Entre las películas que competirá el próximo 10 de marzo por el Oscar a la mejor película internacional se encuentra Sala de profesores, una producción alemana en clave de thriller dirigida por Ilker Çatak que convierte un colegio en una metáfora de la sociedad. En ella, una profesora recién llegada tiene que enfrentarse a los robos y las sospechas que se producen en el centro, así como a las estructuras de poder y dinámicas entre padres y profesores.
El cineasta ha visitado Madrid para presentar ante la prensa esta magnética y entretenida película de suspense, que luchará por la estatuilla contra la española La sociedad de la nieve, de Bayona; Perfect Days (Japón), de Wim Wenders; Io capitano (Italia), de Matteo Garrone; y La zona de interés (Reino Unido), de Jonathan Glazer. El cineasta alemán ha hablado con Vozpópuli sobre el origen de este filme, el panorama educativo actual y los retos que tiene como artista.
Pregunta: ¿Por qué elegió un thriller?
Respuesta: Nunca pensé que haría un thriller. Sabíamos que hay algunos aspectos del género de la película sobre quién lo ha hecho, pero no pensé que fuera a ser un thriller en este sentido. Lo que sí sabía es que no quería aburrir al público, sino generar tensión. Una película americana que mostré a mi equipo fue Uncut Gems, de Josh and Benny Safdie. Me dio un infarto cuando la vi. Quería hacer una película realmente tensa, pero nunca pensé que iba a ser un thriller.
P: Uno llega incluso a olvidar que es un colegio y que hay alumnos.
R: Siempre pienso que cuando estás en una película en la que no tienes tiempo para pensar en nada es una buena señal.
P: Esta película está inspirada en historias propias y del coguionista, Johannes Dunker.
R: Fuimos compañeros de aula, en Estambul, y un día tres profesores vinieron a la clase, hicieron que salieran las chicas e hicieron que pusiéramos las carteras encima de las mesas. Todo el mundo sabía que dos chicos estaban robando, pero nadie quería ser el chivato. Cuando entraron los tres profesores encontraron sus carteras y el dinero, y no ocurrió nada. Esos chicos fueron expulsados de la escuela, pero los otros no cuestionaron la conducta ni el procedimiento de esos profesores. De niño no eres consciente de tus derechos, nadie se negó a enseñar su cartera. Cuando hablé con Johannes, más de 20 años después, los dos nos preguntamos por qué nadie lo cuestionó y lo usamos como argumento de la historia. Ambos sabíamos que si haces una película sobre un asunto educativo, tienes que hacer una buena investigación, y cada borrador se lo entregamos a un educador. Nos dijeron que la escena de las carteras hoy no se podría hacer, porque los padres se volverían locos, así que tendría que ser algo voluntario, lo que resultó más interesante.
P: El colegio en Sala de profesores se convierte en una metáfora del mundo o en un microcosmos de la sociedad.
R. El colegio es como un país: tienes un presidente, tienes los profesores, que es el poder; tienes el cuerpo estudiantil, que es el pueblo; y tienes un diario que es el periodismo. Pensamos en echar un vistazo a nuestra sociedad y a lo que está pasando. Si abres Twitter, la gente solo debate, y si abres los periódicos solo va de titulares. Todo el mundo cree tener la verdad, intenta tener la razón, es la cultura del debate, e intentamos hacer una película sobre eso.
P: Y en esta sociedad hay un corazón puro que choca contra la pared constantemente, el de la profesora Carla Nowak.
R: Ella es la profesora que me habría encantado tener, demasiado idealista para este mundo. Es una pena porque el trabajo de los profesores es más difícil hoy en día. Cuando yo iba a la escuela me decían que si la profesora decía algo era así, y ahora es al revés. Piden mejor nota, existen grupos de WhatsApp, los padres se convierten en helicópteros alrededor de los niños. Intentamos hacer una película sobre este trabajo y cómo está tan mal pagado. En Alemania tenemos un gran problema para encontrar profesores, faltan como 25.000 porque nadie quiere trabajar, están aterrados y entiendo por qué, es muy duro. Espero que esta película arroje luz en su devoción y en lo que hacen.
P: ¿Por qué cree que tienen miedo? ¿Están aterrorizados por los padres?
R: También, pero no solo los padres, sino que los alumnos tienen demasiada confianza. Hace dos años trabajé como profesor en Georgia, Estados Unidos, y me pareció una locura que no solo yo evaluaba su trabajo, sino ellos el mío. Cuando evalué mal a una de mis alumnas recibí una llamada para que recapacitara sobre la nota, porque la escuela competía por rankings. Todo el mundo habla de espacios seguros, pero el otro día en la facultad de cine de Berlín, mi directora mostró una escena a la clase para mostrar en qué consistía la calidad cuando es inesperada. En la escena moría un perro, pero no se ve la violencia, estaba fuera de campo. Uno de los alumnos nos preguntó por qué no les habían avisado antes de ofender sus sentimientos y, tras preguntar al resto si alguien más se había sentido mal, él les preguntó por qué se le trataba como al único idiota de la sala. ¿Qué ocurre? ¿Por qué todo el mundo está tan sensible? No solo los padres.
P: Al hilo de lo que cuenta, ¿cree que se está limitando la expresión en el arte?
R: No sé lo que hace la gente, pero sí podría decir que hay tendencias con las que no estoy de acuerdo. En la misma clase, hablando de un proyecto nuevo, sobre una mujer de unos 50 años con menopausia, una alumna me pregunta por qué iba a escribir sobre este tema si era un hombre. ¿Estás intentando limitar mi arte? ¿Me vas a decir lo que se supone que puedo hacer o no? ¿Debería hacer solo películas de hombres de origen turco y clase trabajadora? ¿Qué es el arte al final? Para mí es explorar el mundo, tratar de encontrar algo nuevo, y si me interesa me atrae. La gente intenta explicarte lo que puedes hacer y lo que no, y no estoy de acuerdo.
P: En cuanto a la actriz protagonista, Leonie Benesch, ¿pensó en ella desde el principio?
R: Siempre pensé en ella. Cuando escribimos el guion ella estaba ahí desde el principio. La vi en La cinta blanca, de Michael Haneke, y está brillante. Cuando le ofrecí el papel lo aceptó, pero confesó que no le gustaban los niños. Yo sí soy bueno con los niños, y cada uno de ellos fue escogido. Empezaba el día hablando con ellos, y ella estaba a mi lado. Les preguntaba por su día, por su relación con sus padres, por lo difícil que les podía resultar pedir disculpas. Cuando los niños se dieron cuenta de que a mí me interesaban su vida se abrieron.
Sin_Perdon
Parece una muestra de la podrida sociedad occidental de hoy en día, aunque sospecho que probablemente pase de puntillas por el verdadero problema que supone no solo en el ámbito docente, sino en todos los ámbitos de la sociedad. Tenemos las sociedades más "empoderadas" y sorpresivamente, o no, débiles de toda la historia de Europa. Estamos listos para ser invadidos y conquistados por otros pueblos foráneos más fuertes, aguerridos, honestos y valientes. Merecemos ser despojados de todo lo que tenemos por nuestra propia cobardía y desdén. Ya le pasó a los romanos pero somos tan estúpidos e ignorantes que no queremos verlo o, mejor, ni siquiera sabemos que les pasó y como Europa se sumió en MIL años de oscuridad y atraso.