¿Hasta dónde estaría uno dispuesto a llegar para lograr una conciliación familiar total y factible? El gigante Apple y el actor, director y productor Ben Stiller han logrado, a través de un thriller de ciencia ficción de nueve episodios, una obra maestra. Severance, una de las series de la plataforma de la compañía de la manzana, es una mezcla de humor extraño, oscuro, estrambótico, suspense y risas, pero incómodas.
Todo lo que envuelve la ficción es extraño, pero una de las claves de la calidad de esta serie, además de la propia idea en la que se centra la historia, es la simplicidad del escenario. Solo bastan una oficina con cuatro sillas, pasillos infinitos con fluorescentes -que resultan incómodos- y pocos atisbos de qué se vive fuera de un edificio para sumerger al espectador en una auténtica serie de incógnitas.
Pero antes de señalar por qué Severance (Separación, en la versión en español, pero cuya traducción también es Finiquito) es una de las series imprescindibles de esta temporada, hay que saber cuál es su argumento. La ficción se enmarca en un futuro distópico, es una férrea crítica al capitalismo, la cultura corporativa y la idea de lograr producir a toda costa.
Creada por Dan Erickson y dirigida por Ben Stiller y Aoife McArdle, la serie cuenta cómo una multinacional, Industrias Lumon, es pionera en una nueva tecnología y 'método de trabajo'. Los empleados que lo deseen pueden someterse a una cirujía que les permitirá -obligará- a 'desconectar' del trabajo cuando terminen sus horas laborales.
Pese a que, a priori, parece una idea que todo el mundo querría para su vida, esa 'desconexión' va más allá de lo imaginable. A través de un chip, cuando el trabajador entra en el ascensor de la oficina para comenzar su jornada, se olvida, completamente, de su vida fuera del trabajo. Cuando termina su horario, ese mismo ascensor le devuelve su vida personal, pero en ese momento, deja de tener cualquier recuerdo de lo que ocurre dentro de Lumon.
Las incógnitas de la ficción se suceden por momentos y el reparto es otro de los platos fuertes de 'Severance'.
Así, quienes se somenten a esta cirujía, cuando trabajan solo tienen consciencia de sus compañeros de trabajo y reglas de la empresa. Desconocen si fuera tienen familia, pareja, hijos, dónde viven, cuáles son sus hobbies... La conciliación llevada al extremo y, el dato más importante, es irreversible.
Para más inri, en todo momento se dirigen a ellos con sus nombres y la inicial del apellido y, para referirse a sus personas fuera del trabajo, hablan de sus 'fueris'. Los empleados, encerrados en las oficinas, son los 'dentris', y solo tienen contacto con los compañeros de su departamento, nada más. Cuatro personas durante el resto de sus vidas. Son los 'fueris' los que deciden si siguen trabajando en Lumon o no, aunque los 'dentris' se nieguen.
Una ficción llena de incógnitas
Las incógnitas de la ficción se suceden por momentos y el reparto es otro de los platos fuertes de Severance. A través de un equipo estelar liderado por Adam Scott (Mark S.), Britt Lower (Helly R.), Zack Cheny (Dylan) y John Turturro (Irvin), apenas se conocen datos de los protagonistas fuera de la oficina, excepto de Mark S. -excepcional-, en torno al que gira la trama.
Uno de los detalles que muestra esa distinción entre trabajadores y la cúpula es que a los primeros se les conoce por su nombre de pila, mientras que de los segundos se conocen sus supuestos nombres completos. Así ocurre con Patricia Arquette (Harmony Cobel), Dichen Lachman (Mrs. Casey) y Tramell Tillman (Seth Milchik), todos ellos con interpretaciones asombrosas.
Hay quienes van más allá y consideran la ficción una crítica artística muy relevamente en cuanto a política se refiere, que trata la alienación de Marx. Una historia sobre trabajadores alienados, con la actividad -ninguno de ellos sabe qué hace realmente-, la de los demás, así como de su propia humanidad. Es la máxima reprobación al extendido culto al empresario de éxito. Es una crítica a la obsesión con la ejemplaridad, los premios banales y ser el mejor empleado a toda costa. Las consecuencias de no hacerlo son de las cosas más turbias vistas en televisión.
Espléndidos primer capítulo y final
Otra de las características de esta serie que hace que todo cuadre es que absolutamente todo en la historia está dividido en dos tonalidades claras. Todo lo que ocurre dentro de la oficina es extraluminoso -a veces incluso incómodo-, mientras que lo que ocurre fuera es oscuro, gris y apagado. Todo medido milimétricamente.
El primero es un excelente ejemplo de cómo conseguir que algo tan luminoso pueda resultar tan oscuro. Lo segundo, hace cuestionarse al espectador si los protagonistas quieren estar ahí o de verdad prefieren huir de la realidad. A todo ello hay que añadir que solo se conoce el mundo real de uno de los protagonistas. El resto, ¿realmente quiere escapar de sus vidas? Habrá que esperar hasta el último y espléndido capítulo final para saberlo.
Todo ello está prececido de un primer episodio fastuoso. Una mujer tumbada e inconsciente en una gran mesa en una sala de reuniones, boca abajo. Un altavoz y una voz omnipresente que le hace preguntas que, para cualquiera, resultarían fáciles de responder. No obstante, la protagonista no sabe ni cómo se llama ni cuál es su apellido ni dónde nació. Así comienza 'Severance' -que además ha sido nominada a los Globos de Oro- dejando al espectador completamente enganchado para saber qué se puede esperar de tal tétrica escena.
Segunda temporada de 'Severance'
Hasta este punto no hay spoilers como tal, pero sí lo es lo siguiente. La primera temporada queda completamente abierta, con un exquisito final que, los que lo han visto concidirán en la mala idea de Ben Stiller y Aoife MacArdle de dejar todas las incógnitas sin resolver y tener que esperar a una segunda entrega que, por cierto, ya se está grabando.
La duda sigue rodeando la ficción: ¿sería más productivo que un empleado no conozca nada del exterior y, por lo tanto, no acuda al lugar de trabajo con cargas personales? Saquen sus conclusiones.
Tráiler de 'Severance', de AppleTV+
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