Primera escena. Un matrimonio de unos 40 años, padres y con más de diez años de convivencia a sus espaldas, responden sentados en el sofá de su casa a varias preguntas acerca de sí mismos y del éxito de su matrimonio. La situación es tensa e incómoda y las cuestiones, aunque superficiales y obvias, les resultan difíciles de responder. Así empieza Secretos de un matrimonio, la aclamada serie del cineasta sueco Ingmar Bergman que ahora adapta el cineasta Hagai Levi para la HBO. Idéntica puesta en escena en su arranque pero distinto desarrollo en unos tiempos que piden otros desenlaces, otra rebeldía y otros giros de guion para llegar, al fin y al cabo, a las mismas conclusiones.
Una de las reacciones ante la llegada de este "remake", que protagonizan Oscar Isaac y Jessica Chastain y que se podrá ver a partir del 13 de septiembre, es la oportunidad de la producción. ¿Era necesario adaptar una serie que Bergman hizo tan magistralmente bien? ¿Destroza la intención y el resultado del cineasta sueco? ¿Sobra realmente en 2021 cualquier película que dedique tantas conversaciones y escenas al matrimonio, a la convivencia y a las apuestas a largo plazo?
En Vozpópuli ya hemos visto esta miniserie de cinco capítulos y, sin destripar la trama de esta nueva entrega y tras su estreno en el Festival de Cine de Venecia, os contamos algunas de las claves de esta producción, una de las más esperadas de la vuelta al colegio, que observa desde el presente cuestiones como el amor, el odio, el deseo, la monogamia, el matrimonio o el divorcio.
Una de las mayores críticas que se hace al intento hegemónico de la cinematografía estadounidense es revisitar absolutamente todas las producciones que alcanzan cierto éxito en el resto del mundo. Lo hemos visto recientemente con la compra de derechos de la película danesa Otra ronda, un ejemplo muy entretenido, porque habrá que ver cómo se resuelve desde un país tan conservador la cuestión del alcohol y la indulgencia con la que lo aborda el guion de la cinta de Thomas Vinterberg.
Sin embargo, y ante la sorpresa inicial de muchos y la indignación de otros, merece la pena defender que Secretos de un matrimonio no es una mera adaptación cultural de una de las obras más relevantes de Bergman para que el gran público de hoy pueda digerir una serie -y posterior película- de tanto éxito, algo que a priori -y con razón- tanto molesta a muchos espectadores. En este caso, el "remake" viene cargado de las mejores intenciones entre las que destaca la de acercar en el tiempo conflictos y situaciones que pueden parecer de otra época y recordar que su esencia, sean quienes sean los actores y las acciones, siguen siendo las mismas. Quizás solo por esto, la adaptación es pertinente, valiente y necesaria, y merece un aplauso.
A favor y en contra
A favor: en la adaptación que realiza de Secretos de un matrimonio Hagai Levi (responsable de otras series como The Affair o En terapia), vemos un cambio de papeles y observamos a un padre abnegado con el cuidado de su hija, sensible, frágil y dedicado, que confecciona sus horarios laborales en torno a las necesidades de la familia y que no tiene problemas en reconocer el trance del dolor ni en responder con calma, paciencia y amor al trauma que supone una separación. Por su parte, ella se libera de la obligación moral de permanecer en el hogar y convertirse en el principal y único cuidador, al tiempo que se acepta su búsqueda del deseo y su ascenso laboral sin culpas ni escollos, más allá de los que propone la trama.
Pero, sobre todo, se agradece que en un momento en el que los nuevos tipos de relaciones acaparan muchos debates sin profundizar en la esencia, una ficción retome un asunto tan vigente en el contexto en el que Bergman narró un divorcio -los años 70- como lo es en la actualidad. La convivencia y el compromiso siguen siendo asuntos complejos de los que nadie se libra, incluso cuando uno piensa que solo afecta a quien se mantiene anclado en la tradición o en la nostalgia. Casi medio siglo después, a la pregunta de cuál es el éxito del matrimonio (una palabra, "matrimonio", que podría perfectamente intercambiarse por cualquier otra utopía, como la felicidad o la convivencia) nadie parece haber encontrado la respuesta correcta.
En contra: el exceso de diálogo claustrofóbico de la trama de Secretos de un matrimonio de HBO atosiga y recuerda constantemente por qué Bergman, basándose también en largas conversaciones y recurriendo a los mismos temas, es un genio. Demasiada intensidad, a pesar del realismo, quita brillo, cansa por excesivo y abruma.
Secretos de un matrimonio: el peso de Liv Ullmann
Los actores Liv Ullmann y Erland Josephson dejaron un peso excesivo que ni el mejor reparto de Hollywood consigue desplazar. Oscar Isaac y Jessica Chastain, dos de los mejores intérpretes del momento, son precisos y rigurosos en sus roles, creíbles, capaces de mutar y transmitir el dolor, el fracaso y la supervivencia en el transcurso de los meses más importantes de su relación. Sin embargo, a pesar de los muchos esfuerzos, parece que el intento ha sido en vano.
Resulta imposible eclipsar la bondad y la resiliencia de Ullmann, incluso cuando la intención del director con Oscar Isaac no haya sido la misma que la de Bergman, y el perfil despiadado en ocasiones de Josephson así como su papel de perdedor no encuentra réplica tampoco en el relato que ahora se estrena. De cualquier modo, el juego y el tour de force de los actores protagonistas merecen el elogio, y esta miniserie un visionado.
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