El concepto de “leyenda negra” se ha convertido en un término común para todo aquel amante de la historia que quiere conocer el legado hispánico. Entre los autores más distinguidos que han dedicado su vida a desmitificar los prejuicios históricos contra España emerge la figura de Alberto Gil Ibáñez. Este autor madrileño comenzó a escribir sobre el tema cuando el precursor del término, Julián Juderías, era un completo desconocido para el gran público. Tras sus primeros libros Leyenda Negra: historia del odio a España y Batalla Kultural: los enemigos internos de España y Occidente, Gil Ibáñez vuelve a la carga desde su trinchera para emprender su batalla cultural con su nueva publicación: El Sacro Imperio Romano Hispánico (Sekotia, 2024).
El objetivo principal del libro consiste en “aumentar la autoestima del español acomplejado con su pasado”. Según el propio autor, su obra ha generado controversia entre algunos historiadores, pero eso no le asusta a la hora de invitar a la reflexión sobre términos historiográficamente aceptados, como puede ser “el Sacro Imperio Romano Germánico”, ¿y si realmente la sucesora de Roma fue España?
¿Por qué hispánico?
La tesis defendida por Gil Ibáñez argumenta que el heredero del Imperio romano fue el Imperio español que trasladó su cultura grecorromana a América, por lo que el término a emplear sería “el Sacro Imperio Romano Hispánico” (SIRH). En su enfoque centra su mirada en los 300 años de historia de la América Virreinal, lo que considera “una de las cimas de la civilización”.
“¿Por qué existe un Hollywood y no un Hispawood?”
El ejemplo de cómo todos los países con poder han querido atribuirse el honor de ser los sucesores de Roma, lo encuentra el autor en Alemania. Una idea que comparte con el catedrático de Historia Moderna por la Universidad de Viena, Friedrich Edelmayer, quien considera que el término germánico “fue un invento del nacionalismo alemán del siglo XIX” y que posteriormente será apropiado por Hitler para dar una continuidad histórica a su “Tercer Reich”.
La pregunta que Gil Ibáñez se plantea es: “¿Por qué los españoles no hemos querido proclamarnos herederos del Imperio romano?" La respuesta la encuentra en que “el mundo hispano tiene una autoestima colectiva baja” por lo que invita a hacer “historioterapia” en su nuevo libro, ya que “quien denomina, domina” y quizás va siendo hora de que la Hispanidad cree un término que siente cátedra “como hace el Imperio anglosajón”.
Guerra cultural
Gil Ibáñez se halla sumergido en lo que considera una guerra cultural. Su concepto del “SIRH” busca crear una marca para catapultar la imagen histórica de España. El autor está convencido de que “la cultura es el software de los pueblos” y el mundo hispano “no tiene tiempo que perder”, ya que “hay mucho hispanobobo que ataca a su propia cultura pensando que no va a tener un efecto negativo sobre sí mismo”.
¿Por qué existe un “Hollywood” y no un “Hispawood”? Gil Ibáñez reconoce la maestría que tienen los anglosajones a la hora de transmitir su visión de la historia. ¿Por qué se llama “América” al continente descubierto por Colón y no “Las Indias”? El divulgador apunta “a unos cartógrafos oscuros en el centro de Europa” que acuñaron un término que borró el componente español de la primera globalización.
Gil Ibáñez incita a realizar terapia con la historia, por lo que es hora de acuñar nuevos términos como los que aparecen en su libro: “bobósofos”, aquellos que aman la bobería y no la sabiduría, que son adorados por aquellos que consumen la propaganda intelectual de otros solo por ser extranjeros. “Si viene alguien de Estados Unidos es como si viniera alguien de la luna para los hispanitos”, se lamenta Ibáñez en su entrevista para Trincheras Ocultas.
Hernán Cortés vs Simón Bolívar
En su nuevo libro Gil Ibáñez ofrece el ejemplo de dos personajes que han pasado a la historia de manera muy diversa. Uno es Hernán Cortés, al que aplica el calificativo de “Magno”, pues el virreinato que tildó de “Nueva España” tuvo un legado que duró 300 años. En cambio, la construcción de Alejandro denominado “el Magno” aguantó unos 13 años y la de Carlomagno alrededor de 40. Por otro lado, sitúa a Simón Bolívar, que posee una leyenda dorada en América como si fuese una especie de “semidios”.
Hernán Cortés -en palabras del entrevistado- debería ser el ejemplo a seguir para el hombre de hoy por ser un emprendedor soñador, mientras que Bolívar “era un niño rico que venía de arriba y se educó en España. Cuando vuelve a América descubre que puede liderar un movimiento y traiciona a todo el mundo. En cambio, Cortés siempre fue leal a su rey. Hasta tal punto que tiene un juicio de residencia que le obliga a volver a España”.
Como última diferencia el autor señala el respeto del conquistador extremeño con los indios con los que establece alianzas, “en cambio Bolívar los odia”. En los últimos años varios autores han denunciado como en las guerras de independencia hispanoamericanas los indígenas apoyaron el bando realista, pues tenían unas leyes impulsadas por la corona española que los protegía, en contra de lo comúnmente aceptado.
La conclusión que extrae Alberto Gil Ibáñez tras sus años luchando contra la leyenda negra es que nos quieren débiles. Para revertir esta situación conviene recordar “una época en la que estábamos unidos con un imperio policéntrico, cuya capital fue México. El imperio que protagonizó la Primera Globalización y gestionó sus dominios de ultramar con una moneda común, el real de a ocho”. Todos estos avances merecen que el “Sacro Imperio Romano Hispánico” guarde un puesto en la historia como el heredero universal del Imperio romano. ¿Aún hay tiempo para la “historioterapia” que propone Gil Ibáñez?
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