.

'El caso' / Filmin

La cineasta Nina Guseva aprovecha el filón narrativo de esta historia en su documental 'El caso', que recurre a la experiencia de este activista para reflejar la situación que vive el país. Sin embargo, el centro de esta historia, que se estrena esta semana en Filmin, no es Kotov, sino Maria Eismont, la abogada que trabaja con opositores detenidos en las calles y que trata de manera incansable de liberar a este manifestante.

Su periplo por cárceles, platós de televisión y tribunales da una idea al espectador del momento tan frágil que vive el estado de derecho de Rusia. "Estamos en un estado de deterioro total", afirma Eismont en un momento de esta cinta, que acompaña a la abogada en una incansable cruzada para tratar de cambiar las acciones de un sistema judicial que está "profundamente corrupto".

Los hechos sucedieron en julio de 2019, durante una marcha por unas "elecciones justas" en Rusia. Uno de estos manifestantes era Konstantin Kotov, que fue detenido casi al azar por no respetar "el derecho de los demás a la libre circulación". Su participación en estas protestas pacíficas fue juzgado con cuatro años de cárcel, lo que para muchos de quienes intervienen en este documental es una condena ejemplar que sirve como forma de reducir los ánimos de protesta de la oposición en las calles. Eismont inicia un duro trabajo para buscar su absolución y busca la manera de que el alto tribunal subsane el error de una decisión que, según critica, estaba tomada de antemano.

¿Justicia en Rusia?

Cuando uno piensa que el documental no va a ofrecer nada más allá que una secuencia de imágenes de esta abogada y su lucha por lograr justicia entra en escena Putin y todo cambia. En una rueda de prensa celebrada en diciembre de 2019, el mandatario se dirige a un periodista que le pregunta por el caso Kotov. "Está en la cárcel. ¿Podría revisar su caso?", le pregunta un redactor. "En algunos países puede castigarse con hasta diez años de prisión", espeta el presidente ruso. Sin embargo, Putin promete revisar este proceso y las cosas cambian para Kotov, que ve reducida su pena en más de la mitad de años a los que fue condenado.

Es una lástima que Guseva no haya mostrado cierta emoción a la hora de narrar unos hechos con los que cualquier espectador en cualquier punto del planeta puede empatizar. Para esta redactora de Vozpópuli, resulta gélida su dirección incluso cuando muestra al encarcelado, que manifiesta el castigo con el que su pena se agudiza: el silencio. "Solo me hablan los mandamases", señala en uno de los encuentros que mantiene con su abogada y que registran las cámaras.

Sin embargo, hay que reconocer a la directora que este documental sirve para poner el foco en el autoritarismo del gobierno de Putin y hasta qué punto la justicia rusa es arbitraria, con un sistema en el que las fuerzas de seguridad, tal y como critica una manifestante de avanzada edad en una protesta, "protegen a quienes quebrantan la ley".

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